LA PAZ, 13 de mayo (PL).— Un
informe de la OEA sobre un luctuoso estallido social en Bolivia
continúa hoy sometido a duros cuestionamientos de quienes lo
consideran parcial y complaciente con el Gobierno.
El documento fue entregado ayer por
el Secretario General de la Organización de Estados Americanos
(OEA) y parece destinado a engrosar el largo historial de
actuaciones discutibles de la entidad afincada en Washington.
El informe focaliza la
responsabilidad de los disturbios ocurridos el 12 y 13 de febrero,
con un saldo de 29 muertos, en la huelga policial por mejores
sueldos y contra un impuesto al salario, que detonó la violencia.
El líder del Movimiento al
Socialismo (MAS), Evo Morales, criticó a la OEA por no señalar las
responsabilidades del Gobierno y del Fondo Monetario Internacional
(FMI), cuyas presiones dieron lugar al tributo al salario y que el
reporte menciona solo como exigencias excesivas.
Consideró previsible un informe como
el emitido por Cesar Gaviria, secretario general de la OEA, porque
este y el Presidente Gonzalo Sánchez de Lozada "son compadres
del modelo neoliberal y reciben órdenes directas de Estados
Unidos".
Agregó que tanto la OEA como el
Gobierno boliviano pretenden ocultar que las protestas de febrero
fueron parte del "rechazo popular al sistema neoliberal que
genera más hambre, miseria y desocupación en todo el
continente".
Morales señaló la acelerada
pérdida de credibilidad de la organización y dijo que el desgaste
es mayor con la dirección de Gaviria, cuyo informe pretende que las
muertes queden impunes y que las autoridades sigan en funciones sin
responder por lo ocurrido.
El pronunciamiento de la OEA,
añadió, constituye "un esfuerzo para apoyar a un gobierno que
ha perdido toda legitimidad y credibilidad popular".
El diputado y dirigente de Nueva
Fuerza Republicana (NFR), Erick Reyes, fustigó el informe por no
identificar a los responsables de las muertes y lo consideró
"clon" del que la OEA hizo en 1996 sobre una matanza
minera, que terminó impune.
El polémico documento, de 30
páginas, justifica también el uso de la fuerza por los militares
que sofocaron las protestas y causaron el mayor número de muertes,
al señalar que "actuaron en defensa de la democracia y del
estado de derecho" y lo hicieron en forma "contenida y
proporcional".
Propugna, además, un acuerdo
nacional o pacto social que no toque aspectos clave para la
oposición, como el modelo económico neoliberal y la política
antidrogas concertada con Estados Unidos, términos rechazados por
Morales y Reyes.
Los dos dirigentes coincidieron en
que la recomendación confirma la parcialidad de la OEA con la
administración boliviana y propugna un entendimiento solo para
salvar a esta y no a la democracia.
El jefe del Movimiento Indígena
Pachacuti (MIP), Felipe Quispe, señaló que el informe pretende
garantizar la impunidad al Gobierno y advirtió que si la Fiscalía
—que según la OEA debe hacerse cargo— no esclarece la matanza,
los campesinos reclamarán justicia en las calles.
Por su parte, el mayor David Vargas,
líder de la huelga policial de febrero y actualmente sometido a
juicio por indisciplina, rechazó el pronunciamiento de Gaviria
porque —precisó— condena a los huelguistas y prácticamente
felicita a los militares represores.
Agregó que la OEA no investigó los
luctuosos sucesos y solo se basó en la información suministrada
por el Gobierno.
El presidente de la Asamblea
Permanente de Derechos Humanos, Waldo Albarracín, señaló que el
informe incurre en superficialidad al justificar la represión
militar "en defensa de la democracia", sin considerar que
lo que estaba realmente en peligro eran los derechos humanos.
Sobre la recomendación de que la
Fiscalía esclarezca lo ocurrido, lamentó que la OEA omita analizar
los mecanismos de la impunidad institucionalizada y la
vulnerabilidad de esa instancia judicial, limitada de medios y
sometida a presiones oficiales.
El gobierno, por su parte, respaldó
plenamente el informe, y el vocero presidencial, Mauricio Antezana,
prometió pleno apoyo legal y económico a la Fiscalía para que
investigue los sucesos de febrero como recomienda la OEA.
Desestimó además el portavoz las
críticas de la oposición al dictamen de Gaviria y negó que sea
producto de un manejo político, a tiempo de asegurar que al
Presidente le interesa esclarecer los hechos.