¡Adelante, gallardos atletas, que inauguran en este
emocionante minuto la Primera Olimpiada Nacional de Cuba!
Discurso pronunciado
por el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, Primer Secretario del
Comité Central del Partido Comunista de Cuba y Presidente de los
Consejos de Estado y de Ministros, en el acto inaugural de la
Primera Olimpiada Nacional del Deporte Cubano, en la Plaza de la
Revolución, el 26 de noviembre del 2002, "Año de los Héroes
Prisioneros del Imperio".
(Versiones
Taquigráficas - Consejo de Estado)
Saludo
de modo especial y agradezco, en nombre de nuestro pueblo, la
presencia en este acto, que mucho nos honra, de los participantes en
el
II Encuentro Hemisférico de Lucha contra el ALCA (Aplausos).
También, a nuestro
querido amigo e insuperable escritor cuyos libros conoce todo
nuestro pueblo, que hace rato aprendió a leer, escribir y valorar
el talento y el arte: Gabriel García Márquez (Aplausos).
A Adolfo Pérez
Esquivel, cuyo constante batallar por los derechos humanos y
valientes denuncias contra las desapariciones y los horrendos
crímenes cometidos en Argentina y otros pueblos del continente por
la represión fascista y proimperialista, lo hicieron acreedor del
altísimo respeto de que goza en nuestro hemisferio y en el mundo
(Aplausos).
Igualmente saludo al
reverendo Lucius Walker, entrañable amigo norteamericano; a
Marcela, Evo, Bertinotti y demás personalidades ilustres y
amistosas aquí presentes (Aplausos).
Distinguidos invitados:
Queridos atletas,
entrenadores y dirigentes deportivos de Cuba;
Compatriotas:
Después de un año de
tenaz esfuerzo de preparación y entrenamiento, por razones
absolutamente ajenas a nuestra voluntad, nos vimos obligados a
suspender la participación de nuestros atletas en un evento
deportivo al que, a lo largo de muchas décadas, desde su propia
fundación, jamás nuestro país había dejado de asistir, aun en
aquellos tiempos en que sólo unos pocos atletas integraban la
delegación cubana que, a base de coraje y patriotismo, obtenían
algunas medallas como gloriosos precursores de la potencia deportiva
en que se ha convertido hoy nuestra Patria, fruto de la justicia de
una gran obra revolucionaria y el heroísmo incomparable de nuestro
pueblo.
De una forma o de otra,
muchas veces nos trataron de excluir de las competencias
internacionales. Constantemente los eventos son escenarios de
provocaciones y hostigamientos, siempre desafiados por nuestras
valientes delegaciones. Incluso en una ocasión estuvimos dispuestos
a llegar a nado desde nuestro transporte marítimo a unas
competencias centroamericanas. Pero esta vez no valía la pena hacer
algo parecido. Un país que con el total apoyo de su gobierno ha
sido y es guarida de asesinos mercenarios, que han llevado a cabo
hasta años bien recientes ataques terroristas contra nuestros
hoteles, han fraguado proyectos para destruir monumentos históricos
con riesgo de sangrientas masacres para nuestra población,
dirigidos y pagados por la mafia terrorista de Miami; un país cuyas
autoridades han sido cómplices del trasiego de armas y la
organización de planes de asesinato contra la representación
cubana en importantes eventos internacionales, donde la ley y el
orden interno han dejado de existir, no estaba en condiciones de
ofrecer la menor garantía para la integridad física y moral de
nuestros atletas. A esta situación se añadió la gota que colmó
la copa: ni siquiera se accedió a la solicitud de contacto con las
autoridades de ese país para discutir las cuestiones de seguridad
para una delegación de casi mil ciudadanos cubanos, allí donde ni
siquiera existe una sede diplomática de Cuba.
Al
parecer, los terroristas y sus aliados creían que nuestro país no
renunciaría a las medallas y los récords que obtendría su
delegación en ese evento, prefiriendo arriesgar a sus atletas,
entrenadores y dirigentes deportivos, poniéndolos a merced de
criminales cobardes y sin escrúpulos; que era posible olvidar y
dejar de tener en cuenta que precisamente allí, en la ciudad sede
del evento deportivo, actuó impunemente como hoy actúan sus
cómplices y aliados uno de los dos principales responsables de la
voladura en pleno vuelo de la nave aérea en que viajaba el equipo
juvenil cubano de esgrima, con la totalidad de las medallas de oro
de una competencia similar a esta, los cuales perecieron sin
excepción ni rastro alguno.
La mafia terrorista y
sus cómplices no debían ignorar que por cuestiones de honor y de
principios, Cuba más de una vez ha estado dispuesta a sacrificar
glorias e intereses. Sólo nos dolía no poder prestar la
colaboración que deseábamos al movimiento deportivo de El Salvador
y sus dirigentes, y a ese pueblo hermano, muchos de cuyos heroicos
hijos han sido siempre solidarios y amistosos con Cuba. Nos consuela
la convicción de que no serán eternas las circunstancias que
obstaculizan nuestra colaboración en muchos campos donde podía ser
útil. Si alguien dudara de la sinceridad de la posición de Cuba
ante el pueblo salvadoreño, baste recordar que, a pesar de los
hechos mencionados, decenas de médicos cubanos no vacilaron un
instante en acudir con recursos materiales y técnicos para prestar
apoyo al noble pueblo salvadoreño, cuando una gravísima epidemia
de dengue, que entre septiembre y diciembre del 2000 costó la vida
a más de treinta niños, y un destructor terremoto que en enero del
2001 azotó a ese hermano país, lo hicieron necesario. Seremos
siempre fieles a esos principios de solidaridad.
¿Qué hacer, sin
embargo, con los casi 500 atletas que durante mucho tiempo se
habían sacrificado y entrenado para el evento? De esa justa
preocupación, surgió una idea que será sin duda fecunda. ¿Por
qué no celebrar una Olimpiada Nacional? ¿Acaso no posee nuestro
país suficientes atletas de excelente calidad para crear tres
conjuntos deportivos, cualquiera de los cuales en El Salvador
podría ocupar el primer lugar en muchas disciplinas deportivas, y
tal vez el primero, por el número total de medallas? ¿Por qué, si
cada año tienen lugar los Juegos Nacionales Escolares, nunca se nos
había ocurrido organizar una Olimpiada Nacional con la
participación por regiones de nuestros mejores atletas en cada una
de las disciplinas deportivas? Tal evento, que costaría en divisas
convertibles menos del 30 por ciento de lo que cuesta el envío de
la Delegación cubana a unos Juegos Centroamericanos, podría
realizarse cada dos años como preparación óptima para el ciclo
olímpico y un mayor desarrollo del deporte en nuestra Patria, sin
interferir, y por el contrario intensificar, nuestra preparación
para los eventos internacionales.
Una
actividad como esa incentivaría el esfuerzo por mejorar y
desarrollar nuestras instalaciones deportivas, y la aplicación de
las técnicas más avanzadas en las diversas disciplinas de esta
vital actividad, como ha ocurrido con la Serie Nacional de Pelota
después de Baltimore.
La idea de buscar una
alternativa que premiara el esfuerzo realizado por nuestros
deportistas como preparación para los Centroamericanos, con la
organización de esta Olimpiada Nacional, permitirá la
participación de más de
1 500 magníficos atletas de los 2 000 que participaron en el
proceso de preparación y selección de la delegación cubana, es
decir, tres veces más atletas que los que viajarían a El Salvador.
Las medallas que
obtengan se computarán en el expediente de los atletas y estarán
entre los más dignos premios y reconocimientos alcanzados en su
vida. Ellos serán moralmente los verdaderos campeones del evento al
que el terrorismo y el crimen les impidieron asistir.
Como se conoce, en Cuba
se ha creado, y quizás sea el primer país en hacerlo, una Escuela
Internacional de Educación Física y Deportes (Aplausos) donde ya
cursan estudios de nivel superior más de 1 000 jóvenes de 68
países del Tercer Mundo, todos con cualidades deportivas en
diversas disciplinas. La Escuela ha sido invitada a enviar atletas
destacados, en equipos o individuales, a nuestra Primera Olimpiada
Nacional (Aplausos). Igual derecho se ha concedido a jóvenes
atletas destacados o equipos seleccionados, entre los 6 073 jóvenes
de 24 países que realizan estudios en la Escuela Latinoamericana de
Ciencias Médicas (Aplausos).
De igual forma que lo
hacemos en otros eventos deportivos nacionales, atletas de países
no pertenecientes al área comprendida en los Juegos
Centroamericanos y del Caribe, han sido invitados a participar.
Nuestro movimiento
deportivo respetará rigurosamente todas las normas y principios del
Movimiento Olímpico Internacional, cuyo nuevo Presidente, el doctor
Jacques Rogge, nos hizo el gran honor hace unos días de visitar a
nuestro país, dejando en los cubanos una estela de simpatía y
respeto. La batalla contra el doping que él anuncia, contribuirá a
frenar en el movimiento olímpico el mercantilismo y el
profesionalismo, donde el doping es habitual y jamás se hacen
pruebas de laboratorio.
Con
orgullo, dignidad, entusiasmo y satisfacción, nuestro pueblo
comenzará a disfrutar de este nuevo y singular evento deportivo. En
total serán transmitidas 687,5 horas por radio y más de 180 horas
por televisión, cuidando a la vez con esmero de no afectar, aunque
el espacio televisivo es todavía bastante limitado, los programas
educacionales que con tanto éxito impulsa hoy nuestra Patria en
busca de una cultura general integral para nuestro pueblo. El tercer
canal educativo abarcará ya todas las provincias del país en los
próximos diez meses, y las horas disponibles para la televisión se
multiplicarán. Tanto en el deporte como en muchas otras esferas,
nos espera un brillante porvenir.
Hoy será un día
histórico que marcará una nueva etapa en el deporte cubano.
¡Adelante, gallardos
atletas, que inauguran en este emocionante minuto la Primera
Olimpiada Nacional de Cuba!
¡Viva el deporte! (Exclamaciones de: "¡Viva!")
¡Viva la Patria! (Exclamaciones de: "¡Viva!")
¡Viva el Socialismo! (Exclamaciones de: "¡Viva!")
¡Viva la Revolución! (Exclamaciones de: "¡Viva!")
¡Venceremos!
(Ovación.) |