Movimiento social mundial: en problemas el poder corporativo

El fracaso del encuentro y el enojado desacuerdo de la sociedad civil mundial contra las políticas excluyentes del neoliberalismo mostraron en el lujoso enclave turístico de Cancún que la lógica de tal globalización ya no engaña a naciones e individuos

TATIANA VIDAL
Enviada especial

CANCÚN, MÉXICO, 15 de septiembre (PL). — Las instituciones de la globalización corporativa han perdido hoy la tranquilidad con que llevaban adelante su acucioso plan de santificar los derechos del capital y extender títulos de propiedad sobre el mundo.

La V reunión ministerial de la Organización Mundial del Comercio (OMC), clausurada la víspera en este balneario mexicano, evidenció que no será fácil para el poder transnacional y sus instrumentos globales seguir avanzando en su intención de establecer el gobierno mundial del mercado.

El fracaso del encuentro y el enojado desacuerdo de la sociedad civil mundial contra las políticas excluyentes del neoliberalismo mostraron en el lujoso enclave turístico que la lógica de tal globalización ya no engaña a naciones e individuos.

A pesar del mensaje que trasmiten los grandes medios de comunicación, que pretenden darle un carácter inexorable a la omnipresencia del mercado, el encuentro en Cancún ha aleccionado sobre el cansancio de los excluidos.

Tanto al interior de la cita, efectuada en el Centro de Convenciones, como en las manifestaciones protagonizadas por el cada vez más articulado movimiento social mundial pudo apreciarse el resquebrajamiento del espejo donde el capital quiere que todos se miren.

Mientras las naciones pobres se enfrentaron firmes a la embestida de las ricas, que aspiraban a cerrar más el cerco ya tendido en algunos sectores y a eliminar el papel de los "incómodos" estados nacionales, fuera de la sede de la ministerial representantes de los pueblos gritaban su desacuerdo.

Cancún dejó de ser el frívolo balneario, puesto a disposición de los que tienen dinero y donde hasta lo autóctono se usa como un instrumento para atraer a turistas interesados por lo exótico.

Durante la semana de movilización contra la OMC, del 10 al 14 de septiembre, sus letreros en inglés para atraer comensales y compradores fueron acompañados de gritos de protesta en las paredes, en el pavimento, en volantes, en el viento.

Las calles se poblaron de jóvenes rebeldes, campesinos revolucionarios, indígenas insumisos.

Una fuerza mejor integrada ha declarado la guerra a un sistema económico global que privilegia a las corporaciones y destruye formas de vida tradicionales y al ambiente.

En diversos idiomas, con perspectivas y métodos de lucha diferentes, el movimiento social asistente a Cancún mostró la demanda de dar a la globalización una cosmovisión incluyente de las grandes mayorías, con un sentido de justicia y solidaridad humana.

De nada valió la poca ayuda dada por el gobierno local a los miles de integrantes de movimientos, redes, organizaciones y activistas que vinieron a repudiar las prácticas de la OMC, las trabas puestas por la administración federal para que algunos líderes no entraran al país.

Tampoco sirvió para acallar la resistencia que se levantara un muro con vigas de concreto, rejas metálicas de dos metros y medio y una barrera de policías pertrechados con bastones, cascos y escudos, respaldados por tanquetas para esparcir agua a presión.

La barrera policial instalada en el kilómetro cero del bulevar Kukulcan no logro impedir que parte de los activistas anti-globalización entraran y extendieran sus mantas de repudio al organismo comercial, que otro grupo se desnudara en una de las playas o que se cantara el deseo de libertad de los pueblos.

El hostigamiento de las fuerzas de seguridad no consiguió evitar que campesinos, mujeres, indígenas, estudiantes, parlamentarios, sindicalistas, académicos y miembros de organizaciones no gubernamentales se reunieran, discutieran y propusieran alternativas al modelo neoliberal.

Las marchas de miles de personas por las calles de Cancún, con música, banderas, muñecos gigantes, disfraces e ingeniosos carteles, pusieron al descubierto el descontento reinante por un sistema que ha arrinconado a la mayoría de la humanidad.

Sin embargo, aunque la ofensiva neoliberal ya no puede seguir el ritmo impetuoso de cuando se mostró como una panacea para los males del mundo, aún no ha sido frenado su poder.

El detonante de su derrumbe será la ola de pobreza y exclusión que ha lanzado a todas las esquinas del mundo y que ha formado el ejército de los "altermundistas", quienes creen que otro mundo es posible.

 

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