
Por estos días, ha vuelto a actuar en Sevilla el Ballet Nacional de Cuba (BNC). Con esa función, la compañía fundada en 1948 por Alicia, Fernando y Alberto Alonso, y que hoy dirige Viengsay Valdés, se despidió de la comunidad autónoma de Andalucía.
Que el BNC haya regresado a Andalucía y de manera especial a Sevilla me hace pensar en Alicia... Y más que en Alicia, en Unga... Así llamaban a Alicia de pequeña. Al respecto, recordó la Alonso en una ocasión: «mi tía, que era mi madrina –fue mi madrina de bautismo– se llamaba Alicia. Y para no llamar a las dos Alicia, ella misma me puso el sobrenombre de “húngara”. Como una “gitana húngara”, porque decía que yo tenía los ojos grandes, estaba quemadita del sol, el pelo negro, que parecía una gitana húngara, y de una gitana húngara, acabé en Unga». Como dato curioso, valga destacar que el primer autógrafo que dio Alicia, a los 11 años, lo firmó como Unga.
El padre de Alicia, el teniente Antonio Martínez Arredondo, veterinario de profesión y especialista en caballos, fue enviado en 1929 a España, donde debió cumplir misiones profesionales en varias ciudades, entre ellas Jerez de la Frontera y Sevilla. Días antes de la partida, el abuelo materno, Don Elizardo del Hoyo, que había nacido en Santander, visitó el hogar de su hija y les pidió a sus nietas, como regalo, que durante la estancia en tierras españolas aprendieran bailes típicos de allí.
Y fue en Jerez de la Frontera y en Sevilla, donde la pequeña Unga, que aún no había cumplido los nueve años, para complacer los deseos de su abuelo, «lleno de añoranza por todas las cosas de su tierra», recibió sus primeras clases de danza.
Así lo recordó nuestra prima ballerina assoluta: «En Jerez de la Frontera y en Sevilla tuvimos profesoras muy buenas que nos enseñaron la sevillana, la malagueña, la jota y otras danzas españolas. Eran las primeras clases de baile que recibía en mi vida, y me sentía fascinada. No apartaba las castañuelas de mis manos en todo el día, y los adelantos fueron tan notables que una de las profesoras decidió enseñarme pasos de baile que inicialmente consideraba muy complicados para mis ocho o nueve años de edad».
Curiosamente, una década después, en los inicios de su carrera profesional en Nueva York (cuando Alicia integraba el Ballet Caravan, bajo la dirección de Lincoln Kirstein), en unas audiciones realizadas por los Ballets Rusos de Montecarlo, Léonide Massine reparó en la bailarina cubana y le preguntó si sabía algo de baile español. Recordando lo aprendido para su abuelo, Alicia respondió afirmativamente. Fascinado con la personalidad y el talento de la Alonso, Massine la escogió como su partenaire... Kirstein, incluso, le propuso a Alicia invalidarle el contrato, pues junto al gran bailarín y coreógrafo ruso sería de inmediato una estrella, mientras que, si continuaba con el Ballet Caravan, continuaría en el cuerpo de baile. Sin embargo, como es conocido, la Alonso prefirió seguir acumulando experiencia y disciplina en la compañía de Kirstein, para asumir responsabilidades «de estrella» cuando estuviera realmente preparada... Años después, Alicia y Massine bailaron juntos Capricho español.
Valgan estas evocaciones en tierras andaluzas, a propósito de una nueva actuación del BNC en Sevilla, donde Alicia recibió sus primeras clases de danza.
Ese hecho constituyó el preámbulo de una gran historia.
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Julia Rodriguez dijo:
1
13 de septiembre de 2024
10:29:59
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