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Voces y oídos del silencio
Jóvenes intérpretes
de la Lengua de Señas Cubana que laboran en diferentes lugares del
país cuentan sus motivaciones y experiencias
LOURDES PÉREZ
NAVARRO
Sus manos volaban al ritmo de las
voces mientras los rostros se transfiguraban con los más variados
gestos. No emitían ningún sonido, pero hablaban; no los oían,
pero se hacían entender. Irrumpían con el lenguaje de señas en el
mundo del silencio.
De izquierda a derecha los jóvenes intérpretes Osvaldo, Alina, Zulema, Marisel y Jorge.
Nosotros somos los oídos y la
voz de las personas sordas, les hacemos llegar información que no
pueden recibir mediante la audición, les ayudamos a ser más
independientes y a estar en igualdad de condiciones con los oyentes,
comenta Jorge Milán, un joven que desde hace siete años trabaja
como intérprete de Lengua de Señas Cubana en la Dirección de la
Asociación Nacional de Sordos de Cuba (ANSOC).
Nunca pensé dedicarme a esta
profesión, dice, aunque la motivación la tengo muy cerca: mis
padres son sordos. Desde pequeño aprendí su lenguaje y los ayudaba
a comunicarse con los oyentes. Después, al colaborar con la
Asociación comprendí la importancia de ser intérprete, mucho más
en nuestro país donde la comunidad de sordos e hipoacúsicos ha
alcanzado un gran desarrollo: trabajan, estudian en los diferentes
niveles educacionales y participan en todos los programas sociales.
Los intérpretes de la Lengua de
Señas ofrecen sus servicios tanto a personas sordas como a oyentes
que no la conocen. Su campo profesional abarca desde las consultas
médicas, juicios, conferencias y eventos hasta clases en diferentes
centros educacionales, lo que los obliga a estar constantemente
perfeccionando sus conocimientos. La especialización en un área
del saber favorece la comprensión, facilita la traducción y
garantiza mayor fidelidad en la transmisión del mensaje.
Este es un oficio que requiere
mucho amor y dedicación. No basta con dominar la lengua de los
signos y la oral, hay que ser capaz de transmitir un mensaje
expresado en cualquiera de las dos formas a su equivalente en la
otra manteniendo la fidelidad del contenido, la neutralidad (no
estar a favor o en contra de algo) y la confidencialidad (todo lo
que oye o ve durante la interpretación es secreto).
ESTOS VALEN, PERO NO
ALCANZAN
La ANSOC tiene algo más de 50
intérpretes distribuidos por sus filiales provinciales y el
municipio especial de la Isla de la Juventud. La mayoría de ellos
son autodidactas, como Aleida Padrón, de Santiago de Cuba, quien
ejerce esta profesión desde que tenía 17 años, cuando empezó a
trabajar voluntaria en la sede provincial. Al principio, comenta,
utilizaba un lenguaje muy rudimentario, el que aprendí con mi
abuela, que es sorda, pero poco a poco fui perfeccionándolo.
Primero estudié las técnicas, el dactilema, y después las señas,
aunque nunca terminamos de aprender pues cada persona tiene sus
peculiaridades.
Aleida cuenta cómo participó en
un juicio donde el acusado era un sordo que no conocía ningún tipo
de señas. Tuve que crear una especie de pantomima para
comunicarnos, dice, pero finalmente nos entendimos; sentí una gran
emoción.
Aunque llegaron a aprender la
lengua de señas por diferentes motivos, Pavel Fernández
(Camagüey), Zulema Besteiros (Holguín), Marisel Mejías (Granma) y
Osvaldo González (Cienfuegos), manifiestan que la mayor
satisfacción de un intérprete es ayudar a las personas sordas a
insertarse en el mundo oyente, ver reflejado en sus rostros el
agradecimiento.
Este sentimiento también lo ha
experimentado en carne propia Alina Meneses, guía intérprete de
sordos ciegos. Ellos, asegura, tienen un sistema de comunicación
muy particular que tenemos que respetar, algunos mediante equipos
con audífonos, otros a través del lenguaje de señas táctil
(dedos). Es un trabajo complejo e individualizado.
Recientemente Alina y otro de sus
colegas concluyeron dos cursos en los que adquirieron conocimientos
sobre el trabajo con sordos ciegos. Nosotros, dice, haremos llegar
esta experiencia a otros durante el desarrollo de talleres de
comunicación auspiciados por la ANSOC y la Asociación Nacional de
Ciegos y Débiles Visuales (ANCI), que impartiremos en los meses de
junio, julio y agosto.
Por su parte, el Centro Nacional
de Superación y Desarrollo del Sordo Adulto, asegura la directora
Míriam Meneses, este año inició el primer curso de formación de
técnicos de nivel medio en Interpretación de la Lengua de Señas
Cubana, con la participación de 22 alumnos. Es una experiencia muy
importante, dice, pues necesitamos cada vez más de estos
profesionales para poder abarcar el amplio universo educacional del
sordo. |