
Las jabalinistas clasifican como las más eficientes por Cuba en lanzamientos y en todo el sector atlético femenino.
La primera presencia en Moscú 1980 no pudo ser más significativa, al sembrar para siempre en el Olimpo a María Caridad Colón Ruenes, simpática y humilde, nacida en Baracoa, el extremo oriental del archipiélago, quien 36 años después mantiene dichas cualidades sin deslumbrarse por la admiración permanente que emana de ser la primera campeona olímpica latinoamericana.
No solo ganó, sino también lo hizo con récord olímpico de 68.40 metros en un primer disparo sorprendente y descorazonador para sus rivales. A partir de entonces ha inspirado a generaciones sucesivas de lanzadoras cubanas, deseosas de desestabilizar al resto con un arranque demoledor.
Una larga pausa hasta Barcelona 1992 y Cuba presentó al dúo de Dulce Margarita García e Isel López, las mejores de entonces, sobre todo Dulce, titular en La Habana 1991 con tope para los Juegos Panamericanos (64.78) y séptima mundial el mismo año en Tokio (62.68).
No hubo fortuna en suelo catalán. El 60.44 de Dulce clasificó “raspando” y en la final no pasó de 58.26-8vo. Isel, con apenas dos centímetros menos (60.42), quedó sin avanzar y el lugar 13.
El resplandor de las cubanas retornó en Atlanta 1996 y mantuvo una etapa brillante de tres Juegos seguidos antes de sumergirse extrañamente en las penumbras.
Los Juegos del Centenario recibieron al primer trío de jabalinistas cubanas formado por Isel López-4ta., la campeona pa-namericana de 1995, Xiomara Rivero-5ta., y Odelmys Palma-11na. Si lo de Colón fue un hito, aquí hubo otro con tres finalistas latinoamericanas, aunque ninguna acariciara medalla. Odelmys (62.30 y luego 59.70) fue mejor en preliminares. Isel, de 61.40 a 64.68, y Xiomara, 61.32 a 64.48, consiguieron crecer en la final y de ahí sus mejores lugares.
En la última cita del segundo milenio, Sydney 2000, Cuba inscribió otro terceto más impresionante. Lo encabezó la joven yumurina Olisdeilys Menéndez, engalanada con doblete de títulos mundiales entre menores de 19 años (1996 y 1998) y mérito dorado con récord en los Panamericanos de Winnipeg 1999 (65.85), entre mayores.
La discípula del técnico Dionisio Quintana conquistó en el debut olímpico la segunda medalla de las jabalinistas cubanas, una bronceada (66.68). En preliminares llegó a 67.34, pero en la final le faltó algo más para mejorar su presea. Fue escoltada por Sonia Bisset-5ta. y de nuevo Xiomara Rivero, esta vez sexta.
La apoteosis llegó en territorio helénico de Atenas 2004, con el tercer trío consecutivo. Insistencia y nivel cualitativo propiciaron la inmensa alegría de otro oro, segundo olímpico, este rubricado por el potente brazo de la matancera Olisdeilys Menéndez, recientemente reconocida en el Salón de la Fama de Centroamérica y el Caribe.
El año 2001 Olisdeilys había sido parejamente campeona mundial en Edmonton y recordista universal en Rethimo, Grecia, con 71.52. Tres años después fulminó a todos al más puro estilo de la Colón. Segundo récord mundial y primado olímpico de 71.53, todavía vigente. Sonia Bisset afinó quinta otra vez y Nora A. Bicet séptima.
Ningún otro país por muy poderoso que sea su atletismo logró nueve ubicaciones consecutivas entre las 12 en tres Juegos. La antigua Unión Soviética, la República Democrática Alemana y Alemania también blasonan de dos tríos seguidos entre las ocho finalistas.
El de Atenas será recordado como el más impactante no solo por el oro, sino también por el aporte de 14 puntos, total superior en uno al de Sydney.
Balance histórico: dos oros y un bronce. Doce atletas entre las 12 primeras. Once entre las ocho que puntean. Un total de 48 unidades, lo máximo entre damas.
Olisdeilys volvió a ser recordista (71.70) y monarca universal en Helsinki 2005, pero no pasó del sexto puesto en Beijing 2008 y al derrumbarse luego sus rendimientos, la prueba cayó junto con ella en un bache del que todavía no emerge.
Difícil será tener tan solo una finalista en Río, pero a la jabalina femenina “nadie le quita lo baila’o”.
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