Según las previsiones yanquis, hace muchos años que la Revolución Cubana debió caer. La «solución» para derrocarla fue aportada por el subsecretario de Estado Lester Mallory, el 6 de abril de 1960, en memorándum dirigido al presidente estadounidense Dwight D. Eisenhower.
«La mayoría de los cubanos apoyan a Castro… el único modo previsible de restarle apoyo interno es mediante el desencanto y la insatisfacción que surjan del malestar económico y las dificultades materiales… hay que emplear rápidamente todos los medios posibles para debilitar la vida económica de Cuba… una línea de acción que, siendo lo más habilidosa y discreta posible, logre los mayores avances en la privación a Cuba de dinero y suministros, para reducirle sus recursos financieros y los salarios reales, provocar hambre, desesperación y el derrocamiento del Gobierno».
A semejante política, ya de por sí asesina, se le añadió un plan secreto, denominado Operación Pluto, mediante el cual se encomendó a la cia crear una organización paramilitar para derrotar el Gobierno Revolucionario. Se puso en manos de la subversión interna armamentos y explosivos, que solo en los meses previos a la invasión de Girón provocaron 110 atentados dinamiteros, la detonación de 200 bombas, 950 incendios y seis descarrilamientos de trenes, que dejaron cientos de muertos entre la población civil.
La historia es conocida, pero siempre hay que recordarla: una bien engrasada maquinaria de propaganda imperial pretende que la víctima sea culpable y lo heroico un fracaso. Pone en marcha una permanente guerra psicológica, con el fin de generar confusión en nuestro país.
Tras la victoria en Girón, vino la Crisis de los Misiles; luego, bandas de alzados que asesinaban campesinos y maestros, cientos de actos terroristas como el derribo de un avión civil en pleno vuelo, el incendio de un círculo infantil repleto de niños, la epidemia de dengue hemorrágico, que cobró la vida de 101 infantes. Mientras tanto, a lo largo de estos años, las medidas de bloqueo económico se han incrementado hasta el absurdo.
Yo quería centrar mi artículo en este 2023, un año difícil, pero ¿cuándo uno de estos 64 años no fue difícil? La pregunta que una y otra vez me asalta es: ¿Cómo, a pesar de ese descomunal y sistemático atentado contra nuestra economía, irresistible para cualquier nación del mundo, todavía la Revolución permanece?
Numerosas navieras se niegan a transportar nuestras mercancías por causa de la Ley Torricelli, la extraterritorial Helms-Burton desestimula la inversión extranjera, y los bancos internacionales no tramitan nuestras cuentas en dólares, porque el país más terrorista del mundo nos acusa de patrocinar el terrorismo.
Sumemos que aún la economía nacional no se recupera de las secuelas de la pandemia, mientras las guerras por conflictos entre potencias han disparado los precios de combustibles y materias primas.
En ese panorama hemos sufrido un severo desabastecimiento de fertilizantes, alimentos, combustibles, y otros insumos vitales para nuestra nación.
¿Cómo resistimos? ¿Cómo se ha podido proteger a la población y seguir adelante? Si uno lee ciertos medios extranjeros, tal parece que vivimos en medio de una hambruna generalizada. Ciertamente, vivimos entre carencias, pero hay algo que falla en esos medios: no pueden brindarnos el testimonio de una sola persona que haya muerto de hambre; ni siquiera la imagen de un niño desnutrido por no tener acceso a los alimentos.
No escapamos de los ciclones este año. A finales de agosto, la provincia de Pinar del Río fue golpeada por el huracán Idalia. Miles de hogares fueron dañados, pero otra vez se evidenciaron la solidaridad de nuestro pueblo y la eficacia de nuestra curtida Defensa Civil.
Los enemigos que apostaban por el colapso del sistema financiero nacional, a partir de la severa falta de efectivo, volvieron a quedar decepcionados tras el proceso de bancarización iniciado el 2 de agosto. Como es habitual, emprendieron una campaña mediática en contra de la medida, pero no pudieron confundir a la mayoría del pueblo.
Nuestras carencias las conocemos. Faltan medicinas, es tensa la situación del transporte, el déficit de ofertas genera alta inflación, mientras el Sistema Eléctrico Nacional no acaba de cubrir toda la demanda, y si bien los apagones ya no son tan severos, persiste la incertidumbre.
Pero la mayoría del pueblo sigue apostando por su Revolución. La tranquilidad ciudadana, la voluntad de resistir y procurar alternativas son prueba de la confianza que se tiene en la dirección del país.
La pregunta que, mientras escribo, me hago: ¿Cómo permanece la Revolución? ¿Cómo sigue luchando, a pesar de las dificultades, soportando ese descomunal y sistemático atentado contra la economía, irresistible para cualquier nación del mundo?, quizá no halle respuesta en el ajeno; pero sí en quien vive orgulloso de su cultura, sus héroes y su historia. Por ese legado, aquí seguimos.
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Basilio dijo:
1
1 de enero de 2024
10:19:39
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