LONDRES, 3 de junio (PL). — El
primer ministro británico, Anthony Blair, enfrenta hoy una rebelión
en sus propias filas laboristas, que exigen una investigación
oficial sobre la veracidad de un informe del gobierno que aseguraba
existían armas de destrucción masivas en Iraq.
Una petición, firmada por más de 50
parlamentarios laboristas que se opusieron a la guerra, demanda del
gobierno que publique las evidencias en que se basó el reporte, que
sirvió de pretexto a Washington y Londres para atacar Bagdad.
El periódico The Guardian informó
hoy que varios ministros del gabinete de Blair fueron presionados
por los servicios de inteligencia británicos, que los trató de
convencer "con excusas" para que apoyaran la guerra de
agresión contra ese país árabe.
A su regreso la víspera de la cumbre
del Grupo de los Ocho (G-8) en Evian, Francia, el Premier negó en
tono desafiante que la información de los servicios secretos sobre
las supuestas armas en poder del depuesto régimen de Saddan Hussein
fuera falsa.
Los ex ministros laboristas del
gabinete de Blair, Robin Cook y Claire Short, quienes renunciaron
por su oposición a la guerra, expresaron preocupación por las
declaraciones del jefe de gobierno y le exigieron que presente las
pruebas.
"Blair debe dar la cara por el
tema de las armas nunca halladas y justificar claramente por qué se
sumó (a Estados Unidos) en la guerra contra Iraq", insistieron
los parlamentarios tras declararse dispuestos a "seguir hasta
el final" en sus demandas.
El ex Secretario de Defensa y
laborista rebelde Peter Kilfoyle declaró hoy a la televisión que
alguien va a caer por semejante error". "No sé si será
el primer ministro, pero seguramente alguien muy cercano a
él", enfatizó.
Por su parte, el líder del Comité
de Asuntos Públicos del Parlamento, el también laborista Tony
Wright, dijo que la investigación sobre el reporte del gobierno es
casi inevitable, gústele o no a Downing Street".
Blair, cuya posición desafiante no
ha logrado convencer ni a sus propios partidarios, enfrenta también
las críticas de otras fuerzas políticas, que se sienten
manipuladas por el jefe del gobierno en su afán de seguir
ciegamente a la Casa Blanca en su política exterior.
Al pedido de investigación se sumó
esta mañana el bloque de los Liberales Democráticos, mientras el
Partido Conservador anunció para hoy una reunión donde decidirán
qué posición asumir en torno al asunto, que amenaza convertirse en
un escándalo político.
Tanto Estados Unidos como Gran
Bretaña, que dijeron tener evidencias sólidas sobre la existencia
de armas de destrucción masiva en Iraq, enfrentan ahora fuertes
presiones de la opinión pública internacional para que muestren
las pruebas.
A dos meses de la caída de Bagdad,
las fuerzas de ocupación no han podido encontrar las también
llamadas armas prohibidas, que sirvieron de argumento a ambos
países para lanzar la agresión sin la aprobación de Naciones
Unidas.