La Habana sigue siendo un lugar fantástico
La presidenta de la
Sociedad Americana de Física, Miriam Sarachick, vivió en La Habana
parte de la infausta década de los años 40 del siglo pasado
IRAIDA CALZADILLA
RODRÍGUEZ
La
Física es de las especialidades de las ciencias a la que pocas
mujeres se aventuran. Baste recorrer los salones universitarios para
detectar la abrumadora mayoría de los muchachos. A otros niveles
ocurre igual. La Sociedad Americana de Física, con una lista de 43
000 miembros, en 104 años de fundada solo ha tenido en el escaño
presidencial a tres féminas, entre ellas su líder actual, Miriam
Sarachick, una belga radicada en Nueva York que aprendió a hablar
español en Cuba y vivió en esta Isla una parte de la amarga
década de los años 40 del pasado siglo.
Desde que en 1947 su
familia partiera hacia otros lares, ha vuelto a La Habana solo dos
veces. La primera en 1998, cuando visitó la Universidad de La
Habana y quedó impresionada por "la maravilla de la enseñanza de
la Física en este país, donde es obligatoria en casi todos los
niveles, la calidad de los libros de texto, y el valor que se da a
las ciencias en función del desarrollo humano".
Nuevamente aquí, en la
VIII Conferencia Interamericana sobre la Enseñanza de la Física,
retoma el punto de su estancia habanera entre 1941 y 1947, cuando el
mundo vivía los desmanes del fascismo, que concentraba y masacraba
a familias de origen hebreo como la suya. A Europa no podían mirar
para el exilio, y solo República Dominicana y Cuba eran las
posibilidades inminentes. Los padres decidieron por la mayor de las
Antillas, y acá llegó con 8 años de edad.
Entonces no hablaba ni
español ni inglés. Inició los estudios en el antiguo colegio de
San Jorge, en el Vedado, pero no recuerda la ubicación exacta. Eso
sí, rememora con precisión que primero vivió en la Calle 11,
entre I y J, un lugar adonde volvió en su primera visita y la
dejaron entrar para evocar momentos de la infancia: "Todo estaba muy
bien, la casa cuidada". Después se trasladaron a Calzada y C, muy
cerca del Amadeo Roldán.
"En
Cuba pasé el ciclón de 1944, ¡ayayay, qué dramático! Y también
recuerdo que entrenaba en el Parque José Martí con el equipo
nacional de nado —en el estilo pecho—, pero no rivalicé porque
nos fuimos antes de que comenzaran las competencias.
"Caminé
mucho el Vedado, conozco su preciosa arquitectura, maravillosa como
no he visto en ningún otro lugar, y aunque en algunas partes
precisa de restauración, La Habana sigue siendo un lugar
fantástico."
Esta mujer, física
experimental que ha dedicado más de dos décadas al estudio de
cristales moleculares magnéticos y materiales con propiedades
bidimensionales a bajas temperaturas, por más que recuerde a la
urbe cosmopolita con toda la añoranza de la adolescencia, no puede
despintarla de los motivos que la trajeron a ella: el fascismo, que
hoy impúdicamente vuelve asomar su rostro en el planeta azul.
"Estoy
muy preocupada por el estado del mundo, observo animosidades,
cuestiones que cada día se ponen peores, los ricos son más ricos y
los pobres más pobres. En lo personal, hago lo que puedo contra
ello, aun cuando sea poco."
¿Cuál pudiera ser su
alerta?, pregunto a esta mujer pequeñísima, amable, locuaz: "Creo
que en todos los lugares del mundo, en todos, los hombres y mujeres
debemos prestar atención a lo que ocurre a nuestro alrededor, y
atrevernos a pensar, a no ser pasivos, hacer algo allí donde
existan problemas". |