Al contrario de lo que se piense, cuando Samuel Formell asumió la dirección de la orquesta Los Van Van, lejos de recibir semejante condición como algo sin mayores contratiempos –puesto que en apariencias todo estaba hecho– en realidad sabía que le había caído una papa caliente en las manos. Literalmente, todo el mundo está pendiente de si Samuel, en las nuevas producciones discográficas, es capaz de preservar el nivel de las expectativas vanvaneras que debía heredar de su padre Juan Formell, el fundador de la mítica institución musical.
En los discos La Fantasía (2015), al igual que con Legado (2018), se conserva el carismático estilo de la orquesta, pero con la reciente presentación del disco Modo Van Van (Bis Music), es que Samuell logra llegar mucho más lejos al confirmarse, sin temor a equivocarnos, que estamos ante el mismo fenómeno cultural que nos ha acompañado desde hace más de cinco décadas. Por supuesto, el CD Modo Van Van es una compleja evidencia sonora que nos revela hasta dónde ha cristalizado la conceptualización del modo Juan Formell en la actual trayectoria de la orquesta, lo que permite concebir una propuesta diferente sin dejar de identificarnos con códigos familiares al quehacer habitual de Los Van Van.
Quizá lo primero que salta al oído es la limpieza y clara definición de cada uno de los bloques instrumentales, la necesaria para recrear exquisitas combinaciones tímbricas y armónicas. A su vez, todo este producto musical está matizado por la plenitud de una sana alegría provocada por los refrescantes textos de cada vocalista, cuyos mensajes aparecen reiterados en los contagiosos coros, rasgo imprescindible del arsenal estratégico de la orquesta.
Y si le agregamos el ineludible tumbao del songo, se comprende de inmediato por qué Van Van es capaz de hacer mover a personas de diferentes edades, razas o extracción social: la afinidad por un singular acento de lo bailable cubano, ese que se ha hecho parte de nuestra idiosincrasia por el sabor que identifica al Trío Matamoros, al Benny y obviamente al sello de Los Van Van, entre tantos otros.
Por ello, Juan Formell tendría que sentirse muy honrado del rango profesional alcanzado por cantantes que él mismo escogiera como Robertón, el Lele y Mandy, quienes en éxitos seguros como Bla, bla, bla, Tienes que parar y Ven, dame un abrazo, contribuyen decididamente a convencernos de que una orquesta como Van Van, será eterna.
Por otra parte, su hija Vanessa «La Formell», en una intensa interpretación del tema inédito de Juan, titulado Tierra, mar y cielo, nos deja claro cuál es la savia musical que corre por las venas de esta vocalista. Y si de honrar la familia se trata, la esperada propuesta discográfica está dedicada a la memoria del afable bajista de la orquesta, Juan Carlos Formell, lamentablemente fallecido el pasado mes de mayo.
Entonces, recibamos con la más profunda satisfacción y orgullo para los nacidos en esta Isla, la aparición de Modo Van Van, disco que no por casualidad termina con la versión de un clásico vanvanero de 1986, de la autoría de Calixto Callava. Se trata de una pieza antológica, en la que cuenta este estribillo: Canta la ceiba, baila la palma real / Canta mi patria, llena de felicidad.
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