ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Cartel de la serie 42 días en la oscuridad. Foto: Cartel

La miniserie 42 días en la oscuridad fue, en sentido estricto, una propuesta detectivesca tangencial. Transmitida por Multivisión en enero –proveniente de Chile– se situó en las márgenes del género. Desde el primer episodio, la desaparición, la sospecha, y la presunción criminal, como para poner las cartas sobre la mesa. Nada bueno se esperaba del destino de Verónica Montres, la mujer de Mario Medina, madre de dos hijas, víctima de un secuestro que nunca fue. Solo que la mesa se movió y con ella las fichas del planteamiento argumental, como veremos más adelante.

Material fresco para los televidentes cubanos, no para los chilenos dado que la producción recreaba, casi al pie de la letra, un caso real acontecido al sur del país andino en 2010, harto ventilado por la prensa amarilla en su momento y retomado nueve años después en el libro testimonial Usted sabe quién: notas sobre el homicidio de Viviana Haeger, por el periodista y escritor Rodrigo Fluxá, uno de los guionistas de la serie filmada en 2022 por la productora local Fábula, para la plataforma Netflix.

A raíz de la puesta en pantalla, los medios chilenos observaron las coincidencias entre la realidad, el libro y la serie, aun cuando hubo, como era de esperar, cambios de nombres, de algunas circunstancias y lo que lógicamente compete a los códigos propios de la narración audiovisual.

No obstante, la directora Claudia Hiaquimilla, que compartió la realización con Gaspar Antillo, precisó: «Para mí fue mucho más importante leer testimonios de mujeres que han estado cercanas a estas temáticas, ver también realizaciones de otras directoras y tratar de dar una mirada en la memoria. Hubo una mirada a sentenciar este caso, y nosotros tratamos de mostrar otro punto de vista y, a lo mejor, pequeñas cositas que no fueron miradas en su momento y que nos iban a permitir darle otra perspectiva a esta historia, para otro tipo de reflexiones humanas y empáticas».

De todos modos la narración implicó una óptica dual: el marido de Verónica, a medida que avanzó la serie, pareció ser el autor del crimen, y si no lo fue jurídicamente, se debió a la inconsistencia e inconsecuencia de la policía, sus investigadores y el aparato judicial. Por otra parte, el peso de la familia, las angustias e incertidumbres de su hermana Cecilia (magistralmente interpretada por

Claudia di Girolamo), y la manera en que las dos muchachitas de la víctima asumieron la pérdida, el seguimiento del proceso y la relación con el padre, ganan la pelea acerca de qué aspecto pesó más a los ojos del telespectador.

En efecto, al término de 42 días…, lo de menos es si Mario Medina asesino o mandó a asesinar a su esposa. La súbita aparición del sicario, individuo supuestamente pagado por Mario para ejecutar su criminal deseo, introdujo un elemento poco creíble en pantalla, aunque en el caso real este haya cargado con el plato roto, lo cual no hizo mella en la densidad dramática del protagonista; un hombre desasido, distante, descolocado, impenetrable, tal como lo perfiló a gran altura el actor Daniel Alcaino.

En el lado opuesto, tan rico en matices como aquel, un abogado agobiado por frustraciones profesionales y personales –otra actuación meritoria a cargo de Pablo Macaya–, que se va comprometiendo con el caso hasta la obsesión.

¿Acaso tendrá que ver con esta tesitura, que se distancia de las tramas policiales al uso, el hecho de que uno de los productores ejecutivos de la serie haya sido Pablo Larraín, uno de los más notables realizadores chilenos de las últimas décadas, recordado entre nosotros por los filmes No, El club y Neruda?

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renato peña dijo:

1

31 de enero de 2023

09:40:10


Hay un muy buen nivel actoral en Chile