SANTA CATALINA, Guantánamo.–Aunque el termómetro marcaba 17°c, la química entre los artistas de la Cruzada Teatral Guantánamo-Baracoa y quienes viven en esta elevada y fértil meseta, hizo que la sensación de frío desapareciera entre el humano calor de la bienvenida y la felicidad que irradiaban niños y niñas de la escuela primaria Carlos Dickinson Soa.
Los cuentos buenos de Dora Malo, en el personaje de Doña Eutropia, se apresuraron a poner el escenario caliente. En el primero de ellos, el machismo y la violencia contra la mujer son blancos de la chispeante sátira de la artista.
Luego, con pinceladas de humor y de fina ironía caribeña, vendría Cucaracha, poema que apunta contra el alcoholismo y los cigarrillos. Como artista, va poniendo el dedo en algunas llagas, y dice: La mujer que da en fumar / con aires de libertina / amarga con nicotina / la dulzura de besar / y si bebe y se emborracha / expone la cucaracha / a que la pise cualquiera.
Dora contaba y el auditorio reía, aplaudía. A solicitud de la cuentera, algunos intervenían en el espectáculo. Han sido así los encuentros de esta mujer con el público en sus cinco presentaciones en igual número de comunidades. No siempre cuenta los mismos cuentos, ni lo hace de la misma manera; «yo improviso», sostiene.
«Los artistas somos referentes para las nuevas generaciones. Los niños no deben tener ejemplos de consumo de cigarrillos, porque ese no es un buen hábito. Si no lo concientizamos nosotros, que andamos por todos lados diciéndoles cosas, ¿entonces quién?».
Cuenta que, desde que en Barranquilla una amiga de Cuba le habló de la Cruzada Teatral Guantánamo-Baracoa, ella se propuso conocer ese evento cultural «que es patrimonio de los cubanos»; y aquí está, reconociendo el valor de esa comunicación cercana, «más necesaria en tiempos de soledad tecnológica. Cuando cada quien se ensimisma en su caparazón celular nos encontramos en estas montañas con una comunidad que te abre las puertas, los brazos y el corazón; eso para mí es muy emocionante».
Y parece que lo será más aún el venidero día 15, frente al monolito que guarda las cenizas de Fidel. «¡Wao, cómo se puede ser tan audaz!. Admiro su sabiduría y lo universal de ese sentimiento de libertad que hay en él y en su pueblo».
La ocurrente amiga se va, primero a Santiago de Cuba; luego a La Habana Vieja y a la cabaña de sitios amurallados, como Cartagena de Indias, destino final del viaje que la llevará de regreso a Colombia. Pronto aquí le echarán de menos a Los cuentos buenos de Dora Malo, y a ella se le extrañará más.
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