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16/05/2002
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Escuela de niños discapacitados Solidaridad con Panamá

Una visita inolvidable

Joaquín Rivery Tur

Lo menos que podía esperar el ex presidente James Carter era que un alumno de secundaria, en una de las aulas que no estaban previstas en el recorrido, le declamara rápidamente una pequeña poesía escrita por él.

Fue en la escuela para niños discapacitados Solidaridad con Panamá, en el municipio capitalino de Boyeros. El recorrido preveía algunas aulas, pero no el Taller de Arteterapia. Rosalynn, la esposa del visitante, conmovida, ya antes había desviado el recorrido estipulado al entrar en el pequeño local donde se preparan los niños menores para su incorporación al centro y, al llegar a la altura del taller, volvió a introducir un cambio.

Foto: ARNALDO SANTOS
El psicoballet Amigas, interpretado para los huéspedes. Mabel y el Ministro de Educación los recibieron en la escuela.

Los Carter se acercaron primero a una adolescente que dibujaba y Rosalynn entabló con ella una breve conversación. Luego, al rodear James la mesa, el estudiante le recitó una pequeña poesía propia, y conmovió al ex mandatario hasta el grado que este le dio un sentido abrazo al niño.

Las cuerdas del espíritu de cada uno de los visitantes fueron pulsadas profundamente en la actividad de la mañana, cuando la sensibilidad salió a flote desde que comenzó la jornada. Estaban presenciando una de las obras más bellas de la Revolución: la educación especial.

A la misma entrada del plantel, no solamente los recibió el ministro de Educación, Luis Ignacio Gómez, sino también la niña Mabel Cedeño, de noveno grado, con un bello ramo de flores para Rosalynn Carter, una sonrisa para todos y un deseo de ingresar en una escuela para instructores de arte.

Tiene que haber habido estremecimientos muy hondos cuando presenciaron a continuación el pequeño psicoballet que bajo el nombre de Amigas interpretaron tres niñas del centro, que parecían flores ondeadas por el viento y la música.

Ya con ese saludo y los ojos con expresión admirativa, conocieron los índices fundamentales de la educación en Cuba y de la educación especial, más concretamente. Si acaso el hecho de que haya en el territorio nacional 428 escuelas para nueve vertientes distintas de dificultades físicas y mentales tuviera solamente un significado numérico, cuando el Ministro aclaró que en Cuba ningún niño de estas características —absolutamente ninguno— queda sin atención, se aprecia mejor la magnitud de la obra.

En silencio escucharon decir que, si no asisten a alguna escuela, el cuidado llega a las casas o a los hospitales donde se encuentran ellos, pero no se trata simplemente de que se sientan atendidos, sino que el objetivo es integrarlos a una sociedad a la que pueden servir.

James y Rosalynn escucharon que, desde su fundación en 1989, el centro ha graduado 164 alumnos, de los cuales 11 llegaron a las aulas universitarias. Las estadísticas puras no dicen todo, y allí conocieron los invitados que en la escuela los niños son instruidos según el programa nacional o programas específicos hasta el nivel de secundaria básica, siguiendo una línea que incluye una esmerada atención médica.

Cuando se incorporan a la sociedad, si lo desean, pueden hacerse miembros de una de las asociaciones con que cuentan, según el tipo de discapacitación que tengan.

La animación de los Carter y los demás miembros de la delegación era evidente en el recorrido. Como el programa del día era rígido y las motivaciones fuertes implicaron demoras, un aula de noveno grado y el gimnasio no pudieron ser visitadas, pero hubo un cierre de alta tensión emocional cuando los alumnos sorprendieron a todos con el obsequio de una actuación especial del grupo local de La Colmenita y terminaron la jornada entregando a los huéspedes pequeños regalos hechos por sus propias manos.

Cuando James Carter firmó el libro de visitantes tuvo que dejar escrito que se trató de un día inolvidable.

16/05/2002

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