ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Foto: Cartel de Un lugar tranquilo, día uno.

Exhibida el sábado en la Televisión Cubana, y estreno en salas esta semana, Un lugar tranquilo, día uno (Michael Sarnoski, 2024) es la precuela de una de las sagas de terror posapocalíptico más rentables y mejor recibidas por la crítica mundial en los últimos años.

Un lugar tranquilo, horcón fundacional de la franquicia creada por el realizador e intérprete John Krasinski en 2018, arranca en el día 87 del transcurso de una singular invasión extraterrestre al planeta.

Los sangrientos atacantes no pueden ver, pero en compensación cuentan con un sentido auditivo hiperdesarrollado. Humano que hable, se mueva o haga crujir una hoja; humano que muere.

En ese contexto, la tiene bien difícil para sobrevivir la familia Abbott, compuesta por una joven pareja y sus hijos, una de ellas sorda. En ese filme, de modélica planificación y generación de atmósferas, se registra la secuencia más escalofriante del cine de terror de la última década: el parto silente de la madre en una bañadera, rodeada de monstruos que, al primer grito del bebé, podrían devorar a la familia.

Quienes la vieron ya saben lo ocurrido. Y los que no, la existencia de la secuela Un lugar tranquilo 2 (John Krasinski, 2020) les puede dar la idea de que algunos integrantes continuaron con vida.

Un lugar tranquilo, día uno, la última entrega, se adelanta temporalmente a sus predecesoras. Cubre la jornada inaugural del ataque alienígena. Los personajes centrales ahora son Sam, una muchacha afronorteamericana con cáncer (la keniana Lupita Nyong´o, Oscar de reparto por 12 años de esclavitud); y su coetáneo Eric (a quien incorpora el actor británico Joseph Quinn).

Entusiasmado ante los ingresos de la cinta original y la secuela, el estudio Paramount propone esta vez una superproducción de 70 millones de dólares (cuatro veces más cara que el primer filme), en la que el sentido del espectáculo adquiere dimensiones mayúsculas.

Se piensa, inevitablemente, al repasar los pasajes de esta Nueva York devastada y bajo la vigilia de las criaturas, en varias cintas en cuya ingeniería narrativa y visual esta precuela asienta metodología e imaginario: La guerra de los mundos (Steven Spielberg, 2005); Soy leyenda (Francis Lawrence, 2007) y Monstruoso (Matt Reeves, 2008).

Sin embargo, eso, lo espectacular, no será solo cuanto defina al filme. Su impronta mayor quedará sellada en el vínculo humano establecido entre los dos personajes. Lo forjan en la estrategia común de supervivencia, el trabajo en equipo, el altruismo recíproco y, llegado el caso, hasta en la inmolación personal de uno en favor del otro.

El terror toma aquí un poco de los modelos de algún cine bélico de cámara, y cuanto vemos representa la más férrea batalla individual  por sobrevivir, en medio de las más cruentas circunstancias. En semejante escenario, la mascota de Lupita Nyong´o se convierte en un personaje más. Este gato ha sido alabado por Stephen King y muchos otros.

Mi problema con el minino no radica en su presencia dramática en sí, justificada y pragmática a efectos de ganar tensión en varias secuencias; sino en su mudez. Corro el filme dos, tres veces, de principio a fin, para ver si explican si el animal tiene alguna dificultad que le impida maullar. No la encuentro. Entonces, no veo cómo pueda ser posible que permanezca en silencio al lado de estos monstruos.

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