Girón el primer capítulo
de nuestra resistencia (II parte)
Durante los primeros
tres años de la Revolución, cada acción del enemigo encontró la
réplica adecuada en una nueva ley o medida justiciera, y en cada
caso estuvieron presentes la batalla en el terreno de las ideas y la
movilización popular. Así el pueblo cubano se enfrentó
resueltamente a los ataques enemigos, cada vez más violentos, y al
mismo tiempo a males profundamente enraizados en la sociedad
neocolonial, como la odiosa discriminación racial, los privilegios
y el exclusivismo implantados por el orden social anterior en
comercios, bancos, hoteles, centros de recreo y las mejores playas
del país. Apenas dos meses después del triunfo revolucionario se
dispuso la drástica rebaja de los alquileres abusivos que pagaba el
pueblo por la vivienda, con lo que comenzó el agudo enfrentamiento
a las clases explotadoras.
Centenares
de vuelos piratas tuvieron lugar sobre ciudades y poblados rurales
cubanos en los primeros años de la Revolución, cuyos
indiscriminados bombardeos y lanzamiento de sustancias explosivas
ocasionaron numerosas víctimas y daños a la economía. En la foto,
una avioneta derribada en mayo de 1960 en la carretera que conduce
al Mariel.
A raíz de la Reforma
Agraria, medida soberana de profundo beneficio popular y nacional,
comenzó una vasta y sistemática campaña de sabotaje y terrorismo,
incursiones piratas de aviones procedentes de territorio
norteamericano, agresiones políticas y diplomáticas y fomento y
apoyo de bandas armadas y células contrarrevolucionarias. Prófugos
de la justicia popular y elementos de la reacción interna,
reclutados, entrenados y abastecidos por la CIA, produjeron los
primeros alzamientos en zonas montañosas del país. Comenzó a
prepararse la invasión mercenaria que supuestamente daría el golpe
definitivo a la Revolución.
La respuesta de nuestro
pueblo no se hizo esperar. Frente a las agresiones y las amenazas
crecientes, los obreros, empleados, campesinos y estudiantes se
organizaron, entrenaron y armaron en las Milicias Nacionales
Revolucionarias, y el pueblo todo se volcó a la vigilancia en los
Comités de Defensa de la Revolución, cuya creación fue anunciada
por Fidel sobre el eco de los estallidos de petardos
contrarrevolucionarios. El Ejército Rebelde y los Órganos de la
Seguridad del Estado elevaron su capacidad organizativa y combativa.
La Revolución aseguró un flujo creciente de armas procedentes de
los países socialistas. Cuba se convirtió desde entonces en un
pueblo de trabajadores y soldados.
Frente
a las agresiones y amenazas crecientes, las fuerzas populares se
organizaron, entrenaron y armaron en las Milicias Nacionales
Revolucionarias, y Cuba desde entonces se convirtió en lo que el
inolvidable Camilo Cienfuegos llamó el pueblo uniformado.
Paralelamente, el
Gobierno de Estados Unidos pasó también a acciones de fondo en el
orden económico. La primera medida fue la orden a las compañías
petroleras norteamericanas de reducir el suministro de combustible a
Cuba, del cual tenían hasta ese momento el monopolio absoluto. La
intención evidente era paralizar el país. Ante el gesto solidario
de la Unión Soviética, que asumió el abastecimiento de petróleo
a un país lejano de sus costas; el siguiente paso fue la negativa
de las refinerías norteamericanas en Cuba, en junio de 1960, a
procesar el crudo soviético, seguido poco después por otros dos
golpes al parecer demoledores: la supresión total de la cuota
azucarera cubana en el mercado de Estados Unidos, hacia el cual,
como ya se ha dicho, se exportaba la mayor parte de ese producto
fundamental de nuestra economía, y el embargo a las exportaciones
norteamericanas hacia Cuba. Poco después quedó establecido el
bloqueo económico total contra nuestro país, reforzado
progresivamente hasta niveles increíbles, que todavía hoy se
mantiene a contrapelo de la ley y la opinión internacionales.
La batalla de la
Revolución por su supervivencia había entrado en una fase
decisiva. Frente a la agresión económica abierta, la Revolución
replicó en forma contundente con la nacionalización de los
monopolios y todas las empresas de propiedad norteamericana en Cuba,
y en vista de la hostilidad declarada de la oligarquía nativa, en
activa postura contrarrevolucionaria, procedió a privarla de su
base económica nacionalizando también sus bancos y empresas.
La conciencia de nuestro
pueblo maduró vertiginosamente en esos meses cruciales de 1960. Se
derrumbó el efecto acumulado de medio siglo de coloniaje cultural,
adoctrinamiento ideológico e ignorancia o indiferencia políticas.
La propia lucha elevó la conciencia de las masas, aceró su
voluntad y les mostró cuál era el verdadero y único camino:
luchar en defensa de su Revolución.
PROMOCIÓN DE
ORGANIZACIONES CONTRARREVOLUCIONARIAS DENTRO DE CUBA
Ya desde mediados de
1959, ex militares y politiqueros vinculados a la tiranía
derrocada, oportunistas que participaron de la lucha contra Batista
y elementos de las capas sociales más altas que empezaban a ser
afectadas por las leyes y medidas reivindicadoras de la Revolución,
asumen una actitud abiertamente contraria al proceso revolucionario
y comienzan a nuclearse, con el aliento y complicidad de agentes
diversos del Gobierno norteamericano y, dentro de Cuba, de la
Embajada de los Estados Unidos, en organizaciones de carácter
contrarrevolucionario cuyos planes estaban encaminados a destruir el
proceso de transformación que se iniciaba.
Surge así La Rosa
Blanca, la primera organización de este tipo, integrada por
elementos del régimen anterior, como el ex teniente coronel Antonio
Soto —segundo jefe de la aviación batistiana—, Luisito Pozo
—hijo del ex alcalde de La Habana—, Rafael Díaz Balart —político
batistiano quien funje como secretario general de la organización—,
el criminal de guerra Merob Sosa y muchos otros personajes de
similar calaña, junto con algunos profesionales y representantes de
la oligarquía desplazada del poder. Esta organización mantenía
nexos con el dictador dominicano Rafael Leónidas Trujillo y otros círculos
gubernamentales en Santo Domingo. La actividad de La Rosa Blanca no
pasó de la esfera de la organización, la conspiración y la
elaboración de planes que en su inmensa mayoría fueron abortados.
En el mes de octubre de
1959 se integra el llamado Movimiento de Recuperación
Revolucionaria (MRR), cuyos dirigentes y miembros procedían
fundamentalmente de la Agrupación Católica Universitaria y de la
Juventud Obrera Católica. Esta organización y su principal
cabecilla, Manuel Artime, van a ser escogidos posteriormente por la
Agencia Central de Inteligencia para recibir un papel protagónico
dentro de sus planes de agresión contra Cuba.
A finales del propio
1959 se van creando una cantidad considerable de organizaciones
contrarrevolucionarias, que se iban formando sobre la base de la
psicología social de grupos —por las relaciones religiosas, políticas,
estudiantiles, etcétera—, lo cual propiciaba que los diferentes
grupos se integraran con una psicología propia y un fin común. Así,
por ejemplo, de los círculos religiosos surgen el Directorio
Revolucionario Estudiantil, el Movimiento Democrático-Cristiano y
el Movimiento Revolucionario del Pueblo; de los viejos partidos políticos
surgen la Organización Auténtica y el Movimiento Rescate; de los
primeros elementos disidentes de la Revolución nace el Movimiento
30 de Noviembre.
En el período que
comprende los años 1960-61, las organizaciones
contrarrevolucionarias crecieron en número y hombres. Se ha
estimado que en esta época llegaron a existir más de 300
organizaciones, en muchas de las cuales los Órganos de la Seguridad
del Estado lograron un alto nivel de infiltración hasta el punto de
que sus agentes llegaron a ocupar posiciones de dirección en varias
de ellas. No obstante, en sentido general estas organizaciones
desarrollaron una cantidad considerable de actividades criminales
contra el poder revolucionario, en algunos casos con recursos
propios, en otros con los que recibían de la CIA, que, como se ha
dicho, alentaba y dirigía las acciones de estos grupos.
La contrarrevolución
interna desata una ola de sabotajes y acciones de todo tipo que
cobran particular intensidad en los primeros meses del año 1961,
como parte de la creación de un clima que la CIA consideraba
propicio para el lanzamiento de la invasión mercenaria por Playa
Girón.
SABOTAJES,
INCURSIONES PIRATAS Y OTRAS ACCIONES TERRORISTAS
El 8 de julio de 1959,
apenas mes y medio después de la firma de la Ley de Reforma
Agraria, el Congreso de los Estados Unidos acordó otorgar mayores
facultades al Presidente para suspender la ayuda extranjera a todo
país que “confiscara propiedades americanas sin justa compensación
inmediata”. Es el mismo lenguaje de las notas diplomáticas
enviadas a Cuba. Una semana después, la Subcomisión de Seguridad
Interna del Senado norteamericano da inicio a una serie de
audiencias a desertores de las fuerzas armadas cubanas y del
Gobierno Revolucionario y a criminales de guerra de la tiranía
derrocada, reclamados como tales por las autoridades cubanas. El 12
de agosto comienza sus sesiones en Santiago de Chile la Quinta Reunión
de Consulta de los Ministros de Relaciones Exteriores de la
Organización de Estados Americanos, convocada para considerar “la
situación de tensión internacional en la región del Caribe”.
Entra en escena por primera vez la desprestigiada OEA como uno de
los instrumentos que a partir de ese momento utilizarán
preferentemente los Estados Unidos en su ofensiva diplomática y política
contra Cuba.
El Gobierno
norteamericano emprende simultáneamente una campaña de actividades
subversivas utilizando a sus representantes diplomáticos en La
Habana. El 8 de agosto las autoridades cubanas detienen al sargento
Stanley F. Wesson, acreditado como miembro del Servicio de Seguridad
de la Embajada de los Estados Unidos, y a otra empleada de la sede
diplomática, en una reunión de elementos contrarrevolucionarios en
la que se preparaban actos de sabotaje coordinados con los planes de
invasión a Cuba que se fraguaban por esa fecha en la República
Dominicana.
Comienza en estos meses
la campaña de vuelos sobre territorio cubano de pequeños aviones
procedentes de territorio norteamericano, con misiones tales como la
infiltración de agentes, armas y otros medios de apoyo a la
actividad organizada de la contrarrevolución interna, y la
realización de actos de sabotaje. El 6 de octubre de 1959 el
Gobierno Revolucionario impuso de esta actividad pirata al de los
Estados Unidos, y solicitó la inmediata adopción de medidas por
las autoridades norteamericanas para evitarlos. Sin embargo, pocos días
después estas incursiones se intensificaron. Quedaba desde ese
momento en evidencia que el Gobierno de los Estados Unidos no era
ajeno a estas acciones, ejecutadas por sus agencias o toleradas por
ellas.
El 26 de octubre el
Gobierno de los Estados Unidos negaba la utilización de su
territorio como base para los vuelos piratas sobre Cuba. Pocas horas
más tarde el desertor Pedro Luis Díaz Lanz, ejecutor de muchas de
estas acciones, reconocía públicamente que los aviones empleados
en ellas tenían sus bases en la Florida y el 1ro de noviembre era
descubierto uno de esos aparatos en el aeropuerto de Pompano Beach.
A continuación, algunas
de las acciones de este tipo más notorias durante esos meses:
El 11 de octubre de 1959
un avión lanzó dos bombas incendiarias sobre el central Niágara,
en la provincia de Pinar del Río. El 19 de octubre otras dos bombas
fueron arrojadas desde el aire sobre el central Punta Alegre, en la
provincia de Camagüey. El 21 de octubre un avión bimotor ametralló
la ciudad de La Habana, provocando varios muertos y decenas de
heridos, mientras otra avioneta arrojaba propaganda
contrarrevolucionaria. El 22 de octubre fue ametrallado un tren de
pasajeros en la provincia de Las Villas. El 26 de octubre sendas
avionetas atacaron los centrales Niágara y Violeta.
A partir del mes de
enero de 1960, ya en pleno desarrollo la zafra azucarera de ese año,
se multiplicaron los vuelos sobre cañaverales. El día 12 solamente
fueron incendiadas desde el aire 500 mil arrobas de caña en la
provincia de La Habana. El día 30 se perdieron más de 50 000
arrobas en el central Chaparra, en Oriente, y el 1ro de febrero
fueron incendiadas más de 100 000 arrobas en la provincia de
Matanzas. Pero no cesaron otras acciones de terrorismo aéreo: el 21
de enero un avión arroja cuatro bombas de cien libras sobre la zona
urbana de Cojímar y Regla, en La Habana.
El 7 de febrero de 1960
una avioneta incendia 1,5 millones de arrobas de caña en los
centrales Violeta, Florida, Céspedes y Estrella, en Camagüey.
El 18 de febrero un avión
que bombardeaba el central España, en la provincia de Matanzas, fue
destruido en el aire por una de sus propias bombas. El piloto fue
identificado como Robert Ellis Frost, ciudadano norteamericano. La
carta de vuelo registraba la salida del avión del aeropuerto de
Tamiami, en la Florida. Por otros documentos hallados en el cadáver
se descubre que en tres ocasiones anteriores el piloto había
realizado incursiones piratas sobre Cuba.
El 23 de febrero varias
avionetas riegan cápsulas incendiarias en las fábricas de azúcar
Washington y Ulacia, en Las Villas, así como en Manguito, región
de la provincia de Matanzas. El 8 de marzo otra avioneta lanza
materias inflamables en la zona de San Cristóbal e incendia más de
250 000 arrobas de caña.
Junto a las misiones de
bombardeo, ametrallamiento y quema, se suceden en esta etapa los
vuelos sobre La Habana y casi todas las demás provincias del país
con el propósito de diseminar propaganda subversiva. Solamente en
los tres primeros meses de 1961 se registraron decenas de vuelos de
ese tipo. En un informe elaborado a raíz de la derrota de la invasión
por Playa Girón, el entonces inspector general de la CIA, Lyman
Kirkpatrick, apuntaba “que en el momento de la invasión se había
dejado caer sobre Cuba un total de 12 millones de libras de
volantes” de propaganda contrarrevolucionaria.
Mientras se desarrollaba
esta escalada de acciones terroristas desde el aire, el Gobierno de
los Estados Unidos había emprendido una serie de maniobras diplomáticas
destinadas a obstaculizar la adquisición por parte de Cuba de los
medios necesarios para la defensa del territorio frente a estas
incursiones aéreas piratas, incluida la presión sobre el Gobierno
de Gran Bretaña para impedir la venta a Cuba de quince aviones de
combate. El 13 de noviembre de 1959 el Gobierno Revolucionario de
Cuba acusó al de Estados Unidos por estas maniobras destinadas a
impedir su legítimo derecho de adquirir los medios para la defensa
del país. Cinco días después ratificó su decisión de adquirir
esos medios donde pudiera conseguirlos.
El hecho más
significativo en la cronología de acciones dirigidas a impedir el
reforzamiento de la defensa del país, fue la voladura del vapor
francés La Coubre el 4 de marzo de 1960. El buque había cargado en
puertos europeos un importante lote de armamentos y parque adquirido
por el Ejército Rebelde. El cargamento fue saboteado por agentes de
la CIA en alguno de los puertos de embarque, y los artefactos
explosivos colocados hicieron explosión ese día en el puerto de La
Habana mientras se realizaban las operaciones de descarga. Las
cargas fueron programadas de suerte que la segunda estallara con un
intervalo suficiente como para asegurar que el buque y el muelle
aledaño estuviesen lo más llenos posible de personal que habría
acudido en auxilio de las víctimas de la primera explosión. Las
explosiones dejaron un saldo de más de 100 muertos y más de 200
heridos.
El 21 de marzo es
derribada cerca de Matanzas la avioneta pilotada por los
norteamericanos Howard Lewis Rundquist y William J. Shergales, y el
12 de mayo es abatida al este de La Habana, cerca de la costa, otra
avioneta pilotada por el también norteamericano Edward Duke, cuyo
cadáver es entregado a la representación diplomática de los
Estados Unidos.
En los meses de marzo y
abril los vuelos sobre cañaverales fueron casi diarios. A partir
del mes de mayo de 1960 se hicieron menos frecuentes, a la vez que
comenzaba el incremento de actividades de sabotaje de otra índole,
tales como secuestros de aviones, atentados terroristas y otros
actos que culminaron en la destrucción de la tienda El Encanto el
13 de abril de 1961. La complicidad, y participación directa en
muchos casos, de la Agencia Central de Inteligencia de los Estados
Unidos en estos hechos quedó demostrada también por las
declaraciones posteriores de diversos cabecillas
contrarrevolucionarios, responsables directos de estas actividades.
Paralelamente a esta
campaña de terrorismo desde el aire, durante los meses finales de
1959 la contrarrevolución interna, con el apoyo directo de las
agencias del Gobierno de los Estados Unidos, incrementó sus
actividades subversivas y terroristas de otra índole. A continuación
una brevísima enumeración de algunas de las principales acciones
de ese tipo y otros hechos relacionados con ellas en esta etapa.
El 21 de septiembre de
1959 son detenidos en el curso de una reunión con alrededor de
veinte elementos contrarrevolucionarios los norteamericanos Austin
Young, alias Jim Smith —jefe de los conspiradores—, y Peter John
Lamblon, mientras planificaban la realización de acciones
terroristas. El 15 de junio de 1960 tocó el turno a los agregados
de la Embajada de los Estados Unidos, Edwin L. Sweet y William G.
Friedman, agentes del FBI, quienes son sorprendidos en plenas faenas
conspirativas y expulsados del país.
Los locales de los periódicos
Revolución y La Calle, órganos de prensa revolucionarios, son
objeto de ataques con granadas o cócteles Molotov. El 15 de febrero
de 1960 es incendiada la tienda por departamentos Ten Cent de la
ciudad de Santa Clara. Cines, tiendas, oficinas, fábricas,
escuelas, son objeto de atentados terroristas con explosivos o
sustancias incendiarias, casi siempre en momentos en que están
llenos de público. El 27 de octubre de 1960 muere el niño de 13 años
Juan Alberto Jiménez Yupart como resultado de uno de estos
atentados en la calle Estrella, en La Habana.
En ese mes de octubre
fue denunciada la actividad de la estación de la CIA en la Embajada
norteamericana en La Habana, en las personas del coronel Erickson S.
Nichols y el mayor Robert Van Horn, ambos agregados militares. El
objetivo de estos espías era estimular la contrarrevolución en la
ciudad de La Habana mediante la puesta en práctica de un amplio
plan subversivo que incluía la voladura de la refinería de petróleo
Ñico López y de la planta eléctrica de Tallapiedra.
Durante los meses
anteriores a la invasión cobra impulso la actividad de infiltración
clandestina de agentes y grupos en territorio cubano, lo cual
resultaba coherente con la intención de crear todas las condiciones
internas posibles para el éxito de lo que se consideraba el
puntillazo al régimen revolucionario. Para tan delicada misión la
CIA decidió utilizar muchas veces a agentes norteamericanos.
El 5 de octubre de 1960
desembarca en la bahía de Navas, entre Moa y Baracoa, en la cosa
norte de la provincia de Oriente un grupo de 27 infiltrados al
frente de los cuales venían cuatro norteamericanos, pero son todos
capturados por fuerzas rebeldes y de las milicias campesinas. Otro
grupo de seis norteamericanos es descubierto poco tiempo después
tras haber desembarcado por un punto de la costa norte de Pinar del
Río.
En diciembre de 1960 se
decretaría la primera movilización de combate del pueblo miliciano
de Cuba ante las amenazas anunciadas de una invasión, previo al
cambio de mandato presidencial de Eisenhower a Kennedy que se
produciría el 20 de enero. Por lo pronto el 3 de enero se llevó a
cabo el rompimiento de relaciones entre ambos países.
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