Las
primeras estacas de uvas tropicalizadas y genéticamente mejoradas,
crecen en tierras del municipio pinareño de San Cristóbal, a fin de
abastecer la fábrica de vinos Fantinel S.A, de gran aceptación en
el mercado mundial.
En Bermejales, atendida por el
Ejército Juvenil del Trabajo, proliferan seis hectáreas a manera
de prueba, de un viñedo de 30, con simientes procedentes de Italia.
La vid deberá promediar en dos
cosechas anuales 18 toneladas por hectárea, una vez consolidadas
esas variedades en suelo cubano, lo cual se espera suceda a mediano
plazo.
Ello contribuirá a sustituir
importaciones de mostos desde esa península europea a la fábrica
Fantinel, que desde esta localidad pinareña promedia un millón de
botellas cada año.
La instalación, fundada en 1998,
comercializa su producto en la red de tiendas recaudadoras de
divisas, en tanto exporta a Curazao, Hong Kong, Alemania, Rusia y
Suecia, entre otros destinos.
Está equipada con silos isotérmicos
de acero inoxidable que acogen entre 100 y 200 electrolitos, además
de tres autoclaves en una producción mediante el método charmac,
que permite la fermentación de los jugos con la más moderna
tecnología.
Luego se realiza el proceso de
clarificación y filtración a través de los equipos idóneos para
lograr gran variedad de vinos y antes del acabado incluye controles
de calidad en un laboratorio.
Blancos y tintos son la línea más
cotizada de los ya emblemáticos vinos San Cristóbal, Soroa y
Castillo del Morro, hechos a partir de concentrados de uva
Chardonnay, Sauvignon o Cabernet, de resultados siempre agradables
para acompañar diferentes platos.
El viñedo sembrado en Cuba añadirá
nuevos atractivos a la Fantinel, cuyas botellas están adornadas con
llamativas etiquetas, diseños exclusivos de famosos pintores con
representaciones de la pródiga naturaleza insular.
(AIN)