Hijos de madres seropositivas

Una cruzada por la vida

Libres de optar por la maternidad o de acudir al aborto voluntario, las madres seropositivas y sus hijos cuentan con un programa de intervención y asistencia temprana que permite reducir el riesgo de transmisión vertical. Solo 9 niños infectados a través de la madre desde 1986. Más de tres años sin casos de contagio de madre a hijo

SARA MAS

Al principio tenía miedo dejarme la barriga porque pensé que mi niñita podría salirme enferma y después me decidí a tenerla. Quise sentirme madre de nuevo... mi hija ha presentado algunos problemitas porque ha salido medio enfermiza, la he tenido dos o tres veces ingresada; primero por diarreas se deshidrató dos veces; después por falta de aire... Ahora está bastante bien...

JORGE LUIS GONZALEZ 

Un enorme reto profesional y humano ha significado para la doctora Ida González la atención a los menores con VIH. "Estamos al tanto de ellos desde que nacen, hacemos todo lo posible por mejorarles y prolongarles la vida".

Un mundo de incertidumbres acompaña el embarazo de las mujeres portadoras de VIH/SIDA. Pese a que los avances de la ciencia minimizan el riesgo de que su descendencia nazca enferma, ese peligro es latente y a veces inevitable. Tampoco son grandes sus expectativas y probabilidades de poder compartir una vida futura, de familia, de ver crecer a sus hijos: en el mejor de los casos el niño pudiera nacer libre del virus, tener una existencia sana y normal, pero para la madre seropositiva el mañana sigue siendo incierto.

El nacimiento por cesárea reduce el riesgo de infección mediante los fluidos maternos presentes en el canal del parto.

Sin embargo, en respeto a sus derechos sexuales y reproductivos, a decidir sobre su maternidad y descendencia, 82 mujeres seropositivas han tenido hijos en nuestro país, desde 1986, fecha en que se detectó el virus en Cuba. Todo un engranaje de intervención y atención temprana se echa a andar entonces para mitigar su dolor y el de sus niños, brindarles orientación, ayuda y asistencia médica durante el embarazo y también después, cuando sus hijos nacen.

REDUCIR EL CONTAGIO DE MADRE A HIJO

En Cuba existen pocos casos de niños infectados con el VIH/SIDA por vía perinatal, debido a la intervención epidemiológica temprana y la atención primaria, aunque ha crecido la incidencia del virus entre mujeres en edad reproductiva y el grupo de portadoras del VIH decididas a tener hijos.

Una de las vías de transmisión del VIH es a través de la leche materna de una madre portadora o enferma.

"Tan pronto se capta un nuevo embarazo, a esa gestante se le realiza, dentro de sus exámenes de rutina, el que permite detectar anticuerpos al VIH", explica el doctor Héctor Mengana, director de Epidemiología del Hospital Julio Trigo. "Si el resultado es positivo, entonces se confirma ese diagnóstico con la prueba de Western Blot y se le ofrece una consulta de consejería, donde se le brinda información, la posibilidad de decidirse por un aborto voluntario si aún no ha cumplido las 20 semanas de gestación o de continuar el embarazo, así como las consecuencias que esto puede provocarles a ella y al niño".

Tal procedimiento se sigue tanto con las mujeres seropositivas captadas durante el embarazo, como con aquellas que, viviendo con VIH/SIDA, han optado por la maternidad. Por esa vía conocen que existe un riesgo que va de un 15 a un 30% de transmitir el virus a su hijo, si se niega a tomar el tratamiento con AZT de 500 mg diarios a partir de las 14 semanas del embarazo; que este puede morir a los 3 años de edad o al llegar a la adolescencia, según se comporte su patrón evolutivo, y en caso de nacer sano quedará huérfano más adelante.

"También que puede reducirse el contagio de madre a hijo a cerca del 8% si se somete a tratamiento con AZT (medicamento antirretroviral) a partir de las 14 semanas, acude a la intervención por cesárea y evita la lactancia materna", añade el doctor Mario C. Jova, especialista de primer grado en Ginecobstetricia del grupo de atención a pacientes obstétricas especiales. "La cesárea disminuye el tiempo de exposición del niño transitando por el tracto vaginal en contacto con los fluidos de la madre y, por tanto, reduce la posibilidad de infección por esa vía", explica el especialista.

Iniciada en el año 1989, esta atención a las embarazadas con VIH también tiene en cuenta todos los cuidados que se siguen en el país con el resto de las gestantes: consultas ginecobstétricas indicadas, atención estomatológica, vacunación, control de peso y presión, entre otros.

A las pacientes seropositivas que aceptan continuar el embarazo y someterse a tratamiento, se les suministra 500 mg diarios de AZT hasta el momento del parto y se les ingresa a las 39 semanas de gestación para practicarles la cesárea.

UNA OBRA DE CIENCIA Y AMOR

Yo tengo a este niño desde que tenía aproximadamente un año y medio. Ya era positivo, su mamá estaba viva, pero ella no podía atenderlo por motivo de su enfermedad, ya estaba muy enferma y entonces yo asumí su figura materna... He estado embarazada dos veces, pero no los he tenido; no porque no quisiera, sino por miedo a que salieran enfermos como el niño...

Al nacer, la mayoría de esos bebés suelen mostrar resultados positivos en el examen de VIH, pues reciben los anticuerpos de la madre. Eso no significa, sin embargo, que hayan adquirido el virus. A partir de las 8 horas de nacidos, se les suministra AZT en jarabe, cada 6 horas, en dosis de 2 mg por kilogramo de peso durante las primeras seis semanas de vida y hay que esperar por lo menos 18 meses para que vayan eliminando los anticuerpos maternos, si no están infectados, creen los propios y pueda saberse, entonces, si son o no portadores.

Es por eso que después de 3 meses de nacido las pruebas pueden dar positivas y luego variar, porque el niño no esté infectado. "La madre puede pasar los anticuerpos y no el virus. Para decir que un niño está infectado hay que obtener dos Western Blot y dos Reacción en cadena de la polimerasa con antígeno P-24 positivos", precisa la doctora Ida González, especialista de segundo grado en Pediatría e integrante del equipo que asiste a esos niños.

Pero si en ese tiempo hace una enfermedad oportunista, lo que se llama enfermedad marcadora de SIDA, las sospechas de infección son mayores. "Cuando el contagio es por vía vertical, a través de la madre, las posibilidades de sobrevivencia del hijo dependen de su patrón evolutivo. Hay niños que a partir de los 3 ó 4 meses se inician con enfermedades oportunistas y no llegan a sobrepasar los 5 ó 7 años. Un segundo patrón se mantiene asintomático hasta los 7 u 8 años; comienzan entonces las enfermedades oportunistas y mueren en la adolescencia", señala la pediatra.

Actualmente, con los nuevos antirretrovirales que ayudan a detener la replicación del virus, inhibidores de la enzima reverso transcriptasa y de la proteasa, se ha podido mejorar la calidad de vida y prolongar la existencia de esos niños, que son seguidos periódicamente desde su nacimiento en la consulta externa del Instituto Pedro Kourí, donde se les realizan varios chequeos y exámenes (ELISA para VIH 1, Western Blot, Reacción en cadena de la polimerasa y Antígeno para la proteína P-24 del VIH ) a los 3, 9 y 12 meses de edad. La confirmación de su diagnóstico se hace con estas mismas pruebas a los 18, 24 y 36 meses.

"Los que no resultan infectados, son dados de alta y los enfermos siguen atendiéndose en consulta, con chequeos cada 3 meses; aunque las madres saben que ante cualquier síntoma deben acudir al especialista. Un equipo multidisciplinario, que incluye a psicólogos, pediatras y otros especialistas, brinda atención a sus necesidades", explica la doctora, con 12 años de experiencia en esta labor.

Además de reiteradas recaídas, el VIH/SIDA suele provocar retrasos en el desarrollo y estatura de los niños, de ahí que precisen de un constante apoyo afectivo y asistencial. Brindarles amor y aliento, poner a su alcance los más modernos tratamientos, adelantos médicos y conocimientos profesionales, son las premisas de quienes, aun en medio de enormes limitaciones materiales y situaciones adversas, no han puesto reparos a su condición y requerimientos, en una lucha cotidiana por sus vidas, al encuentro de nuevas esperanzas.

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