ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Alien: Rómulus (2024) fue estrenada en las salas cubanas. Foto: Ilustración

Hace 46 años, Ridley Scott ofrendó al patrimonio fílmico mundial la obra maestra del cine de ciencia ficción de terror más impresionante de la historia de la pantalla. Alien, el octavo pasajero no tuvo comparación con nada conocido. Terror en el espacio (Mario Bava, 1965) solo constituiría tangencial semilla inspirativa para el realizador británico, quien iniciaba entonces, sin saberlo, una larga saga.

El Alien fundacional de Scott (re)esculpía con nuevos cinceles, pero en el espacio sideral, el subgénero de «casa encantada de donde nadie puede escapar de una entidad malévola». Lo hacía mediante un paradigmático aprovechamiento diegético de cada minuto del tiempo; e igual, de cada fragmento del espacio físico. Sin parangón.

Tanto los grados de suspense, horror, amenaza o claustrofobia, como los insospechados twits o giros de timón y cliffhangers o puntos climáticos tensionales del filme, siguen siendo antológicos hoy día.

La magnificencia visual marca Scott y el diseño de producción (verdaderos tótems de distintas manifestaciones artísticas apoyaron al inglés en departamentos tales) fueron, además, pilares básicos para fraguar la recordada atmósfera propia de esta película seminal.

No se podría entender, ni existiría la ciencia ficción ni el fanta-terror general contemporáneos, sin este Alien pionero de 1979, el cual tuvo tres secuelas de diversas densidades cualitativas (ninguna del todo desdeñable), gracias a James Cameron (1986); David Fincher (1992) y Jean-Pierre Jeunet (1997).

Por obra de los mercachifles hollywoodenses, a la tetralogía le colgaron luego, sin necesidad alguna, uno de los más anonadantes bodrios del género (la subfranquicia Alien vs. Depredador). Ello alejó al padre de la saga de todo lo relacionado con la historia de la comandante Ellen Ripley y su combate contra aquel monstruo desolador de la nave Nostromo, reventado del cuerpo de John Hurt.

A la larga, Scott accedió a retomar el mito y, de la mano del guionista Damon Lindelof, el hombre detrás de la serie Perdidos, compuso Prometeo (2012), semiprecuela de Alien, el octavo pasajero. Y, un lustro después, Alien: Covenant.

El maridaje ciencia ficción/horror gótico del largometraje del 79 pierde clavos de unión en Prometeo y Alien: Covenant, a favor de una ciencia ficción más adherida a la simetría clásica. En ningún momento existe interés por superar o ni siquiera reelaborar el ícono Alien, porque ningún padre es capaz de aniquilar a su propio hijo. Son solo dos películas aplicadas, sin mucho corazón y menos entusiasmo.

Alien: Rómulus (Fede Álvarez, 2024), el nuevo título de la saga, tiene la ingrata encomienda de llevar el mito a clave Disney, en la era TikTok del déficit de atención. Filme pensado para adolescentes y protagonizado por estos, no por ello suaviza su crudeza sanguinaria.

El realizador uruguayo de No respires busca aquí el ruido y la furia, por medio de un relato en el cual las proverbiales atmósferas del clásico de 1979 son despedazadas por un elefante en una cristalería.

En apremiante ejercicio por demostrar que está preparado para las grandes ligas comerciales, Álvarez va por relámpagos y truenos (pero con escasa lluvia creativa), en busca de mayores segmentos de un público juvenil adaptado ahora a otras formas de consumo narrativo.

COMENTAR
  • Mostrar respeto a los criterios en sus comentarios.

  • No ofender, ni usar frases vulgares y/o palabras obscenas.

  • Nos reservaremos el derecho de moderar aquellos comentarios que no cumplan con las reglas de uso.