GIRÓN el primer
capítulo de nuestra resistencia (III parte)
En los primeros meses de
1961 fueron ocupados en algunos cayos de las costas de Pinar del
Río y Las Villas y en otros puntos dentro del territorio de la Isla
grandes lotes de armas introducidos clandestinamente. En abril fue
descubierto y capturado en Pinar del Río un cargamento de ocho
toneladas de armas, explosivos y pertrechos introducidos por dos
infiltrados norteamericanos que fueron capturados.
El 3 de enero de 1961, el Gobierno de Estados Unidos rompió relaciones diplomáticas con Cuba. La gráfica captó el instante en que el vendedor del periódico Revolución, órgano oficial de la Revolución, voceaba las principales noticias del día precisamente frente a la agitada sede de la embajada norteamericana, la hoy Oficina de Intereses.
El 13 de marzo de 1961
es infiltrado en Cuba el traidor Humberto Sorí Marín con un gran
cargamento de armas e indicaciones de la CIA de gestionar la unión
de la mayor cantidad posible de organizaciones
contrarrevolucionarias. Una misión no menos priorizada de este
agente fue crear condiciones para la realización de un atentado al
Comandante en Jefe.
En pleno apogeo de la
campaña de sabotajes, promoción de organizaciones y bandas
contrarrevolucionarias y terrorismo desde el aire, llevada a cabo
con el estímulo y la evidente participación y complicidad de las
autoridades de los Estados Unidos, el 26 de enero de 1960 el
Presidente norteamericano, Dwight D. Eisenhower, declara
públicamente que "el Gobierno de los Estados Unidos se adhiere
estrictamente a su política de no intervención en los asuntos
internos de otros países, incluida Cuba", y afirma con insuperable
cinismo que, al propio tiempo, "ve con creciente preocupación la
tendencia de los voceros del Gobierno cubano [...] a crear la
ilusión de actos agresivos y actividades conspirativas dirigidas
contra el Gobierno cubano y atribuidas a las autoridades o agencias
de los Estados Unidos". Al día siguiente, el Gobierno
Revolucionario reitera de nuevo su disposición a negociar las
diferencias de opinión existentes con los Estados Unidos y a
discutirlas "sin reservas y con absoluta amplitud" sobre la base del
respeto mutuo y el beneficio recíproco.
Pero aún el fariseísmo
llegaría más lejos: el 8 de abril, en carta a un grupo de
estudiantes chilenos, el Presidente norteamericano sostuvo
oficialmente, por primera vez, la especie de la "traición" a los
ideales revolucionarios por parte del Gobierno cubano —argumento
usado desde entonces por la contrarrevolución—, y expresó
paladinamente: "Permítaseme asegurarles que la idea de una
intervención extranjera en los asuntos cubanos es tan desagradable
a los Estados Unidos como lo es la intervención en los asuntos
internos de cualquier otra república americana".
El fenómeno del bandidismo fue estimulado, organizado, dirigido y apoyado por la CIA como parte fundamental de su estrategia contra la Revolución Cubana. En la foto, milicianos en el Escambray, durante aquellas combativas jornadas de 1960, en el momento en que recobran uno de los paracaídas que trasportaban armamentos.
Ya para entonces, el
propio Eisenhower había firmado la orden ejecutiva en la que
autorizaba la ejecución de los planes para la invasión a Cuba: el
17 de marzo, en efecto, el Presidente norteamericano había ordenado
al director de la CIA, Allen Dulles, que comenzara "la preparación
de una fuerza armada de cubanos exiliados que sería utilizada para
invadir a Cuba, derrocar la Revolución y restablecer el sistema
demócrata representativo".
Como ya se dijo, en los
meses inmediatamente anteriores a la invasión por Playa Girón se
intensifica la campaña de sabotajes y otras acciones terroristas
como parte de un plan deliberado de la CIA para crear un clima que
los estrategas norteamericanos considera-ban propicio, a partir de
su errónea evaluación del grado real de malestar y oposición
interna al Gobierno Revolucionario. Un análisis de los servicios de
seguridad cubanos, elaborado el 16 diciembre de 1960, evidenciaba la
creciente actividad contrarrevolucionaria. Entre los meses de
septiembre y diciembre, se cometieron más de cincuenta violaciones
aéreas en la provincia de La Habana, muchas de ellas con la
finalidad de distribuir propaganda contrarrevolucionaria y lanzar
bombas sobre objetivos estratégicos de la capital. En ese mismo
periodo se reportaron más de cien acciones de sabotaje y actos
terroristas contra la población.
Entre los hechos más
significativos que ocurren en el mes de diciembre de 1960, cabe
mencionar el incendio provocado el día 15 en los estudios de la
emisora radial CMQ en La Habana; la bomba colocada en la Universidad
de La Habana que, además de los daños causados, hirió gravemente
a un estudiante; el sabotaje del cine Caridad, en Marianao, con un
saldo de siete jóvenes heridos, y la destrucción total y parcial,
respectivamente, por el fuego de las tiendas La Época y Flogar, dos
de las mayores de La Habana. En el resto del país también se
incrementó la actividad terrorista: incendios de casas de tabaco en
Pinar del Río, 39 acciones de diverso tipo en Las Villas, 16
sabotajes y un asalto a una estación de policía en Camagüey y
siete sabotajes de envergadura en Santiago de Cuba.
El 26 de febrero de 1961
es colocado fósforo vivo en la tienda El Encanto, de Santiago de
Cuba. Dos días después ocurre un atentado terrorista a la Nobel
Academy en La Habana, que produce un saldo de nueve estudiantes y
una profesora heridos.
El 3 de marzo una bomba
colocada en el Consolidado de la Construcción en Rancho Boyeros
ocasiona la muerte del obrero de 18 años José María Méndez
Marrero. Tres días después era asesinado el miliciano Carlos
Rodríguez Borbolla, en el interior de una nave de almacenamiento de
papel periódico, en La Habana, incendiada posteriormente. El día
11 un sabotaje efectuado a las torres de servicio eléctrico en el
barrio habanero de la Víbora deja sin fluido eléctrico a una
amplia zona de La Habana. El día 14 estallan incendios simultáneos
en las sucursales de los establecimientos denominados Ten Cent en
las calles Monte, Obispo y Habana, en la capital del país. El 21 de
marzo es asesinado en Puerto Padre, Oriente, el miliciano Ángel
Torres López.
El 2 de abril un
sabotaje a la revista Verde Olivo ocasiona la muerte al obrero
Rigoberto Sierra. Ese mismo día se frustra el sabotaje al cine City
Hall, en La Habana, al ser capturado el saboteador con cinco frascos
de fósforo vivo. El día 4 un incendio provocado destruye un
almacén y 180 000 sacos de azúcar en el central Hershey, en Santa
Cruz del Norte. El día 7 es saboteada la conductora central de agua
de la Cuenca Sur y se interrumpe el suministro de agua en gran parte
de la ciudad de La Habana por 48 horas. El 13 de abril, dos días
antes del lanzamiento del ataque aéreo previo a la invasión de
Girón, un sabotaje con fósforo vivo destruye totalmente el
edificio ocupado por la tienda El Encanto, en la capital, y ocasiona
la muerte de la trabajadora y miliciana Fe del Valle.
FOMENTO DE BANDAS
ARMADAS: LA LUCHA CONTRA BANDIDOS
La primera banda
contrarrevolucionaria apareció ya a principios de abril de 1959 en
la provincia de Pinar del Río, cuando un cabo del Ejército
batistiano, Luis Lara Crespo, se escapó de la prisión donde se
encontraba y contactó con un grupo de elementos comprometidos con
la dictadura con el propósito de emigrar clandestinamente, pero
sometido a una tenaz persecución se vio obligado a alzarse en las
montañas. La última banda organizada que resultó liquidada fue la
de Juan Alberto Martínez Andrade, cuyos integrantes fueron
capturados en octubre de 1965.
Puede afirmarse
categóricamente que la inmensa mayoría de estas agrupaciones, y
prácticamente la totalidad de ellas a partir de la segunda mitad de
1960, fueron promovidas, organizadas, abastecidas y apoyadas de
diversas maneras por la Agencia Central de Inteligencia de los
Estados Unidos. Las evidencias documentales, testimoniales y factual
que constan al respecto en los archivos de los Órganos de Seguridad
cubanos, son tantas que resulta imposible describirlas en este
recuento. La propia documentación secreta norteamericana que ha ido
siendo desclasificada en los Estados Unidos en los últimos años,
corrobora de manera inequívoca que el fenómeno del bandidismo fue
estimulado, organizado, dirigido y apoyado por la CIA como parte
fundamental de su estrategia contra la Revolución Cubana.
En una guerra irregular
como la que los Estados Unidos impusieron a la Revolución Cubana
apenas triunfó, es muy difícil obtener datos estadísticos
precisos ni reconstruir cronologías exactas, sin correr el riesgo
de olvidar hechos importantes. No obstante, en el caso de la lucha
contra las bandas contrarrevolucionarias se pueden citar algunas
cifras que permiten ilustrar la violencia que caracterizó este
enfrentamiento.
Aunque, como es sabido,
el teatro principal de operaciones de estas bandas fue la zona del
Escambray, en la antigua provincia de Las Villas, el fenómeno de
las bandas contrarrevolucionarias tuvo alcance nacional, con
incidencia mayor o menor en cada una de las seis provincias en que
estaba dividido el territorio nacional. A continuación se ofrece un
resumen por provincias del desarrollo de este enfrentamiento.
En la provincia de Pinar
del Río existió un total de 21 bandas que agruparon alrededor
de 255 hombres alzados y decenas de colaboradores. Estas
agrupaciones llevaron a cabo en siete años, entre 1959 y 1965, más
de 50 acciones de diferentes tipos, como asaltos a casas de
campesinos, granjas y tiendas del pueblo, donde robaban y quemaban
todo lo que podían, ataques a medios de transporte y pequeños
objetivos militares —a los que en muchas ocasiones también
incendiaban—, sabotajes contra objetivos económicos, incluidos
cañaverales, atentados contra milicianos aislados y asesinatos de
civiles. Como consecuencia de estas acciones se produjeron 14
asesinatos de personas indefensas, 14 muertos en combate por parte
de las fuerzas revolucionarias entre miembros del Ejército Rebelde,
las Milicias y la Seguridad del Estado, 25 heridos entre los
registrados en los enfrentamientos y los campesinos que sufrieron
heridas a manos de los bandidos y 3 asesinatos de alzados a manos de
sus propios compinches.
En las zonas rurales de
la provincia de La Habana hubo que enfrentar a 9 bandas que llegaron
a incorporar a unos 78 alzados apoyados por decenas de
colaboradores, quienes durante varios años se dedicaron a agredir
la economía agrícola, principalmente a quemar cañaverales,
sabotear la producción de leche y dañar la masa ganadera. También
incendiaron viviendas, escuelas, ómnibus y otros objetivos,
asaltaron granjas, agredieron a campesinos e incluso atentaron
contra la vida de dos dirigentes campesinos. Además de todos estos
hechos, estas bandas se dedicaron a robar arroz, carne salada,
conservas, aves de corral, carneros, escopetas de caza y cartuchos y
de todo lo que pudieron para poder sobrevivir.
Al verse obligados a
enfrentar las operaciones militares de las fuerzas revolucionarias,
causaron un muerto y cinco heridos. En otras acciones asesinaron a
un agente de la Seguridad del Estado y a un colaborador. Asaltaron a
varios milicianos aislados con un saldo de tres muertos, dieron
muerte en una emboscada a un sargento del Orden Público y un
miliciano, y asesinaron a cinco civiles en distintas acciones. Y,
como si fuera poco, fueron los actores directos de la muerte de un
niño de 11 años. En total, en La Habana hubo un saldo de 21
personas afectadas por la acción de los bandidos: 13 muertos y 8
heridos, además de los daños materiales causados.
La guerra contra las
bandas fue más costosa en la provincia de Matanzas, tanto en
pérdidas humanas como materiales. En el territorio actuaron 43
bandas, que llegaron a agrupar alrededor de 605 alzados y varios
centenares de colaboradores. Las principales acciones combativas
reportadas sumaron 21, con 30 combatientes muertos y 36 heridos.
Como consecuencia de las
acciones de los bandidos, se registraron dos niños muertos y otros
dos y la madre heridos graves en un solo hecho, un niño asesinado
en otro incidente y un maestro secuestrado y asesinado.
Los hechos cometidos por
las bandas pueden resumirse como sigue: catorce emboscadas contra
vehículos, cuatro asaltos a trenes, dos ataques a puestos de
milicias, con un muerto y dos heridos, dieciséis ataques a bateyes
y viviendas campesinas, once ataques a cooperativas, tiendas y
granjas del pueblo, dieciséis asaltos a milicianos aislados, más
de veinte sabotajes contra el tendido eléctrico, instalaciones
agrícolas, cañaverales y otras cosechas, incendios de viviendas,
escuelas rurales, una tienda del pueblo y cuatro vehículos,
secuestros de campesinos. Se produjeron además innumerables robos
de armas, ropa, calzado, reses, aves y productos agrícolas,
fundamentalmente en granjas estatales.
El saldo final de bajas
entre la población rural y las fuerzas revolucionarias fue de 61
muertos y 70 heridos. En total, unas 133 personas sufrieron
directamente las consecuencias de esta confrontación.
La antigua provincia de
Las Villas fue, como ya se ha dicho, la zona donde más desarrollo
alcanzó este tipo de lucha, debido al apoyo material y financiero
que recibió por parte de la CIA por intermedio de las principales
organizaciones contrarrevolucionarias y donde el enemigo encontró
mejores condiciones geográficas y socioeconómicas. En total se
registraron unas 168 bandas que sumaron 2 005 alzados
contrarrevolucionarios y varios miles de colaboradores,
fundamentalmente familiares de los bandidos. Solamente en el
Escambray operaron 136 bandas.
Entre los principales
hechos cometidos se incluyen asaltos a casas de campesinos, cinco
ataques a pequeños puestos militares, una treintena de ataques a
diferentes objetivos civiles, el secuestro de 18 personas y el
asesinato de 12 milicianos, 70 civiles (principalmente campesinos y
trabajadores agrícolas), tres maestros voluntarios (Conrado
Benítez, Manuel Ascunce y Delfín Sen Cedré), un militar y dos
agentes de la Seguridad del Estado. El 30 de noviembre de 1960 cae
durante las operaciones contra las bandas el comandante del
Ejército Rebelde Piti Fajardo. En todos estos hechos no están
incluidos los innumerables robos cometidos en los lugares que
asaltaban. En materia de sabotajes contra la economía agrícola se
destacan los cientos de miles de arrobas de caña quemadas.
En total se han
registrado en la lucha contra bandidos en Las Villas 145 muertos y
103 heridos, sumando las bajas en combate de las fuerzas
revolucionarias y los asesinatos cometidos por los bandidos.
En Camagüey actuaron
solamente cuatro bandas que llegaron a aglutinar unos 23 alzados.
Los bandidos llevaron a cabo 49 acciones de cierta envergadura,
entre ellas quemas de escuelas, viviendas y tiendas del pueblo,
asaltos y tomas de caseríos, ataques directos a objetivos
económicos y a pequeños puestos de milicias y asaltos a vehículos
de transporte. Igual que en otras provincias, también quemaron
cañaverales para afectar el principal rubro económico nacional.
Como consecuencia de sus acciones causaron la muerte a 14 personas,
en su mayoría milicianos, y heridas a 25.
Por último, en la
antigua provincia de Oriente, donde el fomento de las bandas de
alzados contrarrevolucionarios estuvo particularmente estimulado
desde la base naval de los Estados Unidos en Guantánamo y por más
de catorce infiltraciones de grupos comandos entrenados, armados y
financiados por la CIA, hubo 54 bandas de alzados
contrarrevolucionarios que sumaron 1 029 bandidos. Entre sus
principales fechorías se cuentan ataques a tiendas del pueblo y
granjas, asesinatos de milicianos, quemas de escuelas y otras
instalaciones, para un total registrado de 79 acciones. Las bajas de
las fuerzas revolucionarias fueron 23 muertos, casi todos caídos en
combate, y 30 heridos. Una de las víctimas fue el comandante del
Ejército Rebelde Pancho Tamayo, asesinado el 7 de abril de 1960 por
un bandido.
Las bandas
contrarrevolucionarias recibieron en todo momento apoyo material
directo por parte del Gobierno de los Estados Unidos y sus agencias
oficiales. Eran frecuentes los vuelos de aviones y avionetas,
procedentes del territorio norteamericano, sobre las montañas del
Escambray y otras zonas de operaciones de las bandas, en los que se
dejaban caer en paracaídas lotes de armas, municiones y otros
pertrechos militares. No pocos de estos envíos caían en manos de
las fuerzas revolucionarias cubanas, con lo que resultaba muy fácil
probar la procedencia de esa ayuda.
El primer envío
registrado ocurrió el 27 de junio de 1959 en la provincia de Pinar
del Río, y las armas lanzadas fueron recuperadas por campesinos de
la zona y entregadas al Ejército Rebelde. El 26 de enero de 1960 se
efectuó el primer envío registrado en la provincia de Las Villas.
El 10 de octubre de 1960
fueron capturados 102 contrarrevolucionarios en el Escambray y
ocupado abundante equipo militar de características tales que
probaban que solo el Gobierno de los Estados Unidos podía haberlo
suministrado. El 7 de enero de 1961 fuerzas del Ejército Rebelde
ocupan gran cantidad de armas de fabricación norteamericana
lanzadas por aviones procedentes de los Estados Unidos sobre las
sierras cercanas a la ciudad de Trinidad, en la provincia de Las
Villas. El lanzamiento masivo de pertrechos bélicos para las bandas
que operaban en el Escambray, codificado por la CIA con el nombre de
Operación Silencio, fue descifrado y neutralizado por los Órganos
de Seguridad cubanos gracias, entre otras razones, a la labor de
agentes cubanos infiltrados en las filas contrarrevolucionarias.
Muchas de estas armas y medios bélicos norteamericanos fueron
exhibidos en la base del monumento a José Martí, en la Plaza de la
Revolución de La Habana.
El propio inspector
general de la CIA en la época, Lyman Kirkpatrick, reconoció no
solo la existencia de estas operaciones de suministro de las bandas
que operaban en Cuba, sino también su fracaso, en un informe
recientemente desclasificado por el Gobierno de los Estados Unidos: "En
total, alrededor de 151 000 libras de armas, municiones y equipos se
enviaron por aire. Pero no se lanzaron realmente más de 69 000
libras de todo eso, pues el resto fue devuelto a la base. De estas
69 000 libras, por lo menos 46 000 fueron capturadas por las fuerzas
de Castro, que se apoderaron de diez cargamentos, mientras que
nuestros agentes solo pudieron recuperar tres".
En resumen, entre 1959 y
1965 actuaron a todo lo largo y ancho del territorio nacional 299
bandas que sumaron 3 995 alzados contrarrevolucionarios,
organizados, dirigidos, financiados, abastecidos y estimulados por
los servicios de espionaje y subversión de Estados Unidos, que
utilizaron a varias organizaciones contrarrevolucionarias como
fachada para encubrir su participación directa en esta guerra. Unos
100 000 hombres participaron en total en la lucha contra los alzados
en las seis provincias. El total general de bajas que tuvo que
sufrir el pueblo fue de 285 muertos y 261 heridos.
GIRÓN
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