Dulce es la maravilla de presenciar un buen coro. Escucharlo no es igual al espasmo que puede experimentarse ante la voz escalofriante del solista. El coro seduce, nos habla, nos invita a ser parte de él… y uno canta y se suma, y hasta sube a escena, aunque permanezca, atónito, en su asiento de espectador; aunque no esté realmente cantando.
Habrá quienes puedan decir: –¿y de verdad pasa eso?; y habrá quienes den fe de ello, por así haberlo percibido. El ser, complejo y enigmático, guarda dentro de sí añoranzas y vivencias. A veces se ha sido impetuoso, a veces alguien ha procurado cortarle las alas. Las fuerzas interiores pugnan por estar, por hacerse sentir en versos, o en simples palabras. A esas exteriorizaciones contribuye, con su energía abrumadora, la música.
En esto pensábamos al pretender homenajear en unas líneas a uno de los nombres cimeros de nuestra data musical, el maestro Electo Silva, considerado el decano de la música coral cubana. En esto y en más, por ejemplo, en el cultivo de la disciplina y el compromiso, la sensación de apoyo social, la armonía entre los participantes, el amor por el trabajo colectivo y la responsabilidad individual dentro del equipo que proporcionan, al niño primero y al adulto después, la integración a un coro, ese resultado vocal en que se juntan y separan las voces, dando rienda suelta al placer de cantar.
A moderar y encauzar estas emociones, independientemente del exquisito pulso artístico depositado en todos sus discípulos, contribuyó, con una vida consagrada al canto, este preceptor y músico mayor, que naciera en Santiago de Cuba el 1ro. de noviembre de 1928, hace 97 años.
De niño había llegado con su familia a Haití, y allí realizó algunos estudios musicales; el resto fue empeño propio. Comenzaban a consolidarse los dominios artísticos de un muchacho que llevaría la poesía ya descubierta a sus futuras creaciones; y que respiraba, para su provecho posterior, los aires inconfundibles del Caribe, tan cálidos en su ciudad, tierra de sones y de trova. Al regresar a Santiago, matriculó Pedagogía en la Universidad de Oriente. Ganó después una beca y fue a Francia, conoció a Guillén y a Wifredo Lam.
De nuevo en su ciudad natal, se desempeñó como decano de la Facultad de Educación. Ejerció la docencia y cantó en la Coral Universitaria que años después dirigiría. Vino un tiempo de fundaciones: bajo su égida nace Cantores Polifónicos, con vida hasta 1958 y obstaculizada la agrupación por la lucha clandestina del entorno citadino. En 1960, funda su obra suprema, el Orfeón Santiago, símbolo y orgullo de la ciudad.
Europa, Asia y América Latina admiraron su música, y lo ovacionaron. Gestor del Festival Internacional de Coros, Electo mereció el Premio Nacional de Música, en 2001, y la Orden Félix Varela. Su universidad le confirió el título Doctor Honoris Causa en Humanidades, por su valiosa contribución como pedagogo y artista. La Medalla Alejo Carpentier y la Distinción por la Cultura Nacional, engrosan, entre otros, el listado de sus reconocimientos.
Electo tuvo entre sus desvelos la necesidad de reactivar el canto coral entre los aficionados. «Tenemos un elevado nivel a escala profesional, pero siento que falta la práctica coral entre los adultos, no para competir, sino por el mero placer de cantar», expresó en una ocasión, convencido de los beneficios del arte en pos del placer espiritual y la necesidad de extenderlo hacia la comunidad.
Otra de las inquietudes que lo asistieron fue el modo en que se cantaba el Himno Nacional, de lo cual, dijo que, más allá de lo inapropiado de la entonación, se cantaba «demasiado lento», con respecto a la naturaleza de la exaltada obra. Murió el 30 de mayo de 2017, a los 88 años, habiendo cumplido con el sagrado deber de sembrar arte en varias generaciones de cubanos.
Muchos y sentidos son los homenajes que se le tributan desde entonces al maestro. En mayo del 2021, tiempo de grandes rigores debido a la pandemia de covid-19, se celebró el primer Concurso Internacional de Composición Coral Electo Silva, con la participación de 26 autores de 15 países. En noviembre del propio año, el 34to. Festival Internacional de Coros honró su nombre desde las plataformas digitales. Electo sembró el canto, y el canto germina siempre.










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