Dos libros de Elsa Gutiérrez Baró

Conocer más a nuestros hijos

José A. de la Osa

Dos libros imprescindibles, Mensajes a los padres (es su cuarta edición) y Los niños enseñan, de la reconocida psiquiatra infanto-juvenil Elsa Gutiérrez Baró, acaban de entrar en circulación, ambos publicados en la Colección Guía para la Familia de la Editorial Científico-Técnica.

Esta edición de Mensajes... actualizada por la autora y en la que aparecen dos nuevos capítulos, La adopción y Homosexualidad, va dirigida al enriquecimiento cultural de los padres que tienen que enfrentar, con seriedad, firmeza y amor, la formación de los hijos.

Las situaciones que surgen con frecuencia en las relaciones entre padres e hijos en el seno familiar, y también en el contexto social, son abordadas con amenidad y sabiduría por la profesora Gutiérrez Baró, directora de la Clínica del Adolescente, quien revela que después de escuchar, durante más de 40 años las quejas, confidencias y reflexiones acerca de lo que sienten y tienen que enfrentar las personas en esta vida, "pocas cosas me causan asombro".

Nada esencial escapa a la mirada escrutadora de la científica cubana: desde el tema de la familia, el juego, los hermanos, la disciplina y la autoridad, la importancia de la confianza y el respeto mutuos, hasta la escuela, la sexualidad infantil —¡ni cigüeñas ni París!; de su mamá—, la adolescencia, el amor, entre otros,

Por su parte, Los niños enseñan recoge diez historias reales de niños y adolescentes enfrentados a diferentes avatares y adversas circunstancias, y nos muestra cómo la comprensión y ayuda oportuna de los especialistas son capaces de transformar el rumbo de esas vidas y las de sus padres.

En el prólogo de esta obra se subraya cómo la labor terapéutica de la autora hace aparecer, tras cada una de las historias contadas, el mal funcionamiento y la violencia familiar, la falta de atención o de amor, la incomprensión y la mala comunicación con nuestros hijos.

La lectura de Mensajes a los padres y Los niños enseñan nos sumerge y hace vivir en el mundo infantil y del adolescente, y nos convoca sobre todo a reflexionar para que no nos ofendamos ni molestemos, sino conversemos con ellos y los ayudemos, cuando los veamos tristes o deprimidos, o se muestren irritables, retadores y desconsiderados.

 

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