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El mundo marcha hoy hacia la unidad
Les decía que este mundo marcha hacia la unidad hoy. Hoy se puede concebir pero no como un sueño, sino como una realidad objetiva que se va produciendo y empieza a perfilarse como una necesidad de supervivencia de la especie humana. Yo fui más lejos esta mañana -y muy consciente de ello-, tuve la osadía de decir algo más atrevido sobre los recursos naturales de este planeta que algunas potencias, egoístamente, quieren preservar para el sostén de sus llamadas sociedades de bienestar. En un mundo globalizado, esos recursos deben estar al servicio de la humanidad. Muchos pueblos del Tercer Mundo fueron obligados a edificar sus economías sobre la base de recursos que se están agotando en beneficio exclusivo de las sociedades desarrolladas. ¿Qué quedará para ellos después? Realmente cuando uno observa que, por ejemplo, solo en el perfeccionamiento y desarrollo de armas nucleares Estados Unidos gasta 5 000 millones de dólares cada año; cuando uno lee que en tareas de espionaje e inteligencia gasta 27 000 millones de dólares cada año, y en la fabricación de nuevas y modernas armas -llamadas armas inteligentes- y aviones invisibles a los radares, tiene millones de hombres sobre las armas, cientos de naves de guerra de las más modernas, montones de portaaviones y de submarinos y bases en todo el mundo, uno se pregunta por qué y para qué. Tiene que haber un pensamiento elaborado para eso, una cultura de la dominación y un instinto de apropiación. No le preocupa por ello gran cosa el medio ambiente y otras cosas, emanar menos gases que los que emanan sus industrias; siempre objeta cuanto acuerdo internacional tiene lugar para preservar la naturaleza con sentido universal como patrimonio común de la humanidad, pone objeciones de todo tipo, porque no quiere comprometerse a nada que limite sus ansias de dominio y disfrute de los recursos naturales del mundo. También podríamos hacernos otra pregunta: ¿Para qué le servirán todas esas armas, cuando los pueblos mucho más cultos y conscientes conozcan las realidades? ¿Para qué le servirán esas armas, cuando tenga que sufrir una profunda crisis económica? Esa crisis vendrá inevitablemente cuando ese gigantesco globo de las bolsas que han multiplicado hasta el absurdo sus valores reales se desinfle. Son valores imaginarios, sin sustento material, creados artificialmente a partir de las condiciones privilegiadas que disfruta un Estado que a partir de circunstancias históricas peculiares se ha convertido en impresor de la principal moneda de reserva que se acepta y circula en el mundo, convirtiendo el papel en oro, algo que ya desde la edad media soñaron los alquimistas alcanzar. Compran cuanto pueden en el mundo, las principales industrias y servicios, y hasta tierras prometedoras y fértiles de Latinoamérica, porque hay países, lo sabemos, como Argentina, donde lo han privatizado todo, hasta importantes carreteras e incluso calles -porque hay calles privatizadas, no solo electricidad, petróleo, gas, aeropuertos, líneas aéreas, ferrocarriles-, se hace propaganda exterior para que grandes transnacionales de Estados Unidos y Europa adquieran inmensas extensiones de tierra en la fértil llanura argentina. Allí hay algunos inversionistas extranjeros que poseen 200 000, 300 000 ó 400 000 hectáreas de tierra. Se entregan al capital extranjero no solo industrias y servicios, se entregan recursos como las tierras, tierras de nuestros pueblos que tendrán que producir para los pueblos, a cambio de un plato de lentejas; papeles que se imprimen y valores que se inflan. Por eso sostenemos, a partir de hechos que son matemáticos, que tal globalización neoliberal es insostenible; que la crisis es inevitable. Y estas crisis, por el carácter cada vez más globalizado de la economía mundial, serán también globales, serán universales. Por un momento trato de imaginarme qué ocurriría en el propio Estados Unidos con las decenas de millones de poseedores de acciones de valor inflado, con aquellas familias que depositaron sus ahorros en esas acciones, si de repente se derrumbaran las bolsas y con ello aquellos valores multiplicados hasta el absurdo. Ellos no pueden evitar eso, es congénito; está en los genes del sistema que lo engendró, en las leyes que rigen su desarrollo. No podrían evitarlo de ninguna forma, a menos que hicieran lo que no van a hacer jamás, renunciar a tal sistema. Por mucho que lo prediquen y lo propaguen, y propaguen su ideología, sus mentiras y sus engaños, no pueden evitarlo. Es de ese punto que partimos para afirmar lo que estábamos afirmando, sobre lo cual no tenemos la más remota duda. Los factores de cambio son objetivos y se presentarán como hechos objetivos; los factores que hay que preparar son los factores subjetivos. A eso, precisamente, los invitaba el primer día. No vine aquí, realmente, a elaborar un plan ni a asignarle tareas a nadie; vine aquí tan invitado como ustedes, entre tantos congresos y actividades a los que me invitan todos los años, de carácter nacional e internacional, de manera que solo puedo asistir a unos pocos congresos, a determinados actos o eventos; no puedo estar en todas partes y, además, realizar las demás tareas que debemos realizar, y sobre todo meditar y estudiar. Cuando no tengo días como estos, de tan intensa actividad, dedico muchas horas a informarme y estudiar. Es una obligación de todos nosotros, en circunstancias como estas, estudiar hasta el último día, hasta el último minuto, hasta el último segundo, y eso es posible solo gracias al trabajo compartido entre muchos compañeros. Los imperialistas en su propaganda contra Cuba no hacen más que hablar de Castro: "Castro hizo y deshizo, tal y más cual cosa". Individualizan la política, individualizan los procesos: "La Revolución de Castro, el comunismo de Castro". Todo es tarea de Castro, acción de Castro, lo que corresponde realmente a millones de ciudadanos en este país, en primer lugar, a los que están realizando los trabajos más duros. Mientras hablamos aquí, ya de noche, están los hospitales atendiendo a los pacientes, los médicos de guardia, y están los médicos de la familia a unos metros de la casa de quien pueda necesitarlos como lo ha hecho posible nuestro sistema de medicina familiar; y a esta hora muchos compatriotas hasta pueden estar trabajando, preparando tierra para las siembras de caña, o preparándose para el trabajo que van a comenzar a las 2:00 o las 3:00 de la mañana en los campos, y al amanecer bajo el sol del trópico, y un sol que se siente cada vez más, en un clima que cambia. Nosotros no trabajamos en aire acondicionado como se trabaja en los privilegiados climas templados, allá donde muchas veces no hay ni mosquitos; trabajamos en esa franja del mundo, la inmensa mayoría de los habitantes de este planeta, donde hay más hongos, más bacterias, más vectores, más insectos, más mosquitos, más humedad, más calamidades naturales, ciclones, inundaciones o prolongadas sequías, fenómenos que hemos visto agravarse día por día; en tales condiciones trabajan nuestros pueblos y trabaja hoy nuestro pueblo. Si nosotros aquí estamos ante un micrófono y hay unas luces encendidas, es porque a lo largo y ancho del país, a esta misma hora, hay miles de hombres allí atendiendo las líneas eléctricas, las calderas de las termoeléctricas y produciendo la electricidad para brindarnos la luz que nos alumbra. Y así, otros están en los ferrocarriles, otros en los transportes que no pueden detenerse, otros cargando y descargando en los muelles, algunos incluso construyendo, otros en los barcos mercantes. Son millones de personas trabajando o descansando para volver a trabajar mañana, que, en esta ocasión, por ser sábado, lo tendrán libre, pero no todos, porque para que una parte lo tenga libre, hay cientos de miles trabajando y atendiendo los servicios que necesitan todos los demás, las familias, los niños y el resto de los trabajadores. Sí, esta no es la Revolución de Castro, es la Revolución de un pueblo, es la Revolución de millones de trabajadores. No es una revolución de burgueses, ni de oligarcas, ni de transnacionales; es una Revolución de trabajadores y de un pueblo de trabajadores que ha sido capaz de mantenerse unido, de enfrentar al gigante, de enfrentar al coloso. Y cuando un cubano lo dice, jamás debe decirlo por vanidad, y nuestros compañeros revolucionarios no lo dirán jamás por vanidad, o por chovinismo, o por orgullo. Cuando lo decimos, lo decimos, sí, con satisfacción, desde luego; pero la satisfacción que emana del sentido de la responsabilidad y del deber, la idea de que resistiendo aquí estamos ayudando a los pueblos hermanos, en este hemisferio y en otras partes. Demostrando que se puede resistir y resistir aun en las más increíbles circunstancias, estamos dando una prueba de lo que el hombre puede ser capaz, de lo que los valores pueden ser capaces y de lo que las ideas pueden ser capaces. Nuestros enemigos tratan de golpear nuestras verdades, y contra esa obra de todo un pueblo calumnian por todos los medios posibles, intrigan y tratan de subvertir, tratan de matar la esperanza, de sembrar el pesimismo, si no, ¿para qué quieren ese indecente bloqueo? Para quebrar la moral de nuestro pueblo que, con carácter casi exclusivo en el mundo, está sufriendo el hostigamiento, la guerra económica y no económica también, la guerra política y la guerra ideológica de la más poderosa potencia que ha existido jamás en la historia; y, por primera vez, una potencia hegemónica a nivel mundial. Estados Unidos constituye hoy la base del imperialismo globalizado y también la lucha contra esa forma de dominio tiene que ser globalizada. Ese imperio tiene sus teóricos y sus ideólogos formados en universidades, aunque justo es decir que allí también hay hombres inteligentes y sensibles, no todos piensan exactamente igual; hombres que no comparten los métodos del imperio, ni las políticas del imperio o el criminal procedimiento de bloquear a un país pequeño, de tratar de rendirlo por hambre y por enfermedad. Tiene sus teorías, sus teóricos y sus medios de divulgarlas, y los pueblos dominados por ese imperio global deben tener también sus teóricos que han de salir de las filas de los intelectuales; en primer lugar, de los economistas. De los economistas con un sentido político, no economistas para servir a las transnacionales, o economistas para ejercer el simple papel de asesores. Hay que asesorar desde luego todo lo que se pueda, economistas que desarrollen ideas y las trasmitan a su pueblo a partir de fundamentos profundamente científicos, a partir de la ciencia y de la experiencia humana acumulada durante tanto tiempo. |
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