ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Foto: Fotograma de Halftime

En 2019 Jennifer López se propuso hacer un alto en el camino. Seguiría actuando y cantando, creando unas fragancias exclusivas, publicitando sus marcas comerciales y abocada a la más feroz competencia en la industria del espectáculo.

La parada se refería a que consideró llegada la hora de reflexionar sobre su origen y destino, su identidad y los lastres que llevaba consigo.

A lo largo de su carrera había dado muchas entrevistas y firmado algún que otro libro escrito por los llamados ghost writer. Otros materiales, como suele suceder en Estados Unidos, pertenecían a la órbita de las llamadas biografías no autorizadas. Pero esta vez Jennifer López jugó al seguro. Se situaría en el centro de un documental, ampliamente promovido desde antes que se filmara un solo pie de película, para decir lo que quería en un entorno elegido por ella.

Así nació Halftime (2019-2022), documental confiado por JLo a Amanda Michel, sobre la que ejerció un máximo control en contenido y forma.

Pescarlo en la televisión cubana fue un milagro. Multivisión programa materiales de interés, aunque no siempre de alto perfil, a primera hora de la mañana y a las ocho de la noche. Esto sucedió la semana pasada con Halftime, cuando el foco informativo, obviamente, se hallaba puesto en los trabajos de recuperación por el huracán Ian. No descarto, sin embargo, que sea instructivo y aleccionador en otro momento reprogramar el documental, puesto que refleja las contradicciones e inconsistencias del sistema de estrellas en Estados Unidos, y la crisis de valores que se oculta tras el éxito mediático.

En los primeros minutos del documental JLo se cuestiona por qué hacen falta dos figuras latinas, en lugar de una, para protagonizar el mayor espectáculo anual en el que convergen música, deporte y negocios, el Super Bowl de la Liga de Fútbol Americano. Hasta 2019 nunca había sucedido nada igual para animar las tribunas y las millonarias audiencias televisivas. La apuesta era sustantiva, Jennifer López y Shakira. Esta última apenas pasa como una sombra, no sé qué habrá dicho la colombiana al verse totalmente ninguneada en el documental de la Michel.

JLo también cumplía su medio tiempo. Sumaba 50 años de edad y le parecía que, pese a todos los discos vendidos, las películas protagonizadas desde que alcanzó fama con Selena, la fortuna amasada, los récords de presencia en las revistas del corazón y la clasificación entre las mujeres latinas más influyentes de Estados Unidos, algo no funcionaba bien, y ocuparía siempre un lugar en las márgenes de la sociedad, por mucha desnudez y atrevimiento, y por mas viento que soplara a su favor.

Halftime roza en más de un momento las claves políticas de la nación: el racismo del gobierno trumpista, el trato inhumano a los inmigrantes y la simpatía de la artista por los demócratas. Nada de esto le quitó a ella el mal sabor de haber sido devaluada en los Oscar de 2019. Ella afirma seguir guerreando, aunque con muy difusos asideros. Ella es cara y cruz de cierto tipo de estrellato.

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