BOGOTÁ, 23 de junio (PL).—
La aprobación del polémico proyecto para legalizar la
desmovilización de los paramilitares deja hoy un muy mal sabor en
Colombia por la intolerancia y los fuertes roces entre el Gobierno y
los opositores a esa iniciativa.
Después de poco más de dos años de
debates en el Congreso, los legisladores terminaron sancionando una
iniciativa gubernamental que para muchos analistas y observadores
locales no conducirá a la paz ni al desmonte del paramilitarismo en
esta nación andina.
Destinado a crear el exigido marco
jurídico para la desmovilización e incorporación a la vida civil
de los integrantes de las paramilitares Autodefensas Unidas de
Colombia (AUC), el proyecto tuvo varios nombres en estos dos años y
sufrió numerosas modificaciones.
Las dos primeras propuestas fueron
rechazadas por los congresistas y hasta por los propios cabecillas
de las AUC, quienes desde un inicio afirmaron que sólo entregarían
las armas si la legislación les concedía beneficios como poco o
nada de tiempo en la cárcel y la no extradición por sus delitos de
narcotráfico.
La última iniciativa, elaborada por
el Gobierno y los aliados del Ejecutivo en el Legislativo, bajo la
dirección del presidente Álvaro Uribe, fue bien acogida por los
jefes paramilitares, ya que le consideraba su accionar armado como
sedición.
Lo anterior, equipara a las AUC con
las fuerzas guerrilleras, e impide la extradición, debido a que la
sedición constituye un delito político no extraditable.
Pero lo peor de esa decisión radica
en que los paramilitares nacieron bajo el amparo de las autoridades
oficiales y por ende nunca se opusieron al Estado, por lo cual no se
justifica el calificativo de sediciosos que les confiere la nueva
ley.
Lo más llamativo y a la vez
preocupante, ya que puede concluir en que la Corte Constitucional
declare fuera de lugar el proyecto, radica en que para muchos
legisladores no se podía discutir en sesiones extra del Congreso
por constituir una ley estatutaria, pues cambia la Constitución.
Por ello, el senador Darío Martínez
indicó que lo más conveniente es que a partir del próximo 20 de
julio se presente una nueva propuesta estatutaria, para buscar el
marco jurídico que se aplique en las estrategias de paz.
Asimismo, representantes colombianos
coinciden con Martínez y agregaron que las impugnaciones contra la
propuesta serán tan numerosas que su existencia será efímera y solo servirá para corregir los grandes errores que están
incluidos en su texto definitivo.
Las críticas internacionales
también han acompañado a la legislación, como el caso de los
organismos de Naciones Unidas acreditados en Colombia.
Como muestra, el delegado en Bogotá
del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos
Humanos, Michael Fruhling, insistió en que si no hay confesión
plena se abre la puerta a la impunidad, así como consideró
esencial que se cumplan los requisitos de verdad, justicia y
reparación.