Luz roja en la capa azul

REINALDO SANTANA LÓPEZ
Servicio Especial de la AIN

En las últimas décadas aumentó en el mundo la frecuencia de aparición en humanos de infecciones cutáneas, cataratas, cáncer de la piel y enfermedades asociadas a la disminución del sistema inmunológico.

EL AGUJERO EN LA CAPA DE OZONO, EN AZUL, YA CUBRE CASI LA TOTALIDAD DE LA ANTÁRTIDA Y SE ENCUENTRA CADA VEZ MÁS CERCA DE LA PUNTA SUR DE CHILE Y ARGENTINA

Estudios especializados confirman que una de las causas fundamentales de esa adversa situación de salud es el adelgazamiento de la azulosa capa de ozono, encargada de impedir la penetración de los rayos ultravioletas B provenientes del Sol, incompatibles con la vida.

También precisan que la incidencia del cáncer cutáneo sin melanoma crece en un dos por ciento, si decrece en uno por ciento el ozono estratosférico.

La disminución de las concentraciones ozónicas, conocida como "agujero", malogra cosechas y provoca modificaciones importantes en el fitoplancton marino, que absorbe grandes cantidades de dióxido de carbono, principal gas con efecto invernadero (calentamiento global).

El aumento de las radiaciones ultravioletas B compromete la vida de los peces jóvenes y larvas de cangrejos y langostinos, lo que representa una amenaza para la industria pesquera. Sépase que más del 30 por ciento de las proteínas animales consumidas por los humanos proviene del mar, proporción aún mayor en muchos países subdesarrollados.

Las investigaciones indican que el causante del fenómeno es el propio hombre, al emplear clorofluorcarbonos (CFCs), compuestos muy poco reactivos en la atmósfera baja y por ende idóneos como gas refrigerante y para la fabricación de goma espuma, extintores, aerosoles y fumigantes.

Pero su principal ventaja —la estabilidad— ha sido también el origen de sus dañinos efectos. Ascienden sin ser destruidos hasta la estratosfera, a una altura entre 10 y 45 kilómetros de la superficie terrestre, donde las radiaciones ultravioletas liberan los átomos de cloro y bromo, responsables de la destrucción del ozono.

En esas condiciones, el cloro atómico actúa como catalizador, por lo que un solo átomo puede atacar cientos de miles de moléculas de ozono.

Entre 1979-1994 el ozono en las latitudes medias de ambos hemisferios mermó un cinco por ciento por decenio, como promedio.

El "agujero", detectado en la Antártida, mide ya unos 30 millones de kilómetros cuadrados, equivalentes al tamaño de Norteamérica. Los efectos de la baja concentración del ozono se extienden a parte de América del Sur, Nueva Zelanda y Australia.

Hoy se sabe que el 90 por ciento de los CFCs se emiten desde Estados Unidos, Canadá, Japón y Europa.

Varios convenios, protocolos y otros instrumentos jurídicos internacionales se han firmado en las últimas décadas para sustituir los clorofluorcarbonos en las producciones industriales. Viena '85, Montreal '87, Londres '90 y Copenhague '92 marcaron pautas en ese sentido, y sentaron las bases para acuerdos ulteriores.

Los cálculos más optimistas señalan que, si se cumple lo acordado, sólo a finales de la presente centuria volvería a sus niveles normales la concentración de ozono en la estratosfera.

Sin embargo, por lo general las naciones más industrializadas —grandes responsables de lo que se considera uno de los principales problemas ambientales de la era moderna— se muestran cautelosas al responder en la práctica a las normativas suscritas en ese sentido, sobre todo porque cumplirlas representa pérdidas por concepto de cambios de tecnologías y sustitución de producciones que ya tienen mercado seguro. Así es el gran capital: la ganancia primero; la vida después.

EL APORTE DE CUBA

Cuba es uno de los países que han tomado en serio el desafío, al suscribir y ratificar todos los convenios internacionales de lucha contra el agotamiento de la capa de ozono, y crear en 1993 un Programa Nacional que fijó las metas para lograr una paulatina reducción en el empleo de las nocivas sustancias destructoras de la llamada "sombrilla del mundo".

Este plan promueve la reconversión tecnológica e involucra a los diferentes sectores de la industria, los servicios y la agricultura, y a empresas importadoras de equipos que emplean los CFCs.

A partir de una estrategia basada fundamentalmente en la eliminación total de las importaciones de productos con clorofluorocarbonos, la Oficina Técnica del Ozono, perteneciente al Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente, prevé que para el 2005 se reduzca a la mitad en la Isla la emisión de aquellas sustancias, las cuales no fabrica.

La entrada de tales compuestos al país caribeño está regulada estrictamente, y se priorizan otros que cumplan similares funciones, pero sobre la base de bondades ecológicas, sociales y económicas.

Cuba se convirtió en el primero de Latinoamérica (junto con Brasil) en eliminar el empleo del bromuro de metilo como plaguicida, utilizado principalmente en el cultivo del tabaco, con lo que cumplió el plazo fijado para las naciones del Tercer Mundo.

El gobierno promueve la capacitación del personal técnico de sus empresas en torno al cambio del gas tradicional de los refrigeradores domésticos y comerciales (perjudicial a la capa ozónica), por el inocuo LB-12, obtenido por especialistas de la provincia de Santiago de Cuba.

En el archipiélago, hasta el año anterior ya utilizaban el producto sustituto unos 400 000 equipos domésticos y más de 10 000 instalaciones comerciales de pequeña capacidad.

La voluntad política de Cuba para contribuir al empeño mundial por el cuidado de la capa de ozono —manifiesta en acciones prácticas concretas— constituye un ejemplo digno de imitar. (AIN)

 

| Portada  | Nacionales | Internacionales | Deportes | Cultura |
| Cartas | Comentarios | Ciencia y Tecnología | Lapizcopio| Temas |

SubirSubir