Iniciativa que tiene…

Sabor a Cuba

Además de producir viandas, hortalizas y granos, los mambises tuneros rescatan voluntariamente algo de cuya gratitud se encargará cada vez más el tiempo

Pastor Batista Valdés
Fotos Ernesto Peña Leyva

"Las playas, el color del cielo, las personas, las frutas de este país…"

Generalmente son esas las cosas que más admiran o por las que más visitan nuestro Archipiélago quienes arriban a él.

Y todas están, desde luego, entre las que más suele añorar cualquier cubano cuando permanece cierto tiempo fuera de la nación.

Por ello, resulta tan atinado el empeño que continúan poniendo los integrantes de la División Mambisa Mayor General Vicente García, de la provincia de Las Tunas, a favor del rescate y fomento de especies de árboles frutales.

Muy a pesar de ellos, Las Tunas no solo está entre los territorios más deforestados de Cuba, sino también entre los que menos frutas tienen.

EL PROPÓSITO ES RESCATAR E INCREMENTAR LA PRODUCCIÓN DE FRUTAS

Para Róger Enrique Mastrapa, jefe de la División y promotor de ese movimiento en creces, quedó claro desde el principio que todo esfuerzo sería estéril sin el grado de organización y de motivación humana que propósitos así requieren.

"Por eso —explica— lo primero que hicimos fue promover e incentivar la siembra de frutas en las 42 unidades de nuestra división. Y puedo decirte que hoy los frutales cubren unas 900 hectáreas, intercalados con otros cultivos o en pequeños espacios destinados a ese fin."

Pero no se detuvieron ahí los mambises agrícolas tuneros. Desde hace seis años echaron a andar una finca experimental, donde hoy crecen 103 de las 162 variedades de frutas que, según las instituciones especializadas, existen en el país.

Además de esa alternativa, que permite rescatar variedades en franco peligro de extinción, así como aviverar y aportar especies, la División ideó la feliz iniciativa de promover entre vecinos y familias la siembra de aquellas frutas y árboles que dan nombre a cientos de comunidades y parajes de la geografía tunera… ¿y por qué no?, también nacional.

Así, mientras los habitantes de El Mango, en la carretera que une a Las Tunas con Puerto Padre, hacen cada vez más gala de ese nombre, otros no ven exactamente un dilema en el propósito de honrar el terruño que cada día pisan, con la siembra de guanábanas, marañones, dátiles, naranjos, corojos, canisteles, almendros…

Mastrapa y sus obreros del surco y del Sol también se propusieron llevar ese ímpetu hasta cada patio familiar. Y si bien los resultados todavía pueden "rendir mucho más fruto", es indudable que hoy centenares de familias aprecian las ventajas que les reporta haber plantado aquella postura de limón, de guayaba o de cerezas en una esquina del patio.

"Es interesante —afirma Róger Enrique— la manera en que desde toda la provincia nos aportan semillas e incluso cómo nos han llegado variedades procedentes de otras regiones del país."

Así, expectativas y realidades mantienen un ascenso que alienta. Ahora muchas personas saben que árboles como el caguairán, el guáimaro o el mije —existentes ya en la finca— también aportan su fruto, a la vez que "han reclamado el derecho a su espacio" otros como el noni (con propiedades medicinales), la bija, el laurel o la pimienta dulce: muy útiles para condimentar alimentos.

Todo ese trabajo a favor de las frutas es una contribución tan voluntaria como las miles de horas que esos hombres han dedicado a laborar en la finca experimental.

Mientras tanto, producir viandas, hortalizas y granos (razón de ser de la División) sigue siendo la razón que los ocupa cada mañana, desde que el Sol nace hasta que se pone, o lo que es igual: desde que nuestros hijos parten hacia sus escuelas y los adultos hacia sus centros laborales, hasta que, sentados frente al mar, miles de visitantes admiran la belleza del atardecer, la tranquilidad de Cuba o la singularidad de nuestras frutas.

 

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