ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Foto: Fotograma de la serie Cien años de soledad.

Existen tres modos recurrentes de adaptar un texto literario al lenguaje audiovisual: desde la total fidelidad a su argumento; a partir de una variante mixta que tome del original, pero que a la vez introduzca supresiones, prolongaciones o aportes de diversa índole; o sobre la base de una aproximación muy tangencial, libre o hasta libérrima.

Los ocho capítulos de la primera parte de la serie colombiana Cien años de soledad (Netflix, 2024) constituyen una de las más claras muestras contemporáneas del primer ejemplo. Además de fidelidad y respeto (también manifestados en la reciente versión de Pedro Páramo, dirigida por Rodrigo Prieto), aquí además cabría hablarse, llegados a un punto, hasta de veneración totémica.

Como espectador, intento comprender a sus directores, Alex García López y Laura Mora. Poseer la valentía y atrevimiento de trasladar a imágenes la novela que García Márquez creyó imposible de filmar, supondría depender, en notable medida, de mantenerse lo más exacto que se pudiese al espíritu de las letras. Aunque ello entrañase riesgos.

Esa lealtad sin claudicación al libro constituye una virtud de la transposición, aunque a la vez se convierte –por efecto colateral no deseado–, en los cálculos o piedras que le impiden a su «riñón» narrativo purificar y personalizar el cuerpo de la construcción audiovisual. 

Los méritos de tal fidelidad se advierten desde los primeros minutos de la serie. Muchos de quienes han leído ese monumento de la literatura universal que es la obra del Gabo, se habrán sentido conectados de inmediato –gracias a estos fotogramas– a las líneas del texto, a sus personajes icónicos, a las reglas de su universo mágico y telúrico.

Momentos inmarcesibles de la novela están recreados de la manera más exacta y vívida que podría imaginarse. No resulta acierto menor.

La atildada construcción visual y sensorial de Macondo es un valor indiscutible de la serie, que se une a otros como la representación de la familia Buendía, el manejo del tiempo, las sólidas atmósferas reales u oníricas y la articulación de una puesta en pantalla que gracias a sus valores de producción y fotografía difuminan las fronteras entre el cine y la televisión, como recién lo hizo Desprecio (Alfonso Cuarón, 2024).

La capacidad de los creadores de la serie colombiana de capturar, en escenas de pocos minutos, ideas que García Márquez desarrolla en varias páginas, resulta, a mi juicio, el principal acierto fílmico aquí. La circunstancia agravante que daña lo anterior es, entonces, la paradójica e innecesaria tendencia a la sobreexposición verbal de enunciados que ya estaban resueltos desde lo visual y, por tanto, prescindían de ese respaldo, pues esto no es literatura.

El perjuicio –provocado por el afán de replicar, no de sugerir–, así como la mínima voluntad de experimentar, de desmarcarse o de posicionar elementos identificativos de una impronta autoral alumbrada por la osadía de la singularización, coartan la posibilidad de que la serie se convierta en una creación artística autónoma.

Ello impide, por ende, que funcione por sí misma como elemento independiente del original literario. Reafirma, sí; pero no se afirma.

Por otro lado, resulta bastante contradictorio que una producción de tanto celo en muchos aspectos técnicos también se vea lastimada por otros problemas como el desnivel actoral, los errores de selección del reparto y los desaciertos de planificación con los extras.

En orden jerárquico, Cien años de soledad se sitúa, junto a Narcos, a la cabeza de la producción latinoamericana de Netflix, cuyos otros exponentes regionales son, en su mayoría, de calidad ínfima.

No es la serie excepcional que algunos ensalzan, pero ni por asomo el desastre que dicen otros. Resulta un trabajo digno, superior a la media en el formato, a cuyo equipo debe ponderársele el valor de atreverse a filmar una obra maestra de la literatura, temida por muchos cineastas.

Han tenido sus deslices, sí; pero el mérito no se les puede quitar.

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Salvador dijo:

1

18 de diciembre de 2024

11:31:57


Soy de argentina la tierra del che, estuve en cuba en el 17, hermoso pais, estoy viendo cien años de soledad, fasinante