ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
La Trovuntivitis. Foto: Carolina Vilches Monzón

Alguien dijo una vez que el espíritu de resistencia es lo que ha logrado mantener vivo al auténtico movimiento de trovadores que tiene Cuba hoy en Villa Clara, nombrado La Trovuntivitis. Y creo que tenía razón.

En septiembre de 1997 un puñado de jóvenes, procedentes en su mayoría de los centros universitarios de la provincia, decidió unirse para cantar sus canciones, acompañados únicamente de una guitarra. Luego de rondar por varios sitios de la ciudad de Santa Clara, fueron acogidos por Ramón Silverio, uno de los más fieles guardianes de la cultura villaclareña, quien ya trabajaba en su proyecto cultural Mejunje.

A las peñas asistían muchachos de mucho talento como los integrantes del Trío Enserie (Roly Berrío, Raúl Cabrera y Levys Aliaga), junto a Alain Garrido, Diego Gutiérrez, Leonardo García y Raúl Marchena; a los que poco a poco se fueron sumando otros trovadores.

De esa manera surgió un movimiento que, sin proponérselo, se fue convirtiendo en una escuela a la que comenzó a asistir un público conformado en lo fundamental por jóvenes ávidos de escuchar algo diferente a lo tradicional, y letras que les hablaran del amor y los desencuentros, de las penas del mundo, del barrio y de la amistad, entre otros temas.

Desde entonces, cada jueves se reúnen en el Mejunje los cantautores de La Trovuntivitis, reconoce Alain Garrido, uno de los fundadores, quien habla con encomio de la excelente sincronía, imaginación y la complicidad que mantienen los integrantes del grupo.

«Juntos hemos compuesto cientos de temas, y juntos también hemos vivido los conflictos sociales que nos rodean, de donde han surgido infinidad de canciones, muchas de las cuales han trascendido; mientras otras quedaron en el olvido, pero están ahí», asegura.

Sobre la permanencia en el tiempo y en la preferencia del público, Alain señala que tiene mucho que ver con la fidelidad del movimiento a la cubanía y a lo mejor de la tradición trovadoresca y la canción de autor de Cuba y del mundo; además del respeto a las personas que no quieren escuchar letras chabacanas y vulgares, de esas que pululan por doquier.

Por algo será que, de boca en boca, andan aún temas como El Son de Elindoro, de Yordan Romero, en el que se imbrican los sonidos de la trova tradicional con los ritmos más contemporáneos; o Abajo la xenofobia, de Leonardo García; Cuando una mujer deja un hombre, de Roly Berrío o La luna de Valencia, de Diego Gutiérrez, entre otras canciones que han calado muy hondo en el público.

Habla Garrido igualmente, de la contemporaneidad que caracteriza a los muchachos de la trova santaclareña, de lo cual constituye un vivo ejemplo la influencia del rock argentino y del underground cubano de los 90, en varias de las composiciones.

Como diría Leonardo García en Pobre gente, una de sus canciones antológicas: el futuro apremia. En un mundo tan globalizado, con demasiada mediocridad, habrá que recurrir una y otra vez a lo mejor de la cultura, entre cuyos valores se encuentra, sin duda, la obra de La Trovuntivitis.

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