Un puesto para Domingo

VENTURA DE JESÚS

Foto: JOSÉ GONZÁLEZ RIVASMATANZAS.— Sus compañeros no dejan de mirarlo un poco estupefactos. El joven larguirucho se apresta a realizar su primera escalada. Con el cinturón y la faja bien asegurados atrapa el poste con sus gruesas manos. Hinca con las espuelas la madera dura.

Mientras sube a duras penas y sin auxilio ajeno, su cuerpo suda y siente que la ropa se le encharca. Asciende a riesgo de su vida. Está consciente de que si una de las espuelas falla puede venirse al suelo.

Demuestra ser notablemente diestro y bravo. Una vez arriba pasa la faja alrededor del poste y respira con alivio. No se da cuenta de la heroicidad. Mira hacia sus compañeros y dice con cierto orgullo: Es difícil, pero se puede.

LA AMBICIÓN DE SU VIDA

Inmerso en esos recuerdos que le dan gozo, el matancero Domingo Estupiñán, Héroe del Trabajo de la República de Cuba, vuelve a sentir el cansancio de aquel primer día que escaló un poste. Comenta que se habituó a este duro oficio de las Comunicaciones e hizo de él la principal ambición de su vida.

¿Qué espera usted del trabajo? ¿De dónde le viene eso de consagrarse tanto?

"Comencé desde muy joven, casi era un niño. Fue junto a mi padre en la finca La Candita, a unos seis kilómetros de la ciudad de Matanzas. Allí hice de todo, incluida la siembra, guataquea y corte de la caña. Más tarde fui tendero, trabajé en una farmacia y manejé camiones.

"En aquella época era muy común cambiar constantemente de faena. No había garantías. También operé un buldócer y máquinas de arar. Ciertamente para mí el trabajo ha sido todo en la vida."

Después de vagar por varios puestos, Domingo llegó al oficio de liniero en Comunicaciones. Rememora que al principio, cuando era todavía muy joven, le resultó imposible emplearse en la Empresa Eléctrica, pues le exigían 25 ó 30 votos para el representante político de esa entidad, y que, para colmo, sus padres no le daban el voto a ningún politiquero.

Puso empeño sin embargo, y no cedió. "Aunque no recibía nada a cambio, me iba todos los días con las cuadrillas. Eso me sirvió de mucho. Aprendí y logré experiencia. Luego aprobé el examen y entré a la entonces Cuban Telephone Company. Fue en enero de 1957. Desde entonces estoy vinculado a este campo".

¿Qué pasó a partir de ese momento?

"Me incluyeron en una brigada nacional que prestaba servicios en todo el país. Creo que escalé y les di espuelas a todos los postes de Cuba, cuando, por cierto, se utilizaba muy poco la escalera; era a base de espuelas.

"Después del triunfo revolucionario estuve al frente de las brigadas que se crearon en las provincias.

"Este es un oficio fuerte. No resulta fácil abrir huecos con barreta y pala, luego poner el poste, las crucetas y trabajar con cables que entonces eran bien pesados.

"Algunos años más tarde pasé a atender las líneas telefónicas. Fui jefe de una brigada de mantenimiento. Actualmente soy especialista principal en la planta exterior. Llevo 47 años en Comunicaciones."

Gracias a su bien ganada reputación de vanguardia, renombrado por su bravura y constancia en el desempeño laboral, Domingo fue proclamado Héroe del Trabajo de la República de Cuba en 1984.

¿El trabajo debe dejarle poco margen para la vida privada?

"Llevo 35 años de matrimonio y me ha ido de maravillas. Siempre saco tiempo para atender a mi familia."

¿Nunca le han reclamado más atención?

"Al contrario, me ayudan cada día más. Tengo gran apoyo en mi esposa Enilda y en mi hijo Domingo. Lejos de censurarme, ellos me estimulan. Esa ayuda fue mayor cuando cumplí misión internacionalista en Mozambique."

Por las especificidades de su labor, podría considerarse una cátedra ambulatoria ¿Suele enseñar a los más jóvenes?

"He preparado a muchos y de varias generaciones. Es uno de mis grandes orgullos. No tengo reservas, todo lo que pude aprender se lo enseño a los demás. Pienso que por eso me respetan y admiran."

Domingo puede reproducir de memoria las principales obras en las que ha prestado su colaboración de manera voluntaria. Menciona, entre otras, sus tiempos de estibador en el puerto, la construcción del estadio Victoria de Girón y del Ateneo Deportivo. "He puesto mi granito de arena en cuanta construcción grande se ha realizado en Matanzas", dice.

Este hombre de alta estatura, grueso, de apariencia bonachona, al parecer no se desgasta con el tiempo y el laboreo diario. Se ve robusto a los 68 años de edad.

Domingo ocupará, por mérito propio, un sitio de privilegio en la presidencia de este Primero de Mayo. Aunque ya no tiene juventud por delante, ¿algún proyecto para el futuro?

"Sí, creo que sí... Seguir trabajando. Para mí la verdadera felicidad está en poder trabajar y ser útil a mi pueblo."

 

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