El cartero también llama a los niños

Ramón Barreras Ferrán

CIENFUEGOS.— El cartero es un mensajero de buenas y malas noticias. Pero en la mayoría de las ocasiones son alentadoras, porque trae cartas y telegramas de la familia, un giro con determinado valor monetario o simplemente los diarios y revistas que posibilitan ampliar el nivel de información y conocimientos.

Pero la aparición del correo electrónico llevó a algunos exagerados (siempre los hay) a pensar que desaparecería esa persona que nos toca a la puerta de modo respetuoso, o simplemente deja por debajo de ella el motivo de su visita. Nada más errado. Resulta insustituible en la práctica la labor del cartero del barrio.

Y las deficiencias aparecidas en el servicio de correos, de las cuales aún subsisten algunas, propiciaron que decayera la admiración y hasta el respeto por ese hombre o mujer que, desafiando el sol del mediodía o la tarde anda y desanda calles y avenidas en una bicicleta, con su carga de mensajes, a cambio de un salario que no es elevado, y de una consideración que no siempre es la más justa.

Por eso, el desarrollo aquí de una vinculación más estrecha entre la entidad de Correos y sus dependencias con los niños se aprecia con tan buenos ojos. El recién finalizado verano ha sido muestra fehaciente de ello.

A la venta de cerca de 40 productos escolares a precios aceptables en moneda nacional se unió el establecimiento de un concurso de dibujos que tiene al cartero como figura central, y cuya premiación se efectuará este sábado en un encuentro que reunirá a trabajadores del sector, niños y niñas, payasos, agrupaciones musicales y de otras manifestaciones artísticas, en una especie de feria o fiesta infantil que tendrá como escenario una de las esquinas más céntricas de esta ciudad.

Los premios, según explicó Ricardo Quintana, subdirector comercial de la empresa, los llevarán los carteros a las casas de los niños y niñas que los merezcan, en una suerte de encuentro feliz que también propiciará el acercamiento entre ese necesario trabajador y el pequeño y su familia.

Todo lo que se haga por dignificar un trabajo honrado e imprescindible es digno de reconocimiento y elogio. Por eso, de ahora en adelante, con seguridad, los cienfuegueros más pequeños y sus familiares sentirán más cerca el trabajo de los 56 carteros que llaman una, dos y muchas veces, siempre con un mensaje, un servicio útil.

 

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