La escritura y el retorno

LEYLA LEYVA

En una relación misteriosa con esos "cómplices" a los que necesita y debe, Alberto Acosta-Pérez sigue apostando por el retorno en su escritura. La ida y la vuelta de la poesía con su acostumbrada carga evocadora, como una espiral de la vida donde él es casi siempre protagonista, y a veces, observador furtivo.

Bajo el título de Música vaga, Alberto ha reunido más de cien poemas. Una experiencia codiciosa, que supone los riesgos de aquella "totalidad", a la que tanto temen los escritores al agrupar su poesía o parte de ella, pero de la que el poeta sale airoso.

Editado por Letras Cubanas en su sello Poesía, el libro le ha dado al autor la oportunidad de ofrecer un vistazo a su obra reciente desde una perspectiva abarcadora, más apasionada diríamos, de manera que se lean de corrido y hasta el final las 145 páginas. También que se disfrute, con pocos reparos, ese frenesí nostálgico y existencial que caracteriza sus textos, cuyos fundamentos se revelan ahora más recios, como si ese recorrido, por constantes motivos, le hubiera permitido recobrar la madura serenidad en una vehemencia que no cesa.

Alberto Acosta-Pérez es, sin duda, una de las voces más personales de la poesía contemporánea en la Isla. Y aunque esta aseveración pudiera parecer una perogrullada, tratándose como se sabe de un género de intimidad, el tema hace pensar que el autor ha escrito, por lo general, una obra enamorada del ímpetu y no de las referencias, la palabra o el modo. Aunque esto no supone que se desentienda de ellos, y navegue, de tanto en tanto, por las arenas posmodernas o el esbozo experimental, como bien se advierte en parte de Música vaga.

El amor y el desamor, los amigos, la memoria y la nostalgia, Cuba, la sexualidad, la vejez, los años pasados, la precariedad humana, o cualesquiera de estos asuntos tratados por muchos de los poetas actuales y por muchos de los de siempre, son para Acosta-Pérez cartas de vida o muerte sobre el tablero, o por lo menos así se sienten. A ellos les da hasta el resuello y, en ocasiones, termina regalando piezas de una intensidad verdaderamente conmovedora.

Así, también el autor resulta ducho en las sentencias; puntual en las honduras.

En este poemario la simplicidad de la mirada representa solo eso. Debajo está la drupa, el sentido esencial de la existencia en la poesía.

 

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