Respuesta al enemigo principal

María Julia Mayoral

Foto: RAÚL LÓPEZLa constitución ahora de un Frente Antifascista, que identifique al enemigo principal de todos los pueblos, puede ofrecer claridad y fortaleza política al amplio movimiento mundial que se manifiesta en contra de la globalización neoliberal, opina el profesor francés Georges Labica, uno de los participantes en la reciente Conferencia Internacional Carlos Marx y los desafíos del siglo XXI.

Es necesario, comenta el destacado investigador marxista, que un número cada vez mayor de personas participe en esta lucha y le dé sentido en su vida cotidiana. El Frente Antifascista es una necesidad, no constituye una idea anodina, las realidades para fundamentarlo están a la vista en hechos como la destrucción de Iraq. La potencia más grande del planeta tiene que ser contenida en sus acciones y planes guerreristas, y eso no puede esperar.

Una de las más nefastas consecuencias de la desaparición de los países socialistas en Europa y de la Unión Soviética, recuerda, fue que entre los comunistas hubo conducta de duelo, de culpabilidad, resentimiento; y esa actitud negativa no significó una autocrítica consciente de los partidos. Se liberaron de conceptos como la dictadura del proletariado, el internacionalismo proletario, el imperialismo. Hasta hace unos meses, ejemplifica, en el Partido Comunista de mi país el término imperialismo era considerado una palabra vulgar, vieja, sin contenido para expresar los fenómenos de estos tiempos.

Estoy convencido, subraya, de que la situación de hoy exige contestas revolucionarias. El imperialismo ha entrado en un nuevo estadio con la guerra como política y el discurso del terrorismo para justificar sus ansias de hegemonía. ¿Y de qué manera responder? Tenemos que rescatar las ideas de Marx como guía para la lucha. Las respuestas reformistas cayeron, fueron quebradas por su incapacidad para ofrecer alternativas reales; eso se ve en toda Europa: las experiencias de reformas de los partidos socialistas y de la social democracia ya no valen, se han revelado como impotentes para cambiar los órdenes del liberalismo burgués.

Con la amenaza constante de los Estados Unidos a los pueblos que consideren oportuno y conveniente destruir, ya no pueden quedar dudas de que dentro del imperialismo no hay salvación para la humanidad. Es una confirmación, indica, de la necesidad de fortalecer el pensamiento radical. Ninguna de las teorías económicas y políticas que se produjeron durante los últimos 15 años ha podido proponer fórmulas de ruptura con el sistema capitalista dominante.

En el mundo, destaca, se va formando un gran escenario de fuerzas sociales que, pese a sus limitaciones, gana terreno poco a poco, y es ahí donde debemos promover nuestras ideas revolucionarias, sobre todo entre los jóvenes. En Francia, digamos, poco antes de la agresión a Iraq se produjeron grandes manifestaciones con la participación de personas muy jóvenes, había hasta niños y niñas de las clases secundarias; ellos se movilizaron con mucha fuerza, condenaron la guerra, el papel hegemónico de Estados Unidos. Pero ¿mañana qué va a pasar, si ellos no son informados de las raíces de estos males, si no se arman de conceptos claros para interpretar este mundo y luchar por el cambio?

 

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