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Las más sofisticadas armas no
podrían aplastar la resistencia de nuestro pueblo
Afirmó el Comandante
en Jefe Fidel Castro en su intervención especial en la Mesa Redonda
que analizó los más recientes acontecimientos en nuestro país y
el incremento de las acciones agresivas de Estados Unidos contra
Cuba
Félix
López y Aldo Madruga
La
guerra bárbara contra el pueblo iraquí es un mensaje fascista para
el mundo, a quien quieren imponer una dictadura a escala planetaria,
y no solo para Cuba que hoy lucha contra ese gigante de las siete
leguas que Martí fue el primero en descubrir y cuyos pasos no se
extienden solo por las tierras de nuestra América, sino a toda la
Tierra, denunció el Comandante en Jefe Fidel Castro durante su
Comparecencia Especial en la Mesa Redonda de ayer.
Al analizar la escalada
agresiva del Gobierno de Estados Unidos contra nuestro país y los
más recientes acontecimientos, Fidel subrayó que la Revolución
nunca ha negado que se va a defender, y lo está haciendo, y lo va
seguir haciendo con todo lo que esté a su alcance, pero nunca
cometerá, como hasta ahora jamás lo ha hecho, una injusticia, un
abuso, y no va a renunciar a las leyes, precisamente en este mundo
donde cada vez menos rigen las leyes y se pisotea el orden jurídico
que norma las relaciones entre los estados, y los vecinos del Norte
hacen realmente lo que les da la gana.
Aprovechó la
oportunidad para agradecer a los amigos que en todos los rincones
del mundo han sabido defender a Cuba en este glorioso instante y
aseguró que será la historia la que se encargue de hablar, decir
lo que ha estado pasando en este país en todos estos años, y dejar
bien claro la estatura moral y humana del proyecto social en que
estamos enfrascados.
Tras un análisis
histórico de cómo la Revolución ha enfrentado el tema de la pena
de muerte, Fidel recordó que si los revolucionarios no se
defienden, su causa es derrotada y tienen que pagarlo con sus vidas.
En este caso serían las vidas de millones de cubanos.
Al respecto, explicó
que la aplicación de la pena capital a los secuestradores de una
lancha de pasajeros, con grave peligro para la vida de más de 30
personas, ocasionó incomprensión internacional, a lo que
contribuyó un diluvio de mentiras y desinformación desatado por
los medios masivos de difusión del imperio y sus aliados.
Lamentablemente,
personas que nuestro pueblo aprecia, agregó, se lanzaron a emitir
opiniones y juicios sin conocer hechos y realidades dignas de
tomarse en cuenta, y no pretendemos, por supuesto, que compartan
nuestros puntos de vista.
Comentó que en nuestro
país también hay muchos revolucionarios honestos que se oponen a
la pena de muerte, pero que, sin embargo, comprenden el deber
sagrado de luchar para impedir que millones de cubanos sean
fusilados por los que intentan imponer a todos los pueblos de la
Tierra una tiranía mundial nazi-fascista.
Fidel aclaró que cuando
habla de fascismo no se refiere al sistema político interno de
Estados Unidos. Se le puede arrebatar al pueblo de EE.UU., o
restringir muchos derechos, pero nadie allí podría instaurar un
régimen fascista, y subrayó que hablaba de un orden mundial
impuesto por el Gobierno de ese país basado en su inmenso poder
militar.
Alertó que voceros del
Gobierno norteamericano hablan incansablemente de su preocupación
por un éxodo ilegal de emigrantes, hecho que constituiría el
pretexto anhelado por la mafia de Miami para promover una agresión
a Cuba. Es por eso, confesó, que la dirección de la Revolución
estaba plenamente consciente del costo de las medidas que se vio
obligada a adoptar. Nos dolía de antemano lastimar a muchos amigos
y a un gran número de personas en el mundo, cuya sensibilidad de
carácter religioso, humanista y filosófico con relación a la pena
de muerte conocemos bien y que, en algunos aspectos, nosotros mismos
compartimos.
"GUAPERÍA"
CON INMUNIDAD DIPLOMÁTICA
Al inicio de su
intervención, el líder de la Revolución aseguró que los
recientes acontecimientos comenzaron con la llegada a Cuba del
señor Cason; el arresto de varias decenas de mercenarios que
traicionan a su Patria a cambio de privilegios y dinero, y la pena
capital a delincuentes comunes que con una pistola y cinco armas
blancas secuestraron una embarcación de pasajeros fueron
consecuencias de una conspiración urdida por el Gobierno de aquel
país y la mafia terrorista de Miami. Es tan evidente, dijo, que
cualquiera lo puede comprender.
A las autoridades
cubanas, aseguró, no se les puede atribuir responsabilidad alguna,
es algo que me propongo explicar, así como las reacciones y
objetivos de cada medida, el porqué y para qué de cada una de
ellas.
Recordó que el
escandaloso fraude electoral de Miami llevó a Bush al poder en
Estados Unidos. Fueron los mafiosos anticubanos de ese Estado
quienes decidieron su elección; y él —hombre agradecido— no
oculta su obligación hacia esa mafia y los compromisos que contrajo
con ella; asegurándole que el problema de Cuba podía resolverlo
fácilmente, en clara alusión a la eliminación física del
Presidente cubano.
Su Gobierno, afirmó,
sería tan hostil y reaccionario como todo el mundo esperaba.
Verdaderos bandidos ocuparon cargos clave, para aplicar contra Cuba
las medidas y compromisos del Presidente, entre ellos Otto Reich,
quien no dudó en promover a un antiguo secuaz en sus andanzas
antisandinistas. La designación de Cason al frente de la SINA no
fue obra de la casualidad. Ya en noviembre del 2001, en una
conferencia sobre seguridad nacional, este señor había dicho que
Cuba era el único país que no se había unido al coro regional en
apoyo a los Estados Unidos tras el 11 de septiembre.
Tras desmentir esa
infamia, y rememorar que la FNCA
lo recibió en el cargo como a la persona indicada para llevar a la
Isla "la política enérgica de Bush", Fidel compartió
con la opinión pública nacional e internacional un abultado
dossier, denunciando (con lujo de detalles y pruebas de todo tipo)
la escalada de injerencia del procónsul yanki en La Habana y la
manera desfachatada con que intentó articular un movimiento
contrarrevolucionario en el país.
Esa cronología leída
por Fidel, describe cómo Cason pasó de las declaraciones
pretensiosas en los primeros días de su arribo a Cuba, a las
reuniones con los cabecillas de los grupúsculos
con-trarrevolucionarios en su residencia oficial y en la sede de la
SINA, entregándoles ayuda material y financiera, asistiendo a sus
actividades, recorriendo el país con iguales fines e intentando
vincular a sus planes a representantes diplomáticos de otras
naciones. Esas acciones tomaron más fuerza en los últimos meses y
obligaron a las autoridades cubanas a limitar sus movimientos dentro
del país.
Explicó Fidel que a
partir del mes de enero del 2003, se sucedieron varios hechos de
secuestros, y Cason llegó al colmo de desfachatez
"diplomática" con las declaraciones realizadas a la
prensa el 24 de febrero; mientras las autoridades norteamericanas,
como otra de las cartas de un plan macabro, establecieron un cruel e
injustificado régimen de castigo con los Cinco Cubanos encarcelados
en aquel país por combatir al terrorismo.
Confesó el Comandante
en Jefe, que inmerso en el colosal esfuerzo por llevar adelante los
nuevos programas de la Revolución, no conocía en detalles hasta
qué punto llegaba la insolencia, osadía y la audacia del enviado
de Otto Reich. El 14 de marzo, el Departamento de Estado confirmaba
nuevas medidas que impidieron la visita consular a los Cinco, y
mientras unos días después se realizaba un taller de ética
periodística con los mercenarios al servicio del imperio en el peor
lugar del mundo para hablar de ética —la residencia de Cason.
Explicó que luego de estos hechos desafiantes y que nada tienen que
ver con el normal desenvolvimiento de un diplomático, se procedió
a la detención de 32 contrarrevolucionarios, a los que siguieron
otros 33, para someterlos a los tribunales por sus reiterados actos
ilegales y conspirativos con los mantenedores del criminal bloqueo
contra nuestro pueblo.
NADA NI NADIE PUEDE
AMEDRENTARNOS
Tras
rememorar detalles del secuestro del avión DC-3, un hecho que no
ocurría hacía muchos años, y advertir que se produjo dos horas
después de haber comenzado los bombardeos contra Bagdad y otras
ciudades de Iraq, Fidel dijo que no tenemos forma de probar si fue
un acto inducido, porque los norteamericanos no devolvieron a los
secuestradores y sus cómplices, y no informaron nada.
Añadió que la noticia
de que el avión había sido incautado y el tratamiento dado a los
secuestradores y cómplices, amparados por la mafia y los beneficios
de la asesina Ley de Ajuste Cubano, crearon las condiciones para
hechos similares. La ola de secuestros continuó con el incidente
del AN-24, el secuestro de una lancha de pasajeros en la Bahía de
La Habana y el asalto a un soldado al que arrebataron su fusil, arma
que iba a ser utilizada en el desvío de otro avión en el
aeropuerto de Nueva Gerona.
Informó, además, que
desde el caso del DC-3 se han comprobado 29 proyectos e ideas de
secuestrar aeronaves y embarcaciones con el empleo de la fuerza.
Había que cortar radicalmente aquella ola de secuestros en pleno
desarrollo. Y había que aplicar sin vacilación alguna las
sentencias impuestas por los tribunales y ratificadas por el Consejo
de Estado. La medida, recalcó, no sería completa si no anunciamos
que no se suministrará combustible a ningún medio secuestrado, y
los responsables e involucrados deben saber que serán sometidos a
juicios sumarios en los tribunales correspondientes y no deberán
esperar clemencia alguna.
Aseguró que hay que
arrancar de raíz tales acciones, porque la experiencia demuestra
que cuando los autores no tienen alternativas se abstienen de
cometer tales crímenes.
Debe quedar bien claro,
advirtió Fidel, que nuestro país no puede ser amedrentado por nada
ni por nadie, porque es un país que sin renunciar al combate en
cualquier terreno sabe luchar y lucha, en primer lugar con las
ideas, con una moral altísima, muy por encima de millones de
calumnias con que han pretendido sepultar su ejemplar obra
revolucionaria: que sabe lo que hace, y sabe que su conducta es
limpia, es intachable, es ejemplar, y ha sido capaz de demostrar al
mundo su capacidad política, su conciencia, su cultura. No vaya
nadie a imaginarse que este es un país de tontos y de idiotas.
LA SINIESTRA IDEA DE
PROVOCAR UN CONFLICTO
En otra parte de su
intervención, el Comandante en Jefe se refirió a cómo los
círculos reaccionarios de Miami, cercanos a Bush, se han propuesto,
además de recrudecer el bloqueo y boicotear la compra de alimentos,
romper los acuerdos migratorios y forzar una emigración masiva,
cuyo instrumento principal es la Ley absurda y asesina de Ajuste
Cubano, y cuyo potencial está constituido por ex presidiarios por
delitos comunes y los peores elementos antisociales que todavía
existen en nuestra sociedad, y solo desaparecerán con los programas
educacionales y sociales que hoy se llevan a cabo en Cuba.
Puntualizó que la idea
siniestra de provocar un conflicto armado entre Cuba y Estados
Unidos centra hoy la esperanza de quienes esperan en Miami ver
destruida a la Revolución, olvidando lo que Maceo advirtió y que
cobra hoy más vigencia que nunca: "¡Quien intente apropiarse
de Cuba, recogerá el polvo de su suelo anegado en sangre si no
perece en la lucha!". Más de 40 años de fracaso tras fracaso
debiera persuadir a cualquier Gobierno de Estados Unidos de que las
más sofisticadas armas no podrían aplastar la resistencia de
nuestro pueblo.
Advirtió Fidel que no
se conquista a un país con divisiones blindadas, miles de tanques,
helicópteros, aviones, decenas de portaaviones y cruceros, de
bombarderos y de cazas, decenas de miles de misiles. Ocupadas las
ciudades y todo el territorio, hay que gobernar a millones de
personas en ciudades y campos. Si creen que de algo servirían en
Cuba los grupos mercenarios de Miami, estos durarían lo que un
merengue en la puerta de una escuela. Muertos los líderes
principales, ninguno de los cuales levantará jamás bandera blanca,
decenas de miles de combatientes ocuparán los puestos de cuantos
mueran, y generación tras generación luchará el pueblo de Cuba
contra las tropas ocupantes. Quiere decir que cuando el país sea
ocupado, la guerra no termina, sino comienza.
(Texto íntegro de la comparecencia)
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