Un puesto para
Domingo
VENTURA DE JESÚS
MATANZAS.—
Sus compañeros no dejan de mirarlo un poco estupefactos. El joven
larguirucho se apresta a realizar su primera escalada. Con el
cinturón y la faja bien asegurados atrapa el poste con sus gruesas
manos. Hinca con las espuelas la madera dura.
Mientras sube a duras
penas y sin auxilio ajeno, su cuerpo suda y siente que la ropa se le
encharca. Asciende a riesgo de su vida. Está consciente de que si
una de las espuelas falla puede venirse al suelo.
Demuestra ser
notablemente diestro y bravo. Una vez arriba pasa la faja alrededor
del poste y respira con alivio. No se da cuenta de la heroicidad.
Mira hacia sus compañeros y dice con cierto orgullo: Es difícil,
pero se puede.
LA AMBICIÓN DE SU
VIDA
Inmerso en esos
recuerdos que le dan gozo, el matancero Domingo Estupiñán, Héroe
del Trabajo de la República de Cuba, vuelve a sentir el cansancio
de aquel primer día que escaló un poste. Comenta que se habituó a
este duro oficio de las Comunicaciones e hizo de él la principal
ambición de su vida.
¿Qué espera usted
del trabajo? ¿De dónde le viene eso de consagrarse tanto?
"Comencé
desde muy joven, casi era un niño. Fue junto a mi padre en la finca
La Candita, a unos seis kilómetros de la ciudad de Matanzas. Allí
hice de todo, incluida la siembra, guataquea y corte de la caña.
Más tarde fui tendero, trabajé en una farmacia y manejé camiones.
"En
aquella época era muy común cambiar constantemente de faena. No
había garantías. También operé un buldócer y máquinas de arar.
Ciertamente para mí el trabajo ha sido todo en la vida."
Después de vagar por
varios puestos, Domingo llegó al oficio de liniero en
Comunicaciones. Rememora que al principio, cuando era todavía muy
joven, le resultó imposible emplearse en la Empresa Eléctrica,
pues le exigían 25 ó 30 votos para el representante político de
esa entidad, y que, para colmo, sus padres no le daban el voto a
ningún politiquero.
Puso empeño sin
embargo, y no cedió. "Aunque no recibía nada a cambio, me iba
todos los días con las cuadrillas. Eso me sirvió de mucho.
Aprendí y logré experiencia. Luego aprobé el examen y entré a la
entonces Cuban Telephone Company. Fue en enero de 1957. Desde
entonces estoy vinculado a este campo".
¿Qué pasó a partir
de ese momento?
"Me
incluyeron en una brigada nacional que prestaba servicios en todo el
país. Creo que escalé y les di espuelas a todos los postes de
Cuba, cuando, por cierto, se utilizaba muy poco la escalera; era a
base de espuelas.
"Después
del triunfo revolucionario estuve al frente de las brigadas que se
crearon en las provincias.
"Este
es un oficio fuerte. No resulta fácil abrir huecos con barreta y
pala, luego poner el poste, las crucetas y trabajar con cables que
entonces eran bien pesados.
"Algunos
años más tarde pasé a atender las líneas telefónicas. Fui jefe
de una brigada de mantenimiento. Actualmente soy especialista
principal en la planta exterior. Llevo 47 años en Comunicaciones."
Gracias a su bien ganada
reputación de vanguardia, renombrado por su bravura y constancia en
el desempeño laboral, Domingo fue proclamado Héroe del Trabajo de
la República de Cuba en 1984.
¿El trabajo debe
dejarle poco margen para la vida privada?
"Llevo
35 años de matrimonio y me ha ido de maravillas. Siempre saco
tiempo para atender a mi familia."
¿Nunca le han
reclamado más atención?
"Al
contrario, me ayudan cada día más. Tengo gran apoyo en mi esposa
Enilda y en mi hijo Domingo. Lejos de censurarme, ellos me
estimulan. Esa ayuda fue mayor cuando cumplí misión
internacionalista en Mozambique."
Por las
especificidades de su labor, podría considerarse una cátedra
ambulatoria ¿Suele enseñar a los más jóvenes?
"He
preparado a muchos y de varias generaciones. Es uno de mis grandes
orgullos. No tengo reservas, todo lo que pude aprender se lo enseño
a los demás. Pienso que por eso me respetan y admiran."
Domingo puede reproducir
de memoria las principales obras en las que ha prestado su
colaboración de manera voluntaria. Menciona, entre otras, sus
tiempos de estibador en el puerto, la construcción del estadio
Victoria de Girón y del Ateneo Deportivo. "He puesto mi granito de
arena en cuanta construcción grande se ha realizado en Matanzas",
dice.
Este hombre de alta
estatura, grueso, de apariencia bonachona, al parecer no se desgasta
con el tiempo y el laboreo diario. Se ve robusto a los 68 años de
edad.
Domingo ocupará, por
mérito propio, un sitio de privilegio en la presidencia de este
Primero de Mayo. Aunque ya no tiene juventud por delante,
¿algún proyecto para el futuro?
"Sí,
creo que sí... Seguir trabajando. Para mí la verdadera felicidad
está en poder trabajar y ser útil a mi pueblo." |