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¿Será africano "el Mundial del madrugón"?
Miguel Hernández
Lo que ocurrió en Seúl no
hizo más que confirmar la generosidad del fútbol aunque la lógica haya
vuelto a estrellarse sobre el césped en los partidos de apertura. Los
alumnos les ganaron a los maestros, la ex colonia a la potencia, los
debutantes al campeón de todo, Senegal a Francia (1-0 con gol de Pape
Diop a los 31) y ahí está la bondad del balompié con un Mundial sin
convidados de piedra tras una eliminatoria con más de 200 países, a
diferencia de otros mundiales de otros deportes donde siempre son los
mismos los que apabullan. ¡Vaya monotonía de triunfos de pizarras
anunciadas! Así que la osadía senegalesa contribuirá a confirmar la
globalización del fútbol en un planeta en crisis necesitado cada vez
más de un deporte Bueno, Bonito y, sobre todo, Barato... Pero fue la
falta de respuesta francesa a la ausencia temporal de su estrella,
Zinedine Zidane, lo que marcó el destino de este partido de discreto
nivel pero histórico para el fútbol del continente negro que este fin de
semana pudiera seguir con sus clarinadas con la presentación de Camerún,
Nigeria y Sudáfrica... Los argentinos, otros grandes favoritos, saben que
su desafío de mañana, no será sobre un lecho de rosas, más cuando el
talento ofensivo nigeriano llegará aún más inspirado por el elixir
senegalés. Argentina y Nigeria se vieron las caras y las piernas una sola
vez en campeonatos mundiales: en 1994 en los EE.UU. y la albiceleste
venció 2-1, pero dos años después, también en suelo gringo, los
africanos se proclamaron campeones olímpicos a costa de los pibes, 3-2, y
casi toda su tribu de entonces se ha vuelto a reunir en Ibaraki en el
llamado "grupo de la muerte" del Mundial completado por
Inglaterra y Suecia... No debiera creerse que la suerte de un país
pudiera depender de su Selección aunque esa pasión nacional se llame
Argentina pero muchos saben lo que una victoria o una derrota
significaría como bálsamo anímico para aquella sociedad quebrada, sin
empleo, sin dinero, sin ilusiones. Y Diego Maradona, que regresó el
viernes a
La Habana desde Buenos Aires, confía en su equipo sin ocultar la
decepción que le produjo la negativa del visado de Japón. "Yo no
fui el que les tiré la bomba atómica", dijo. Y llegando, conoció
que el segundo gol que le anotó a los ingleses en el 86 acaba de ser
calificado como el mejor de los mundiales y cuya última versión, por
primera vez compartido, y en Asia, será también un laboratorio
interesante para científicos que aseguran que selecciones de nuestro
hemisferio juegan mejor a una distancia de no más de tres husos horarios
de casa que cuando viajan lejos. Los aficionados pagarán también su
precio de deuda somnífera. Pero tal vez la mejor prueba del poder de los
ritmos biológicos no venga de la medicina: en la universidad de
Massachusetts estudiaron el desempeño de los equipos norteamericanos de
béisbol y descubrieron que cuando los visitantes viajaban de Oeste a Este
ganaban más los locales que a la inversa. Lo singular del caso es que los
más interesados en estos resultados no fueron los médicos... sino los
apostadores.
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