Noche de dignidad y
de campeones
OSCAR SÁNCHEZ
Fue
una noche de dignidad, de campeones, porque así ha sido también la
historia de un pueblo que ha escrito una de las obras más bellas de
la humanidad.
Se vistió de
Revolución la Plaza para recibir el fuego eterno de la Primera
Olimpiada Nacional del Deporte Cubano, que al escuchar la voz del
Comandante ordenar: "Adelante gallardos atletas" dejó
inaugurada una lid multideportiva sana y limpia, despojada como
ninguna de comerciantes o bancos patrocinadores; poseedora del más
preciado mensaje del hombre: el de la paz y confraternidad, y
enriquecida, como pocos países en el planeta, por el triunfo de sus
atletas en los más exigentes escenarios.
A
la Olimpiada llega este pueblo que transitó por su historia con la
frente en alto como los humildes y explotados aborígenes, que
promovieron el juego de Batos; que vivió la época colonial desde
la llegada de los españoles luchando por su emancipación y
haciendo un singular "ajiaco" cultural al que el negro
africano, oprimido y rebelde, le aportó su esencia, convirtiéndose
también con el tiempo en baluarte exponente del movimiento
deportivo nacional.
Y la noche rememoró una
seudorrepública, en que pese al desinterés de los gobiernos de
turno, brillaron el ajedrez, la esgrima y el boxeo, hasta llegar —porque
esa misma historia premia a los dignos y valientes—, al nacimiento
de la independencia total. La que convirtió a este pequeño pedazo
del Caribe, rebelde y solidario, en una potencia moral, en un pueblo
con una elevada cultura general integral, que aplaudió anoche con
júbilo y emoción al Premio Nobel de Literatura, Gabriel García
Márquez, y a todos los ilustres invitados, y que transformó a la
Mayor Isla de las Antillas en orgullo mundial de los países pobres,
al ubicarse entre las 10 naciones de más rango en el deporte
universal.
Fruto
y consecuencia de quienes combatieron aquel pasado fue el grandioso
espectáculo que ayer dirigió Alberto Méndez y en el que más
de
2 000 cubanos (entre artistas y deportistas), formados por la más
humana y culta de las revoluciones, fundieron el deporte con la
cultura y la historia.
Emocionantes y bellas
escenas condujeron al sublime momento del encendido de la llama
eterna de esta Olimpiada, que bajo los acordes de Fuerza y
Razones, de Moncada, encontró a nuestros indios dando su fuego
al prestigio y pureza del deporte nacional, expresados por la
campeona mundial de jabalina, Osleidys Menéndez, escoltada por
Yobal Dueñas, el héroe jonronero del más reciente triunfo del
béisbol, y Ledi Frank Balceiro, el campeón del mundo en canoa.
Y
cuando Osleidys marchaba hacia el pebetero, latían los corazones de
los más de 1 500 atletas que desde hoy estarán en las canchas,
cual esfuerzo hacia la victoria, pero igual se sentían agitados en
sus pechos los de las grandes estrellas que fueron a acompañar ese
fuego, el mismo que defendieron con honor en escenarios difíciles
por la rivalidad deportiva y por la hostilidad de los frustrados que
han intentado apagarlo.
A las 10:20 de la noche
Osleidys y los indios hicieron arder la pira... el deporte entonces
expresaba la continuidad de su obra, pues los que hoy compiten, en
el 86%, vienen de los Juegos Nacionales Escolares, que, como anoche,
también fueron inaugurados por el Comandante en Jefe hace 39 años.
Fotos:
AHMED VELÁZQUEZ Y RICARDO LÓPEZ HEVIA |
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