DAMASCO, 15 de abril (PL). — Gran
Bretaña se unió a Estados Unidos en la campaña de acusaciones de
que este país tiene armas químicas, según declaraciones del
secretario de Asuntos Exteriores británico, Jack Straw, hoy en
conferencia de prensa en Qatar.
De acuerdo con la telemisora de ese
país Al Jazeera, captada aquí, el jefe de la diplomacia británica
dejó entrever la posibilidad de que Siria está en posesión de ese
armamento de destrucción masiva al decir que debe demostrar que no
es una nación peligrosa.
Siria posee la oportunidad de probar
que no está en esa categoría de naciones, apuntó Straw, con lo
cual dejó una puerta abierta a la duda.
Gran Bretaña y Estados Unidos
formaron una coalición militar que agredió a Iraq el 20 de marzo
pasado con el pretexto de que ese país árabe estaba en posesión
de arsenales químicos, biológicos o nucleares y había que
desarmarlo.
Sin embargo, una semana después de
ocupar Iraq y derrocar al mandatario Saddam Hussein, esas armas no
han aparecido y Washington está instalando un "gobierno
provisional" que encabezará el general retirado del Ejército
norteamericano Jay Gardner.
En su conferencia, el diplomático
lanzó una velada amenaza al gobierno de Damasco: "Hay muchas
preguntas importantes para Siria, incluida la de las armas
químicas. Esperamos que entienda esta nueva realidad y analicen la
situación en que se encuentran". Siria debe entender la
seriedad de la situación, apostilló.
En los meses precedentes Washington y
Londres orquestaron una campaña masiva contra Bagdad, al cual
calificaron de muy peligroso por tener armas prohibidas no
convencionales.
Esas armas fueron buscadas por
expertos de armamentos de la ONU que bajo la cobertura de la
resolución 1441 del Consejo de Seguridad, husmearon en Iraq con el
propósito de encontrarlas desde el pasado 27 de noviembre hasta el
reciente 18 de marzo.
Ese ejercicio resultó infructuoso
para los inspectores de armas de la Comisión de Control,
Verificación e Inspección de la ONU (UNMOVIC) y de la
Organización Internacional de Energía Nuclear (OIEA), lo cual
reflejaron en periódicos informes al organismo internacional.
En efecto, los técnicos de UNMOVIC y
la OIEA admitieron en esos reportes que durante sus pesquisas no
habían encontrado trazas de esas armas.
Ese extremo fue aprovechado por
Washington y Londres quienes argumentaron que Bagdad escamoteaba las
armas a los inspectores por lo que debía ser severamente castigado
con una agresión, la cual se llevó a cabo al finalizar un
ultimátum el 20 de marzo.
Tal exigencia fue planteada por el
presidente norteamericano, George W. Bush, con la aprobación del
primer ministro británico, Anthony Blair, quien lo respaldó
totalmente.
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