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Espero que todo esto no sea un sueño
Confiesa Rodrigo de
la Serna, uno de los protagonistas del filme Diarios de Motocicleta
Pedro
de la Hoz
Si Cannes fue el
espaldarazo del mundo del cine y las explosiones de júbilo de los
espectadores brasileños, donde la película se ha convertido en el
suceso de la temporada, una imprevista recompensa, las jornadas
vividas por Rodrigo de la Serna en La Habana y Santa Clara a raíz
de las exhibiciones del filme Diarios de motocicleta fueron
descritas por él como "el mayor premio de mi vida".
Rodrigo de la Serna, a la izquierda, junto a Granado y Gael García Bernal, en el Hotel Nacional de Cuba.
Al ahondar en esa
percepción, el actor argentino explicó: "Yo temía el encuentro
con el público cubano, puesto que aquí se tiene una idea muy
precisa de la estatura histórica del Che, y mi personaje, Alberto
Granado, es una persona muy querida. Pero ha sido tan cálida la
acogida que me han hecho sentirme transportado a otro mundo. Ahora
lo que temo es despertarme y descubrir que ya no soy el Rodrigo que
se metió en la piel de aquel Granado que compartió la juventud del
Che. Espero que todo esto no sea un sueño, sino una hermosa
realidad".
Le pregunto por el reto
más difícil y responde primero: "Asumir a un personaje vivo y
sentir la presión de lo que él y quienes lo conocen iban a pensar
de mi trabajo". Y después, ya entre sonrisas: "Y dominar la moto.
Costó acostumbrarme al tipo de aparato que utilizamos".
Granado ha devenido
alguien muy entrañable para Rodrigo: "Conocerlo me ha hecho pensar
que la imagen de un revolucionario es la de un hombre comprometido
con sus ideas, y que al mismo tiempo ama intensamente la vida y la
belleza, y es feliz".
Este joven actor, nacido
el 18 de abril de 1976, llegó a Diarios de motocicleta con
una corta pero intensa experiencia fílmica, avalada por sus
participaciones en El mismo amor, la misma lluvia (1999), Nueces
para el amor (2000) y Gallito ciego (2000). En esta
última película, su primer protagónico, asume el papel de un
joven porteño que vive con su abuela, no estudia, extraña a su
padre que vive en Brasil y no consigue trabajo. Al leer un
clasificado, entra en contacto con un hombre de negocios
aparentemente respetable, quien le propone hacer un "gallito ciego"
(cometer un delito sin saberlo).
También la televisión,
a la que sólo accede cuando hay propuestas de rigor, le ha deparado
buenas oportunidades de lucimiento, como aconteció con la miniserie
Okupas, que le valió en el 2001 el premio Martín Fierro, y
el teledrama Sol negro, en el que interpreta a un ser
alienado.
Pero Diarios de
motocicleta fue, según sus palabras, "lo mejor que me ha podido
pasar". Y al profundizar en ello, añadió: "Creo que es una manera
de conocer al joven que luego sería el Che, un hombre de tremenda
humanidad, al que no debemos mitificar".
Al conocer su apellido,
muchos, aquí y en otros sitios adonde ha viajado con la película,
le han preguntado si es familia del Che: "Que yo sepa, no de manera
directa. Quizá exista algún parentesco, porque De la Serna no es
muy común. Pero si se trata de aproximación espiritual, diría que
sí, somos de la misma familia".
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