Silencio y valentía para salvar a la
Revolución El doctor Pedro Luis Véliz Martínez, el agente Ernesto desde 1996, cuenta cómo las autoridades estadounidenses, a través de su Oficina de Intereses en La Habana, querían destruir el Sistema Nacional de Salud
OSCAR SÁNCHEZ
FOTOS: ALDO MEDEROS
Martí ha nacido en el
año de su Aniversario 150, porque su prédica sigue victoriosa;
porque un día antes de aquella "mentira" que fue su muerte
escribió: Hay cosas que para lograrlas han de andar ocultas.
No han tenido el valor de llamarnos por nuestros nombres, porque la verdad pesa mucho, expresaron Ana y Pedro, en compañía de sus hijos Luis Ernesto y Ana Laura.
Su aureola se posa en el
pueblo que lo honra con la verdad, derrotando a la mentira, y se
confunde entre el obrero, el médico, el soldado, el periodista, es
uno más. Habla con las voces de hombres y mujeres como Ernesto,
Gabriela, Octavio, Tania, Miguel, que prefirieron esas identidades
para desenmascarar al monstruo desde sus propias entrañas.
"¡Ay
mijo!, yo no sabía nada... pero qué cosa más grande has hecho,
qué alegría saber que eres tú, mi médico, el vecino de los
bajos...", Ana Rodríguez apenas podía hablarle, le reprochó mucho
su conducta, aquella que lo separaba de sus amigos, del CDR, en fin,
de la Revolución.
"Yo
tenía que hablar con ella, porque una de las últimas veces que la
vi fue cuando me buscó para que le firmara el plan jaba. Le dije
entonces que por qué tan joven, tan activa, nos estaba abandonando,
por eso me sentí obligada a decirle que ahora sé que no nos
abandonó, que estaba más cerca que nunca, porque nos estaba
cuidando". Los ojos de la Secretaria del Bloque de la Federación de
Mujeres Cubanas brillaban, y sus lágrimas se unieron a las de ella,
cual símbolo de sentimiento patrio.
Buscaban la mirada de
sus vecinos, quienes los veían abrirse paso como deidades, como si
nada de aquello fuera real, hasta que al tenerlos frente a frente se
dieron cuenta que eran el mismo Pedro y Ana Rosa de siempre, con sus
verdaderos rostros de revolucionarios.
Nos confesó que han
sido días muy intensos, de emociones muy fuertes, pero estos
abrazos de la gente del barrio era lo que más esperaba. Dice Pedro
Luis Véliz Martínez que era muy difícil pasar con una bolsa para
el agromercado "con mi cara dura frente a la gente en un trabajo
voluntario, o decirles a mis hijos que no iríamos a la marcha en la
Tribuna Antimperialista cuando ellos me lo exigían con desenfado.
Mas, cualquier sacrificio es poco cuando uno se sabe responsable de
la seguridad, de la integridad de la Patria".
Cuenta que todo lo que
estamos denunciando es una verdad absoluta. "Sí, nos pagaban, a mí
me daban unos 100 dólares al mes. Es cierto que financian, que
están empeñados en subvertir el orden en la sociedad cubana y
usaron disímiles materiales como videos, innumerable literatura,
todo indicándonos acciones para lograr explosiones sociales. Nos
decían que debíamos tratar de poner a las Fuerzas Armadas
Revolucionarias y la policía contra el pueblo. Nos entregaron
manuales para guiarnos en la confección de nuestros informes. Es
verdad también que teníamos un pase abierto en la Oficina de
Intereses de Estados Unidos, es rigurosamente cierto que James
Cason, director de esa entidad, ofreció su casa para reuniones con
estos mercenarios, incluso afirmó que su residencia estaba a
disposición nuestra".
Pedro, quien desde 1996
es el agente Ernesto, llegó a ser el presidente del llamado Colegio
de Médicos Independientes de Cuba, que tenía como objetivo
esencial desacreditar el Sistema Nacional de Salud.
"Recibí
la orientación de reclutar médicos en mi hospital, el Manuel
Fajardo, debía desestimularlos, diciéndoles que el salario era
poco, que teníamos que hacer guardias y muchas cosas más. Incluso
para esto, el propio Cason y Ricardo Zúñiga, quien funge como
segundo secretario político-económico de la SINA, pero que en la
práctica atiende allí un departamento llamado Humanitario, que lo
que hace es encargarse de atender a los mercenarios, recorrieron el
país completo. Zúñiga llegó a contarme que se encontró con un
médico en medio de las lomas de Mayarí que le dijo que él no
necesitaba nada para hacer su trabajo ni dinero ni medicamentos ni
equipos. Yo me dije por dentro: ese es un médico revolucionario,
cubano como yo".
En el hospital Fajardo,
donde recibió un jubiloso reconocimiento, Pedro reveló que a él le pagaba el Miami Medical Team Foundation, una organización de la Fundación Nacional Cubano-Americana.
Varios eran los
proyectos de las autoridades norteamericanas a través de su Oficina
de Intereses. "Uno de ellos era con una fundación española, se
llamaba Despertando la Familia. Consistía en escoger casos de
niños que requerían tratamiento quirúrgico y sacarlos del país,
operarlos, armar un gran show propagandístico para desacreditar a
la medicina cubana, y luego devolverlos sin prestarles el servicio
de rehabilitación ni continuarles su tratamiento. Sin embargo, al
pedirles algún medicamento para niños que necesitaban tomarlo por
largos períodos, nos decían que no, que no entraban en ese
proyecto".
Otras de las tareas que
le dieron fue buscar informaciones sobre enfermedades como dengue,
conjuntivitis hemorrágica y paludismo "para luego inventar que
padecíamos de una epidemia en el país y que no se podía
controlar. Pero lo que pretendían con el Colegio de Médicos
Independientes era la creación de un organismo paralelo al
Ministerio de Salud Pública, en otras palabras era una franca
injerencia en una de la más valiosas y bellas conquistas de la
Revolución, por eso atacan por ese flanco, porque les duele nuestro
avance, no soportan que nos hayamos convertido en una potencia
médica".
Dijo que el vocablo
grupúsculo es el que llevan estos grupos, "porque son dos o tres.
El que yo dirigía, por ejemplo, lo integraban solo diez y decíamos
que éramos 800, porque es un juego de mentiras. Es la forma de
ganar dinero fácil, y de hacer aval ante el Departamento de
Refugiados de Estados Unidos para emigrar. Pero el enemigo usa esto
para decir que en Cuba crece la oposición. Por eso gastan millones
para captar y una vez dentro comienzan a decirle, y lo digo porque
recibí esas indicaciones también, que es necesario usar la huelga,
poner bombas, lograr enfrentamientos llamando a la desobediencia
civil. Eso también viene en los videos, en los manuales.
"A
mí, por ejemplo, me preguntaban con mucha insistencia sobre el
estado de salud del Comandante en Jefe, querían saber de qué
padecía, si le hacía daño algún medicamento o alimento. De la
misma forma estaban muy interesados en conocer, desde el punto de
vista constructivo y de aseguramiento, lo que necesitaban los
policlínicos, hospitales. Procuraron datos sobre la Escuela
Latinoamericana de Medicina, cómo se llegaba allí, cómo era la
selección, qué materias imparten, con qué programas, si estudian
para médicos de familia, especialidad donde tratan de lograr muchas
deserciones. Era un ataque frontal, esa es la verdad".
GABRIELA SALVÓ EL
AMOR
"Estábamos
pasando por una situación muy dolorosa, nuestro matrimonio era
prácticamente insalvable, había mucho distanciamiento, llegaba
tarde, además, no compartía la forma en que se estaba expresando.
Entonces les dijo a sus oficiales que confiaba en mí, y ellos
confiaron también y el 22 de marzo del 2000 nació la agente
Gabriela con la inmensa felicidad de conocer a Ernesto y de saber
que Pedro no era un traidor", cuenta Ana Rosa Jorna Calixto, su
esposa y también médico, especialista en Medicina General
Integral.
Su voz tomada, la
respiración agitada enseñaban a una mujer con toda su capacidad de
amar y a la vez desesperada por mostrarse ante su padre, José, como
él la había enseñado. "Fue muy bonito decirle a papá, un
jubilado del MININT, que yo no lo había traicionado".
Recordó un momento
especialmente duro cuando su hija Ana Laura, jefa del colectivo de
pioneros de la escuela Saúl Delgado, le comentó que si su papá le
hablaba tanto de Fidel, del Che, de la Revolución, por qué él no
era igual que los Cinco Héroes Prisioneros del imperio. "El
corazón se me quería salir del pecho, quería gritarle que su
padre era uno de ellos, y que yo tenía la misión de cuidarlo".
ES LA ALEGRÍA DE
HABERME EQUIVOCADO
"Estoy
sintiendo la alegría de haberme equivocado, porque le dije cosas
muy duras, porque viví momentos muy difíciles al saber que lo
estaba perdiendo, y hoy darme cuenta de que es él, el mismo hombre
con el que muchos teníamos que ver por su entrega a la medicina,
por ese carácter esencialmente humano en su persona, es algo que
solo el corazón pudiera expresar. Han prestigiado a nuestro
hospital, a nuestra medicina, han revivido al Che, lo han hecho
estar entre nosotros nuevamente, porque él ha defendido con
dignidad lo más bello que tiene nuestra Revolución, su desvelo por
la salud del pueblo."
El abrazo de sus compañeras intensivistas en el Fajardo.
Así dijo a Granma
Mayra García, directora del Hospital Manuel Fajardo, mientras
Ernesto y Gabriela, no podían salirse de los abrazos de enfermeras,
médicos y trabajadores de ese centro asistencial, donde Pedro es
especialista de Primer Grado en Medicina Interna, verticalizado en
cuidados intensivos del adulto, y allí conoció a Ana cuando él
era residente de segundo año y ella alumna de tercero. En su centro
de trabajo recibió el reconocimiento de los estudiantes de
enfermería en la voz de Maikel Pereira y de quienes se preparan
como futuros médicos en las palabras de Gisel Castañeda, que le
expresó a Ana y Ernesto que "la FEU los felicita y les agradece su
fidelidad y valentía".
A sus compañeros Pedro
les dijo, que ya no había silencio, que ya no sería aquel
inconforme, rebelde o apático médico, y les afirmó que "la más
alta dirección de la Revolución decidió revelar nuestras
verdaderas identidades, y solo les digo que si no hubiera llegado
este momento, no lo duden, continuaríamos hoy en combate".
Al preguntarle a Pedro
cómo recordaría a Gabriela, contestó: "como a la misma Ana de
siempre". Y al hacerle la misma interrogante sobre Ernesto, fue
enfático. "Él nunca ha estado lejos, solo que ahora tuve la
honrosa misión de poner bien en alto su nombre. Siempre irá
conmigo, porque fue médico, yo también, porque fue
internacionalista y yo pude serlo, porque defendió a esta
Revolución, y ahora tuve la posibilidad de hacerlo, porque nunca le
dijo hasta luego al Comandante en Jefe, sino Hasta la victoria
siempre".
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