ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Luis Eduardo Aute, en el Concierto Paz Sin Fronteras. Foto: Juvenal Balán

La filosofía oriental tiene una singular forma de apreciar la realidad, al valorar el equilibrio de la existencia con esa mirada en la que lo fácil y lo difícil se complementan, del mismo modo que lo largo y lo corto se forman por contraste. Incluso, cuando se conoce de la fealdad, también se llega a conocer la belleza. Ante esta perspectiva, cuando el invasivo contexto desolador y grotesco de las letras del reguetón es comparado con el resplandor que emana de la lírica del cantautor español Luis Eduardo Aute, se siente la necesidad de reafirmar el profundo arraigo por lo bello que pervive en cada ser humano.

Aute, a quien por estos días le estaríamos celebrando su 80 cumpleaños, ha devenido un inmaculado símbolo del alto vuelo poético, por ser el compositor de algunos de los textos más hermosos que le hayan sido dedicados a la mujer en la canción contemporánea. Todo un maestro en el manejo para abordar cualquier detalle de una relación sentimental a través del rango de su poderosa imaginación y un lirismo francamente demoledor.

En la canción De alguna manera, su autor nos remite al inevitable trauma que provoca la tristeza de tener que pasar la página de lo que fue un inequívoco amor, situación todavía más agudizada en Siento que te estoy perdiendo, una ofrenda artística al imprescindible refinamiento estético para expresar la intimidad en dolorosas coyunturas emotivas.

Pecan por defecto los reguetoneros que creen que tienen la exclusividad de tocar en sus canciones los ángulos más escabrosos del sexo, al no haber tomado en cuenta el acercamiento de Aute al tema que nos ocupa. La elegancia y sinceridad presentes en Dos o tres segundos de ternura resultan como la antesala que nos prepara para disfrutar de Mojándolo todo, exquisita pieza literaria del amor desbordante en el pleno gozo del sexo, pero expresado con una delicadeza tal en eróticas imágenes, que nos dejan cautivados por semejante muestra de lo que es tener un talento artístico superior.

Por último, hace años que escribí para la revista Pionero una breve crónica dirigida a los jóvenes lectores, en la cual les decía que se podían divertir bailando reguetón pero, a la vez, les auguraba que, cuando afrontaran el momento mágico de haberse encontrado con el verdadero amor, entonces querrían tener a mano la canción más bella que nunca se haya escrito. Todavía hoy les aconsejo que, entre las tantas y magníficas composiciones inspiradas en el amor de la pareja, no dejen de buscar a los clásicos de Aute quien, con sus cantares, logró ponerle voz al corazón.

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