Tributo en el Centro Cultural Dulce María Loynaz
Onelio creyó en lo que hacía
Sonia
Sánchez
Escritor
realista que abordaba los temas de la tierra con aura poética y
conseguía atrapar al lector desde la primera línea, Onelio Jorge
Cardoso fue una voz diferente, un aliento nuevo, en el cuento
costumbrista cubano.
Nació en Calabazar de
Sagua, antigua provincia de Las Villas, el 11 de mayo de 1914.
Cursó estudios hasta el bachillerato en Santa Clara, sin poder
continuar otros por dificultades económicas familiares, luego de lo
cual enfrentó diversos oficios: vendedor ambulante, viajante de
medicina, maestro rural... Así, en medio de este recorrer la
geografía nacional, sobre todo del centro de la Isla, surgió la
simiente del autor que se nutría de personajes populares para
modelar a los protagonistas de sus historias.
Nuestro Cuentero Mayor
comenzó desde muy joven —finales de la década de los treinta—
en las lides literarias cuando la narración costumbrista se ceñía
al estilo de Luis Felipe Rodríguez, carente del genuino sello que
realmente necesitaba el género, según coincidieron los escritores
Eduardo Heras León y Francisco López Sacha en el espacio La Honra,
del Centro Cultural Dulce María Loynaz, dedicado a grandes autores
ya fallecidos.
"Onelio
llegó a las letras cubanas para abolir un camino que había
iniciado posiblemente Jesús Castellanos con La agonía de la
garza, en 1906, el relato de la tierra, el cuento criollista, y
que Luis Felipe Rodríguez se había adueñado sin un conocimiento
profundo de la naturaleza del hombre de campo", reflexionó López
Sacha ante el numeroso público presente, entre este alumnos del
Centro que lleva el nombre del autor de Caballo de coral
(1960).
El también Presidente
de la Asociación de Escritores de la UNEAC se refirió a la enorme
distancia entre el campesino de Luis Felipe y el de Onelio. "Cuando
llega a la literatura en 1945 con Taita, diga usted cómo, ha
pasado por los filtros que le aportaron Carlos Montenegro y Lino
Novás Calvo al lenguaje coloquial cubano. Onelio trae de ahí su
voz, la de ese campesino y no la copia de ella, elevándola a la
condición poética".
Onelio Jorge Cardoso fue
redactor de noticiero en la emisora Mil Diez, colaborador de
Bohemia, jefe de Redacción del noticiario cinematográfico
Cine-Revista. Después del triunfo de la Revolución, laboró en la
Sección Fílmica del Ejército Rebelde, dirigió el Instituto de
Derechos Musicales, asumió la jefatura de Redacción de Pueblo y
Cultura y del semanario Pionero. Trabajó como guionista de
documentales en el ICAIC. En 1976 se desempeñó como Consejero
Cultural de la Embajada de Cuba en Perú, y a su regreso fue elegido
Presidente de la Sección de Literatura de la UNEAC, cargo que
ocupó hasta su muerte el 29 de mayo de 1986.
Numerosos
reconocimientos y publicaciones en Cuba y otros países hablan de su
obra, integrada por textos como El cuentero (1958), Cuentos
completos (1962), La otra muerte del gato (1964), Tres
cuentos para niños, Abrir y cerrar los ojos (1969) y El hilo
y la cuerda (1974).
Sin academicismos —aún
considerándolo un clásico—, pleno de picarescas anécdotas, lo
recuerda Heras León. Su gran generosidad, humanismo, sentido del
humor, sus diálogos magistrales, y "el aporte dado al
descubrimiento de un lenguaje totalmente apropiado para la realidad
que quería expresar".
"Lo
que hoy hemos querido levantar aquí — añadió Sacha— no es el
fantasma de Onelio, es la vivencia de un escritor auténtico, un
escritor que creyó en lo que hacía, que sufrió lo que hacía."
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