Sepelio de Ibrahim
Ferrer
Aplausos en la
despedida
Omar
Vázquez
En la necrópolis de
Colón, ayer, brotaron espontáneamente los aplausos de la multitud
que acudió a despedir a Ibrahim Ferrer, mientras se escuchaba su
interpretación del bolero Mil congojas, de Juan Pablo Miranda, uno
de sus favoritos.
Ante
Caridad Díaz Sureda, su viuda, sus hijos y otros familiares y
compañeros de labor artística, en ceremonia fúnebre que contó
con la presencia de Rafael Bernal, viceministro de Cultura, tras
cubrir su féretro con numerosas coronas, entre ellas la que rezaba:
"A Ibrahim, de Fidel Castro", Eduardo Rosillo, el conocido locutor y
director de programas de Radio Progreso, despidió el duelo, de
quien, por su extrema sencillez, pensaba que "todo cubano era parte
de los suyos". Rosillo evocó la oportunidad que tuvo desde la
adolescencia de haber sido testigo de cómo, a partir de las capas
humildes de nuestro pueblo, se fueron creando en Ibrahim esas
condiciones que lo llevaron a ser figura verdaderamente grande en el
canto a escala universal, sin nunca dejar de ser sencillo, asequible
y humano.
Destacó, además, que "Ibrahim
se coló a fuerza de sentimiento sincero en el alma de cuanto hombre
humilde sentía en aquellas melodías, la oportunidad de cantarles a
la madre, la esposa, o a la Patria". Por eso, subrayó, "simplemente
le recordamos al amigo que otra vez estamos a tu lado, y en nombre
de esta honrosa Patria que lo tiene entre sus hijos valiosos, le
damos gracias por habernos hecho más grata la vida, y habernos
regalado la oportunidad de ser mejores seres humanos".
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