ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Foto: Tomada de carrousell.com

A menudo nos preguntan acerca de las razones por las cuales el hard rock de los años 70 permanece incólume, con un atractivo insuperable a pesar del tiempo transcurrido. Quizá la respuesta podamos encontrarla en un disco considerado como una obra maestra del género, que hace pocos meses cumplió 50 años de salir al mercado. Se trata de Made in Japan, de 1972, fonograma que recoge las dos primeras actuaciones, en los escenarios japoneses, del grupo británico Deep Purple. 

Hacemos referencia a la famosa alineación Mark II, conformada por personalidades como el cantante Ian Gillan, Ritchie Blackmore en la guitarra, el tecladista Jon Lord, Roger Glover al bajo y el batería Ian Paice, quienes ya venían cosechando el reconocimiento de exitosos discos grabados en estudio, como Deep Purple in Rock (1970) y Fire Ball (1971), pero Made in Japan lo acompaña una leyenda de particular arraigo entre melómanos y la crítica especializada.

Por aquellos años todavía no se contaba con la tecnología requerida para grabar las actuaciones en vivo, al nivel de perfección que conocemos hoy en día. Por tales razones, los discos en vivo de esa época son generalmente los que encontramos en las llamadas ediciones piratas, grabaciones no profesionales con una cuestionable calidad de sonido, pero que, en última instancia, preservan el testimonio de esas presentaciones.

En el caso de cómo se llegó a hacer Made in Japan, se afirma que los integrantes de Deep Purple estaban sinceramente conmocionados por la cálida acogida en suelo nipón. Aunque ya conocían del interés del sello discográfico por grabar estos conciertos desde un exigente nivel técnico, los músicos se sintieron más estimulados a entregar lo mejor de sí como banda, antes que velar por la exquisitez del desempeño individual.

Precisamente ahí radica la clave que enaltece a un disco como Made in Japan. Al escuchar la interpretación de temas como Smoke on the water, Child in time y Strange kind of woman no solo se confirma el acierto de estar considerados entre los clásicos del rock, sino que es en estas grabaciones

en vivo en las cuales, precisamente, se nos revela al Gillan en el desafuero mayor que implica cantar a puro pulmón, así como a un Blackmore cuya ejecución se siente como si quisiera prenderle fuego a las cuerdas de su guitarra. Mientras que desde el órgano Hammond, Lord se enseñorea en esa atmósfera caldeada por el furor propio de quienes lo entregan todo en la escena.

El que haya disfrutado de esa icónica grabación coincidirá en que, ni aun teniendo los mismos micrófonos, los mismos equipos y hasta los mismos instrumentos de aquel momento, se garantiza la posibilidad de reproducir la emoción contenida en Made in Japan. Se carecería de la pasión que fueron capaces de transmitir los integrantes de Deep Purple en el país del sol naciente, y que quedó para siempre guardada en el añejo disco.

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