Carta de René González Sehwerert a Elián

 

3 de mayo del 2005

"Año de la Alternativa Bolivariana para las Américas"

Querido sobrino Elián:

Espero me perdones si te considero mi sobrino. Hace más de cinco años que te convertiste en alguien familiar para cada cubano digno cuando cada uno de ellos, de acuerdo a sus edades y circunstancias, decidió adoptarte con un lazo de cariño distinto. Entonces me tomé el atrevimiento de hacerte mi sobrino. Hijo no pude, pues ya tienes un papá demasiado grande.

Ahora nosotros nos encontramos en similares circunstancias, y desde Cuba nos llega toda suerte de mensajes, con su carga de cariño, en que se nos declara hijos o nietos, o hermanos de algún digno compatriota. Como eres uno de ellos, aprovecho para decirte que puedes adoptarme como lo que quieras. En cualquier capacidad, en mí siempre tendrás un amigo.

Esta carta me la inspiró uno de esos mensajes, en este caso hablado, que me llegó a través de las ondas radiales. Se trata del que leíste en la Tribuna Antimperialista, en ocasión del quinto aniversario de la reunificación con tu papá después de cinco amargos meses.

Tu voz limpia y clara de niño feliz me devolvió a aquellos terribles días en que viví, desde la impotencia y el anonimato de una celda, cada segundo de la orgía de resentimientos que se volcó sobre ti. No sé si algún día habré de contarte sobre eso. Tal vez nunca valga la pena.

Prefiero revivir los momentos gloriosos de aquella lucha. La presencia de tus dos nobles abuelitas que en las más adversas condiciones, con solo ser ellas mismas, abrieron el primer agujero a aquella urdimbre levantada con tanto esfuerzo, recursos y corrupción. La llegada de tu familia y aquella hermosa sonrisa de tu hermanito, como un mal presagio para tus secuestradores. La dignidad inconmovible e incorruptible de tu papá. La imagen de aquella feliz reunificación. Tu regreso a la Patria.

Todo eso me venía a la mente mientras te escuchaba, llenándome de alegría. Entonces, como si ya no fuera suficiente, pronunciaste el nombre de mi hija Ivette.

Fue entonces que decidí hacerte estas líneas para expresarte mi agradecimiento. Gracias por tu sensibilidad y por acordarte de mi niña. Gracias por reiterarme que el futuro por el que luchamos justificará, en cubanos como ustedes, todos nuestros esfuerzos. Gracias por alimentar la certeza de que volveremos; de que un día feliz Ivette y yo emprenderemos juntos la ruta que nos llevará a conocernos.

Cuando llegue ese momento espero tener la suerte de conocerte. Mientras tanto, en mi celda siempre habrá espacio para el cariño que te profesa este cubano atrevido que un día se tomó la libertad de declararte, por decreto personal, como su sobrino.

Un abrazo de tu tío,

René González Sehwerert

 

· Tengo el privilegio de ser su amigo
· Discurso de Elián González
· Breves datos de interés de la Enseñanza Primaria

 

| Portada  | Nacionales | Internacionales | Deportes | Cultura |
| Cartas | Comentarios | Ciencia y Tecnología | Lapizcopio| Especiales |

SubirSubir