«La patria es la patria; una obviedad, que no es tal. La patria es algo por lo que un hombre es capaz de morir y también ese algo que está en un pequeño sabor y en un gran combate. Es el dulce de guayaba y la batalla de Las Guásimas. La patria es algo mínimo y máximo. En el buen sentido de la palabra, es un misterio, una fe. Algo a lo que se llega por una circunstancia misteriosa». Desde esta reflexión de Cintio Vitier, abordamos el aniversario 79 del natalicio de un hombre profundamente marcado por el amor a la Patria: Juan Formell.
Apartemos por un instante nuestra atención en el enorme legado de su obra, para escucharle el latido de un alma que encuentra la redención en el amor al pueblo al que pertenece.
Si nos remitimos a cada ocasión en que se le entregó un reconocimiento, bien cuando se le otorgó el título de Doctor Honoris Causa en Arte, en el Instituto Superior de Arte, o al recibir el Grammy a la Excelencia Musical, Formell no concibe quedárselo solo para él, porque disfruta plenamente compartir honores con todos aquellos músicos que, después de 1959, demostraron que el son nunca se fue de Cuba, sino que ha evolucionado con los tiempos que corren.
Aunque, para Formell, finalmente hemos ganado semejante disputa, no deja de estar al tanto de la secuencia del tema en diferentes frentes.
Recordemos cuando el disco Van Van is here, merecedor de un premio Grammy, fuera engavetado por empresarios extranjeros, como para que desapareciera del contexto musical estadounidense. Él sabe perfectamente que detrás del miserable gesto está la mano del enemigo. Formell no peca de ingenuidades.
Otro tanto que nunca Cuba podrá olvidar es cuando, durante el concierto Paz sin fronteras, organizado por Juanes, un apasionado Juan Formell pronunció la inolvidable frase: ¡Basta ya de abuso! Duélale a quien le duela ya se hizo el concierto por la paz.
Las palabras emergieron al reconocer el éxito del evento por encima de las amenazas y la manipulación informativa procedentes del exterior.
Otra realidad ilustra que Formell fue un hombre permanentemente identificado con las esencias raigales definidas por Cintio Vitier en el concepto de patria, y es en el tema compartido con la autoría de Israel Rojas, denominado Dicha grande.
Así comienza: «Tengo al frente mi tierra, mi gente, mi niñez, mi verdad, mis dolores, mi raíz, mi razón, mis esencias: Cuba entera de mis amores».
Se trata de una reinterpretación del gozo puesto de manifiesto por el Apóstol al momento de desembarcar, junto a Máximo Gómez, en Playita de Cajobabo. Aquí ambos creadores disfrutan una euforia que Van Van se encarga de avalar con infinito regocijo, como para que los vecinos de enfrente, los hostiles de siempre, acaben de entender, de una vez y por todas, que nunca vamos a dejar de amar a Cuba, cualquiera sea el precio que nos ponga la vida.
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