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![]() Donde no cuenta la salud ARNALDO MUSA Los cubanos estamos orgullosos de nuestro sistema de salud y cómo este es capaz de extender sus beneficios a otros pueblos.
Allí se gasta al año más dinero en el cuidado médico de sus ciudadanos que cualquier otra nación en el mundo: 4 090 dólares per cápita y el 14% de su Producto Interno Bruto. No obstante, un estudio de la Organización para la Cooperación Económica y el Desarrollo señala que EE.UU. estaba en el lugar 34 en la lista mundial de sistema de salud y en el 26 entre los 29 países desarrollados. La ineficiencia, la burocracia y el fraude contribuyen a ello, pero lo más grave son los altos costos administrativos y las ganancias del 25% de los intermediarios, la sobreinversión en la tecnología y el personal, la falta de control en los precios de los medicamentos y el énfasis en la medicina curativa sobre la prevención de las enfermedades. Cada vez que llega una noticia sobre los avances de la ciencia médica norteamericana, está acompañada de costosos procedimientos diagnósticos y terapéuticos, como trasplantes de órganos, cirugías coronarias y resonancias magnéticas, entre otros. Quizás algunos recuerden cómo en 1994 el entonces presidente Clinton trató de hacer una reforma integral de la salud, dirigida a establecer un seguro universal que cubriría a toda la población y que redundara en un sistema menos costoso y más efectivo, pero esto no prosperó debido a algo usual en Estados Unidos: el intenso cabildeo de las compañías aseguradoras en el Congreso y los medios de comunicación, en contubernio con las empresas farmacéuticas, instituciones académicas subsidiadas por estas corporaciones y otros grupos conservadores. No les importó que un tercio de los 284 millones de norteamericanos no tuvieran seguro médico y que casi el 20% de los latinoamericanos con problemas de salud no ha podido visitar a un médico en los últimos meses por falta de dinero. El declive económico y la rebaja de impuestos implementada por Bush están mermando el Tesoro Nacional, donde lo que más sufre son los fondos de los programas de salud Medicare y Medicaid. Y eso en el país más rico de la Tierra, con un superabundante presupuesto para gastos bélicos —con guerra o sin ella—, pero donde la salud no cuenta. |
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