ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Foto: Portada del disco

«Andreas Scholl tiene la voz de contratenor más culta del mundo. Durante su interpretación de las tres arias de Haendel, 6 000 personas apenas se atrevieron a respirar», reza la crítica del diario Times acerca de una presentación del mejor contratenor del mundo. Quizá la utilización del término culta nos inhiba un poco de querer escucharla porque pudiera tratarse de algo tan ajeno a nuestra sensibilidad cotidiana, que nos incline a creer no estemos preparados para comprenderlo. Sin embargo, alguien como Leo Brouwer se ha empeñado con su obra en cómo diluir tales barreras artificiales entre la música, para el mayor disfrute por la comunidad humana del planeta.

Baste mencionar el antológico disco De Bach a Los Beatles en donde el virtuoso guitarrista reagrupa, como en una sola propuesta musical a los más diversos periodos culturales y regiones del mundo. Tanto por su interpretación de la Siciliana de Joahnn Sebastian Bach como por la canción de cuna Drume negrita de Eliseo Grenet o hasta por el arreglo en The fool on the hill de Lennon y McCartney, Leo nos convence de que para acceder al esplendor de toda la música, esta no reclama necesariamente de ningún cartel que la identifique.

Al cabo de más de 40 años de la edición de aquel memorable disco, Brouwer nos vuelve a sorprender con otro concebido en una cuerda similar. En esta ocasión, hablamos del disco Canciones Bach-Brouwer, en el cual  Leo ha contado para su realización nada menos que con la participación del contratenor alemán Andreas Scholl y de un laudista mayor con el rango del bosnio Edin Karamazov, para tratar de adentrarnos en la espiral eterna que se nos revela durante sus andares a través del universo de la música. Si bien la belleza y la pureza del canto de Scholl armonizan coherentemente con la sensibilidad y seguridad profesional de Karamazov, es la diversidad del repertorio en las obras escogidas por Leo lo que le otorga al disco una amplitud estilística sumamente enriquecedora.

Nada más que de abrir con el arreglo de Brouwer a tres canciones antiguas inglesas, además de las tres Canciones Amatorias de la autoría del propio Leo y el retorno a la obra de Bach, en este caso con la Suite No. 1 en G Mayor, su escucha resulta suficiente para sentir al disco como un intenso aliciente con el que podamos recibir lo hermoso de la vida en cada amanecer.

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