Inmersa en los festejos por su 488
cumpleaños está la ciudad de Santiago de Cuba, que rejuvenece por
la alegría contagiosa de su gente y el colorido que toman las
fachadas, a pesar del paso implacable de casi cinco siglos.
Aunque fue polémico el año exacto
de la fundación —1514 ó 1515— definitivamente se tomó el
verano de este último para marcar el asentamiento de los
conquistadores españoles en la ribera Este de la bahía,
aprovechando las facilidades defensivas de terrazas escalonadas
desde el nivel del mar.
La fecha escogida para el cumpleaños
es el 25 de julio, fiesta del santo patrón de las Españas,
Santiago Apóstol, por el cual tomó nombre la ciudad, mientras Cuba
lo debe a una denominación aborigen, que persistió frente a todos
los intentos de sustitución.
De constantes saqueos, incendios y
azote de huracanes fue víctima esta plaza, y ante las adversas
condiciones sísmicas predominaron en los primeros años de la
colonia las construcciones de madera, con técnicas como el cuje
entrelazado y amalgamado con cal para cerrar las paredes.
Algunas aún se mantienen en pie como
reliquias históricas, en pleno desafío al tiempo, aunque
beneficiadas por la mano del hombre para salvaguardar para las
futuras generaciones sus valores arquitectónicos y patrimoniales.
Balcones, amplios corredores,
ventanales, verjas y tramos de calles escalonados por la excesiva
pendiente dicen de la singularidad del paisaje santiaguero, donde
dejó su influencia la inmigración francesa, como sucedió en el
barrio El Tivolí.
Luego aparecieron nuevos materiales y
técnicas de fundición y moldeo, lo cual permitió levantar grandes
edificios públicos, hoteles y bancos con rebuscados estilos
neoclásicos, barrocos y eclécticos en el viejo Santiago.
El corazón de este palpita en el
céntrico parque Céspedes, populoso y acogedor, que brinda la
sombra de sus árboles a quienes en sus bancos descansan o comentan
la noticia del día, a parejas de enamorados o padres y abuelos que
acuden con sus niños.
A la vista está la casa de Diego
Velázquez, considerada una de las más añejas de América y que
por su valor arquitectónico fue convertida en el Museo de Ambiente
Histórico Cubano, único de su tipo en el país.
También impresionan el otrora
ayuntamiento, actual sede del gobierno municipal, y el antiguo Club
San Carlos, cuya construcción data de la segunda década del siglo
XX con su riqueza ornamental y majestuosidad. Hoy es la Casa
Municipal de la Cultura.
Esquina muy concurrida es la que
ocupa el hotel Casa Granda, elegante inmueble con balcones que miran
hacia el parque Céspedes.
Completa el entorno la iglesia La
Catedral, joya monumental que a pesar de los embates de los años,
el asedio de corsarios y piratas y secuelas de terremotos, no
abandonó su privilegiada ubicación, aunque fue reedificada en
varias ocasiones.
Algunos investigadores aseguran que
en sus cimientos descansan los restos del emprendedor Diego
Velázquez, quien antes de morir pidió ser sepultado allí, en
pleno corazón de la ciudad, que ahora está de cumpleaños. (AIN)