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![]() La zafra del 2002 Fue un duro batallar de los azucareros Juan Varela Pérez La zafra azucarera del 2002 prácticamente ha concluido. Todos coinciden en que ha sido una de las más difíciles y complejas de estos años. A las 44 000 caballerías de caña revolcadas, encamadas y no pocas partidas, que dejaron a su paso los huracanados vientos del Michelle, se unieron daños climáticos y limitaciones en aseguramientos básicos. No obstante, ya en sus postrimerías, puede afirmarse que los 104 centrales que abrieron sus capacidades dieron cumplimiento al plan reajustado de 3 millones 600 mil toneladas alcanzándose 3 millones 610 000. Los heroicos trabajadores de la caña y de la industria son los protagonistas de este esfuerzo. La voluntad, la decisión y el espíritu de sacrificio se impusieron a los no pocos obstáculos que la gran familia azucarera encontró en el desarrollo de la zafra. El haberse fabricado 80 000 toneladas más de azúcar que en la campaña precedente, en condiciones aun más desventajosas, no se compensa debido a los precios que tienen los crudos en el mercado mundial y que mantienen su tendencia a la depresión. Esos precios están dominados y manipulados por las transnacionales y la especulación y distorsionados por los subsidios que a su producción interna confieren los países desarrollados. El descenso se ha mantenido en los últimos años al extremo de haber caído a menos de 6 centavos de dólar la libra. Un dato elocuente es que la zafra que ahora termina, con un volumen de producción ligeramente superior al 2001 y 100 000 toneladas más de exportación, le ingresa al país, debido a la baja de los precios, unos 120 millones de dólares menos que en la campaña pasada. Todos los análisis coinciden en que esta realidad económica impone para la próxima zafra y en el futuro, una producción que satisfaga nuestro consumo interno, cumplir los compromisos contraídos y acceder al mercado externo con un precio que genere ingresos en divisas superiores al costo de fabricación. Tal situación convoca a todos los trabajadores de la agroindustria a una transformación profunda, que se corresponda con la realidad actual del mercado y que permita producir con más bajos costos.
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