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Se nos ha ido Polo
Montañez
El carismático
cantautor falleció a consecuencia del accidente de tránsito
sufrido el miércoles pasado
Pedro
de la Hoz
A
pesar de los ingentes esfuerzos de la ciencia médica por salvarlo,
Fernando Borrego (Polo Montañez), uno de los más carismáticos
protagonistas de la música popular cubana en los últimos tiempos,
falleció anoche a las 11:20 p.m., a los 47 años de edad, en el
Hospital Militar Carlos J. Finlay, de esta capital, a consecuencia
del lamentable accidente de tránsito que sufrió en la noche del
miércoles 20 de noviembre cuando se dirigía en un automóvil desde
La Habana hacia la localidad pinareña de San Cristóbal, donde
residía.
Fue una semana agónica,
en la que su pueblo siguió minuto a minuto los avatares de su
gravedad. Día y noche, de un extremo a otro del archipiélago, los
cubanos manifestaron su solidaridad y los más encendidos votos por
la recuperación del artista. Pero los serios traumatismos craneales
y las complicaciones derivadas de tan precaria condición provocaron
el desenlace fatal.
La redacción de Granma
recibió numerosos testimonios de lo que representó la breve pero
meteórica carrera musical de Polo para tanta gente dentro y fuera
de la Isla. Poco antes de su deceso, una carta desde Italia decía: "Un
hombre como él; de pueblo, humilde, sencillo, ha sabido ganarse el
afecto de todos nosotros. Está en el corazón de todos y estamos
orgullosos de él".
Polo Montañez irrumpió
como un relámpago en la música cubana. En menos de un año —la
segunda mitad del 2001— pasó a comandar las listas de éxitos de
las radioemisoras del país con el tema Un montón de estrellas.
Con este y otros temas de su primer disco, Guajiro natural,
conquistó al público colombiano y se abrió paso en otros países
de América Latina y de Europa occidental.
Esa irrupción
sorpresiva y, a la vez, contundente en la cresta de la ola de la
música cubana, y su incesante expansión internacional, se hizo
acompañar por una especie de velo legendario, que alimentó la
fábula de un guajiro, que logró encantar al mundo con una música
sencilla y conmovedora.
Sus sentimientos
patrióticos le llevaron a poner música a los versos de Antonio
Guerrero, uno de los Cinco compañeros que guardan prisión en las
cárceles del imperio.
El segundo disco de su
producción, siempre con la compañía Lusáfrica, presentado en
mayo de este año, Guitarra mía, consolidó su arraigo entre
nosotros, anclaje que antes había calado muy hondo durante los dos
meses de esta primavera en que llenó estadios y plazas a lo largo y
ancho del país.
Por estos días el
cantautor disfrutaba de la espléndida versión que el
puertorriqueño Gilberto Santarrosa hizo de Un montón de
estrellas. Y se aprestaba a continuar la promoción de su
último fonograma en el extranjero. |