Armados de sueños
Los accidentes de la
vida los unen y motivos de fuerza mayor los alientan: así empieza a
gestarse en un escondido paraje del Cotorro el Centro Nacional de
Superación y Desarrollo del Adulto Sordo
SARA MÁS
Han llegado hasta allí
desde las más variadas vivencias del mundo del silencio para fundar
su propia escuela. Más que eso, para algunos de ellos ha sido como
empezar vida nueva. Rodeado de las bondades de la naturaleza, en
medio de un campo cubano que nada tiene que envidiarle a la más
populosa ciudad y escoltado por árboles frutales de todo tipo,
empieza a gestarse en el Camino Cuatro de la Finca de Santa Amelia,
en el municipio capitalino del Cotorro, el Centro Nacional de
Superación y Desarrollo del Adulto Sordo.
En el taller de artesanía trabajan las mujeres, que
"son muy inteligentes, laboriosas y ponen empeño en lo que hacen", al decir de Mario Acosta, el profesor.
La interpretación de un
nombre tan largo no es otra que espacio de ayuda mutua donde
cultivar la inteligencia y brindarles conocimientos variados y
útiles a aquellas personas que, con una comunicación limitada o
difícil a causa de alguna incapacidad auditiva, han debido
interrumpir sus estudios tempranamente, o necesitan de conocimientos
imprescindibles para sus vidas cotidianas, como el lenguaje de
señas, o una habilidad u oficio con el cual ganar su propio
sustento.
SE GESTA UN SUEÑO
Apenas tienen las
condiciones mínimas para iniciar sus ambiciosos planes. Hace muy
poco tiempo que han sabido del presupuesto ya definido para comenzar
las inversiones imprescindibles en el lugar —que necesita
reparación capital—, y no imaginan aún qué día podrán
organizar la inauguración oficial, "con bombo y platillo". Pero
lejos de lamentos y desánimos, el unido colectivo de personas
sordas y oyentes que hace año y medio trabaja en lo que será la
escuela, ha reencontrado fuertes y renovados motivos para sus
esfuerzos.
Ese impulso es,
posiblemente, el que les hace luchar por sus sueños. Porque donde
ahora solamente hay cuatro paredes sin techo, ellos ven el teatro o
la sala de video; donde una vieja nave alberga polvo y olvido, ellos
dibujan en el aire la sala de Computación. Allí, donde empiezan a
instaurar el orden, han montado talleres de artesanía y de sus
manos empiezan a salir creativos diseños y regalos para el II
Congreso de la ANSOC (del 21 al 24 de mayo). De lo que fueron
herbazales y hoy se muestran como siete hectáreas de área
cultivable, le van naciendo a la tierra las habichuelas, la yuca, el
quimbombó, el maíz y el rábano.
Basta ver los gestos de
Elsa Estrada, una mujer de 43 años que estudió hasta el sexto
grado; apreciar cómo se le ilumina el rostro cuando se refiere a
aquel perdido espacio de la geografía habanera, donde cada día
aprende "a hacer algo nuevo". Ella, definitivamente, no puede
escuchar ni pronunciar palabra; tampoco le hace falta para
expresarse: el brillo de sus ojos, la sonrisa en su boca, la
delatan. Eso sí, busca la forma de hacernos saber que sería muy
bueno que las empresas y fábricas que puedan aportar materiales,
los tengan en cuenta. Y nos muestra las labores de artesanía que
hacen las ocho mujeres, incluida ella, en el taller.
Otro tanto le ocurre a
Marilis Trujillo, de 27 años y graduada de doce grado, quien no
repara en elogios para Adela Castellanos y Mario Acosta, sus
profesores de Artes manuales: "Son personas que sienten amor por
nosotros, entienden las necesidades que tenemos las personas sordas,
tienen paciencia y nos enseñan; eso es muy importante", sostiene.
Para el joven Eduardo
Fernández, sordo profundo, trabajador agrícola y delegado al
próximo Congreso de la ANSOC, este no ha sido el primer colectivo
de trabajo que integra, pero sí uno de los más queridos. Sus
compañeros lo aprecian, hablan de él con orgullo y al final lo
embullan a tomarse una foto. Anuncian que el joven protagoniza un
hecho histórico: es el primero de ellos que alcanza la condición
de Vanguardia Nacional.
MAR DE RAZONES
Dice Luis Mena Sánchez,
el subdirector administrativo, que "no hay diferencias entre unos y
otros; somos una sola familia". Así se refiere a la convivencia y
entendimiento entre sordos y oyentes en un colectivo de 33 mujeres y
36 hombres, con un total de 18 personas sordas.
"Ellos
serán el espejo donde un día se miren los alumnos, cuando
finalmente se abra la escuela", agrega la directora del centro,
Míriam Meneses Volumen. Según explica, lo primero que han hecho es
empezar a preparar a ese colectivo, que en un futuro, cuando
finalmente se repare la escuela y se inicie la enseñanza, entrará
en contacto directo con los estudiantes, que serán adultos fuera
del currículum convencional y tradicional.
Los de ahora se preparan
en parte para enseñar a los sordos de todo el país que matriculen
un día allí, interesados en hacer su nivelación básica escolar,
prepararse para la vida, aprender Computación o el lenguaje de las
señas. También para formar a otras personas o perfeccionarlas como
intérpretes.
"La
superación, el estudio, son muy importantes para todas las
personas, pero para las sordas todavía más", reitera Míriam, una
mujer de 49 años que una enfermedad confinó desde los 18 años al
mundo del silencio y que hoy estudia segundo año de Defectología
en la Universidad.
La incomunicación que
estas personas padecen las lleva muchas veces a ignorar cosas
importantes; a abandonar sus estudios, a quedar rezagadas pese a
tener grandes potencialidades, aptitudes y capacidades a su favor.
Míriam explica que en
el caso particular de las mujeres sordas se impone trabajar más el
área de su autoestima. La mayoría abandona temprano los estudios,
se casa o pare y no tiene conciencia de su valía. "Piensan que el
mundo se acabó para ellas y no piensan en superarse".
Ella reconoce las
ventajas de "vivir en una sociedad donde el Estado, a pesar de las
dificultades, vela y se preocupa por las personas".
Es por eso que,
facilitar la comunicación y los conocimientos se ha convertido en
la obsesión del equipo que sueña la escuela del Cotorro. "Lo más
importante es propiciar el entendimiento entre todos, porque las
personas sordas no necesitamos compasión y sobreprotección, sino
comprensión y apoyo."
Nota: Agradecemos
especialmente a la intérprete Caridad Naranjo su colaboración para
la realización de este reportaje. |